Estoy en medio de una explosión de productividad como no recuerdo haber vivido. O quizá sí la había vivido, pero no de esta manera. Probemos a recordar...
En el pasado, me daba por temporadas que podían durar de varios meses a varios años. Algunas temporadas, mi principal actividad creativa era escribir, y escribía un relato detrás de otro, no todos los días, pero sí con una frecuencia considerable. O poemas, como churros. Otras temporadas dibujaba. Otras temporadas me daba por las canciones, y componía una detrás de otra, con o sin letra. Sí, quizá el año aquél en que componía hasta cinco canciones por día fuera más productivo que el momento presente. Productivo.
Hubo un año (en torno al cambio de siglo) que lo hice todo ello, añadiendo además diseños, esculturas, conceptos, técnicas... Y luego llegó el año 2014, que se me disparó la creatividad (aunque de productividad no hubo tanta) [1], y ello del modo que resumí, en algunos de sus aspectos más relevantes, en mi libro "Otra vida es posible".
Y llegamos al comienzo del 2018. Llevaba ya desde el 2014 haciendo un dibujo al día (los numerucos, ejemplos antiguos aquí), y desde el otoño de 2016 dando forma a conceptos para el Reto de los calcetines de forma regular (dos veces por semana). Ese reto, lanzado por un estudiante mío, se ha ampliado a cuatro veces por semana, y lo presentaré en su día en un libro. Además, llevaba cinco semanas componiendo todos los días sin excepción, dentro de otro reto, cuyos detalles especifico aquí (el enlace está en inglés), que consiste en cumplir siete tareas compositivas por semana. Y digo "llevaba" porque parió güela y un amigo me planteó otro reto, y ahora son dos ilustraciones al día las que hago.
No es todo, ni de lejos.
A medida que voy bajando la guardia (o que voy produciendo más y más), más gente empieza a querer entender, justificar, pausar, reducir y/o eliminar esta rutina. No, no les voy a desear suerte. Hay preguntas raras, como "¿No crees que sería bueno descansar una temporada?". No. Me siento bien. Me da energías. Mi técnica va mejorando. Según la teoría de las 10.000 horas, parar sería un error. Y ya es demasiada explicación.
No es mi periodo más creativo. No lo es. Ni de lejos. Es uno de los más productivos. Y lo estoy gozando a tope. Como me dijo mi jefe y amigo, "Aprovéchalo" (o así interpreté yo su "Keep with the flow!"). Es rutina, sí, pero es arte, es creativo, es productivo. Lo llamo, en español, rutinarte. Y para todos aquellos rabiosos que quieran llamarlo de alguna forma despectiva, voy a adelantarme: en inglés lo llamo Diary Art (que suena igual, o casi, que "arte diarreico"). Después de todo, me sale por un tubo porque parece ser que tengo que deshacerme a toda velocidad de algo que ya no tiene nada que hacer en mi mente. Así que lo podrían llamar Arte de M, o Arte Diarreico, con todo el desprecio posible; pero no serán originales, que para eso ya estoy yo aquí.
Que tengan ustedes el sábado que más les apetezca. Me espera una tarde de realización personal insuperable :)
Notas:
[1] Recordemos, no es lo mismo creatividad (que yo defino como la concepción de una idea que es nueva para aquél a quien se le ocurre, lo sea o no para el mundo) y la productividad (realización efectiva de una idea, propia o ajena). Sólo por aclarar: cuando hablo de ser productivo, me refiero a realizar ideas provenientes de mi propia creatividad.
Mostrando entradas con la etiqueta música. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta música. Mostrar todas las entradas
sábado, 27 de enero de 2018
Rutinarte
Etiquetas:
arte diario,
arte diarreico,
calcetines,
composición,
conceptos,
creatividad,
diario,
diary art,
dibujo,
escritura creativa,
música,
numerucos,
productividad,
retos,
rutina,
rutinarte,
temporadas
lunes, 23 de diciembre de 2013
Tu pareja te impide... cantar
Que si cantas mal, que si me duele la cabeza, que si hoy no me siento con ganas de cante, que si hoy no, cariño, que si :(, que si :'( o incluso peor D': o qué se yo... Por no hablar de comentarios sarcásticos, paternalistas, victimistas, o las bromas delante de los amigos, o "es que quiero ver las noticias, que son importantes" (las p*s noticias, ya volveré a arremeter contra ellas), o "estoy viendo una película" o "mañana, ¿vale?". Etcétera, etcétera, etecétera.
Y luego te quedas solo y no cantas porque no te apetece, porque a tu chica/o no le gusta que cantes y entonces no lo haces ni cuando puedes, no sea que entre por la puerta y se lleve un morrocotudo.
Más adelante llega el día en que cantas ya por fastidiar, por revancha, por "ahora me toca a mí", y descubres que las notas de música tienen un sabor amargo en la boca y un deje de desentone en el oído por la falta de costumbre y la falta de ganas.
Pero, ¡ayyyyyyyyyyy ese día que te resolterizas! ¡Qué placer encuentra uno en el canto! ¡Cuántos Bravos y cuántos Ninos y cuánto sol cuando amanece... yo soy líííííbre!
Como el mar. Eau d'eté.
Y lo disfruto más que un "plumeroparael...". Desafino, por la falta de costumbre. ME DA IGUAL. Canto por la mañana, por la tarde, por la noche, y aunque los vecinos no se han quejado, estoy seguro de que canto hasta en sueños. Y de repente mis sueños dejan de ser repetitivos, sueño con paisajes nuevos, con caras nuevas, con situaciones que no conocía (ni en sueños, fíjense qué cosas). Que llevaba lustros de sueños repetidos y San Seacabó de los Acaboses. Ahora sólo sueño con sitios que visito a las pocas semanas. Asusta un poco, pero...
... Contras, ya me perdí otra vez. Lo siento. El único consuelo que me queda es que esta entrada iba sobre el canto y aquí estoy, dando el cante con mis divagaciones. Feliz Navidad a todos los que se la merezcan. Al resto ya se lo desearé cuando me confirme, si llegare el día.
Y luego te quedas solo y no cantas porque no te apetece, porque a tu chica/o no le gusta que cantes y entonces no lo haces ni cuando puedes, no sea que entre por la puerta y se lleve un morrocotudo.
Más adelante llega el día en que cantas ya por fastidiar, por revancha, por "ahora me toca a mí", y descubres que las notas de música tienen un sabor amargo en la boca y un deje de desentone en el oído por la falta de costumbre y la falta de ganas.
Pero, ¡ayyyyyyyyyyy ese día que te resolterizas! ¡Qué placer encuentra uno en el canto! ¡Cuántos Bravos y cuántos Ninos y cuánto sol cuando amanece... yo soy líííííbre!
Como el mar. Eau d'eté.
Y lo disfruto más que un "plumeroparael...". Desafino, por la falta de costumbre. ME DA IGUAL. Canto por la mañana, por la tarde, por la noche, y aunque los vecinos no se han quejado, estoy seguro de que canto hasta en sueños. Y de repente mis sueños dejan de ser repetitivos, sueño con paisajes nuevos, con caras nuevas, con situaciones que no conocía (ni en sueños, fíjense qué cosas). Que llevaba lustros de sueños repetidos y San Seacabó de los Acaboses. Ahora sólo sueño con sitios que visito a las pocas semanas. Asusta un poco, pero...
... Contras, ya me perdí otra vez. Lo siento. El único consuelo que me queda es que esta entrada iba sobre el canto y aquí estoy, dando el cante con mis divagaciones. Feliz Navidad a todos los que se la merezcan. Al resto ya se lo desearé cuando me confirme, si llegare el día.
Etiquetas:
barreras,
cantar,
canto,
comentarios,
hogar,
impedimentos,
libertad,
música,
negativismo,
obstáculos,
pareja,
psicología,
soltero,
tu pareja te impide
domingo, 15 de septiembre de 2013
Vals migrañoso
Me decía mi profesor de guitarra, en una crítica muy constructiva, que en algunos pasajes de mis últimas obras hay demasiada cabeza y poca intuición, poco sentimiento (traducido libremente). Ayer, sumido en otra migraña de esas que últimamente me acosan con renovadas frecuencia y fuerzas, sentado al piano, empecé a tocar lo que me iba viniendo.
El resultado es mi Vals migrañoso, opus varioscientosypico. No tengo ninguna intención de escribir más cosas en esa línea, como mucho quizá podría escribir una continuación, pero realmente creo que escribir con los sentimientos no es lo que me va.
¿Qué tiene de particular esta pieza? Pues que uno puede oír las estridencias de Bartók sin su sentimiento tonal (léase: indigerible), la lógica de Blacher sin su ligereza (= machacante), y luego una mezcolanza caótica de dolor de cabeza y de corazón, de tristeza, esquizofrenia, testosterona, somnolencia, más tristeza, desorientación, indolencia (pasotismo). Es una pieza que pertenece a otro mundo, es tremendamente térrea, por no decir inframundial. Es infumable. Me da miedo, un miedo atávico a un animal que llevo dentro, a sólo uno de ellos, uno al que no conozco, y que pertenece a mi lado oscuro.
La pieza me aterra y me fascina a partes iguales. Parece la pieza de ese loco que no creo ser. Huele a podredumbre de civilización.
Lo peor de todo es que, habiéndola escrito sin lógica consciente, le veo la lógica a toda ella.
Escúchala, o peor aún, tócala tres veces seguidas, y quizá te cambie tu forma de entender la música. O no. A mí me ha cambiado la percepción de mí mismo. Estoy como si acabara de abrir los ojos después de que me hubieran abofeteado hasta dejarme inconsciente.
El resultado es mi Vals migrañoso, opus varioscientosypico. No tengo ninguna intención de escribir más cosas en esa línea, como mucho quizá podría escribir una continuación, pero realmente creo que escribir con los sentimientos no es lo que me va.
¿Qué tiene de particular esta pieza? Pues que uno puede oír las estridencias de Bartók sin su sentimiento tonal (léase: indigerible), la lógica de Blacher sin su ligereza (= machacante), y luego una mezcolanza caótica de dolor de cabeza y de corazón, de tristeza, esquizofrenia, testosterona, somnolencia, más tristeza, desorientación, indolencia (pasotismo). Es una pieza que pertenece a otro mundo, es tremendamente térrea, por no decir inframundial. Es infumable. Me da miedo, un miedo atávico a un animal que llevo dentro, a sólo uno de ellos, uno al que no conozco, y que pertenece a mi lado oscuro.
La pieza me aterra y me fascina a partes iguales. Parece la pieza de ese loco que no creo ser. Huele a podredumbre de civilización.
Lo peor de todo es que, habiéndola escrito sin lógica consciente, le veo la lógica a toda ella.
Escúchala, o peor aún, tócala tres veces seguidas, y quizá te cambie tu forma de entender la música. O no. A mí me ha cambiado la percepción de mí mismo. Estoy como si acabara de abrir los ojos después de que me hubieran abofeteado hasta dejarme inconsciente.
lunes, 26 de agosto de 2013
Los gigantes de mi circo
Algunos de mis lectores recordarán, quizá, una entrada de bitácora que escribí el verano pasado, acerca de mis dificultades para poder comenzar mis estudios de música. Tal vez, incluso, recuerden otros comentarios posteriores sobre lo mismo.
Y lo peor no es que siga la tendencia, con cosas tan casualitosas como el que tenga que dejar de tocar el clarinete porque no encajan las piezas debido a la humedad santanderina (y en este momento, el clarinete está en reparación), el que se confundan en la escuela y me manden los materiales a España estando yo de vuelta en Bohemia (con el consiguiente retraso - y el tiempo de estudio, corriendo, claro) o que cuando por fin me llega el nuevo arco para el violín y abro el paquete, el arco está quebrado e inutilizable, y por el tipo de envío me dicen que no lo puedo reclamar. Fantástico. Estos dos últimos eventos, a fecha de hoy.
Lo peor no es tampoco el que estas levedades, pues no son más que eso, estén lloviendo sobre mojado, ni que empiece a cansarme el luchar contra la adversidad, contra cualquier adversidad relacionada con mi música.
Lo peor, de todo ello, tampoco es ver la chispa en los ojos de algunos que se llaman amigos y a quienes divierte que me frustre todo esto. El saber que los amigos de verdad están demasiado lejos. El saberme solo en el mundo de la música, porque una gran mayoría de músicos parece estar compuesta de seres endiosados que sólo quieren ser escuchados y no están dispuestos a dedicar ni un minuto de su tiempo a la música del prójimo, especialmente menos cuanto más cercano sea este prójimo. Sí, utilizo la tercera persona, no me incluyo en los músicos endiosados, porque he seguido dedicando mi tiempo a muchos de esos, que son amigos para hacerme el chantaje emocional que me lleve a sus conciertos de dos horas, pero no lo son cuando les pido una breve crítica constructiva o diez minutos de su atención.
Así que ya me habréis oído decir que un amigo músico es, con harta frecuencia, una contradicción. No siempre es así, claro; y las excepciones son tremendamente honrosas, especialmente por ser tan excepcionales. Entre las personas músicas a quienes considero amigas están Héctor, Bea, Itzíar y unos pocos más.
Pero ése no es el tema.
Por supuesto que luego tengo unos pocos muy, muy buenos amigos, muy cercanos, que sé que me quieren y me desean todo lo mejor y yo a ellos. Sabéis quiénes sois. Os he enviado por correo-e en algún momento mis composiciones del último año. Me habéis contestado. Las últimas seis palabras de esta bitácora son vuestras.
Pero ése tampoco es el tema.
El tema es que me estoy volviendo paranoico. Y eso es aún peor que la desilusión, que la desgana, que la falta de motivación, que la soledad. El ver enemigos que la razón te dice que no pueden estar ahí y que el corazón y el hemisferio derecho te dicen que al lorito, Jorgito, es algo que me está quemando antes de empezar a correr. Porque, claro, no hay nada de malo en que alguien te pregunte, tras cinco años de relación con alguien, "Y ¿qué tal con tu pareja?". Hasta ahí, perfecto. Incluso demuestra un interés sano. Supongo que cuando preguntan "¿Seguís juntos?" una y otra vez, tampoco habrá nada de malo, pero mi mente paranoica lo interpreta de tal modo que me dan ganas de responder "A ver, ñordo, ¿por qué no habríamos de seguir juntos? Que no nos conocimos la semana pasada". Así que luego te separas y a los de semejantes preguntas les mientes, porque no te apetece darles la alegría de tu fracaso.
Ya digo, paranoico total. En la música, en la escritura, en la vida personal.
Probablemente, si estás leyendo esto, pertenezcas a la categoría de amigos (músicos o no) o a la de desconocidos. Habrá amigos auténticos que no sepan que el texto existe, y esos no lo leerán por falta de oportunidad. Los falsos amigos no leerán esto por absoluta falta de interés. Como mucho, harán un escaneo del texto para encontrar motivos a una condescendencia absurda, cruel e injustificable. Si te lo has leído todo hasta aquí, probablemente nada de lo negativo se refiera a ti. Probablemente sea a ti a quien necesitaba contarle todo esto. Probablemente, recibiré noticias tuyas, de un modo u otro, si tienes tiempo, si tienes la oportunidad, si lo consideras necesario. Y si no, tendrás buenos motivos para ello. Lo sé.
Yo sé que existes, con varios nombres; y será por ti que siga luchando.
Y lo peor no es que siga la tendencia, con cosas tan casualitosas como el que tenga que dejar de tocar el clarinete porque no encajan las piezas debido a la humedad santanderina (y en este momento, el clarinete está en reparación), el que se confundan en la escuela y me manden los materiales a España estando yo de vuelta en Bohemia (con el consiguiente retraso - y el tiempo de estudio, corriendo, claro) o que cuando por fin me llega el nuevo arco para el violín y abro el paquete, el arco está quebrado e inutilizable, y por el tipo de envío me dicen que no lo puedo reclamar. Fantástico. Estos dos últimos eventos, a fecha de hoy.
Lo peor no es tampoco el que estas levedades, pues no son más que eso, estén lloviendo sobre mojado, ni que empiece a cansarme el luchar contra la adversidad, contra cualquier adversidad relacionada con mi música.
Lo peor, de todo ello, tampoco es ver la chispa en los ojos de algunos que se llaman amigos y a quienes divierte que me frustre todo esto. El saber que los amigos de verdad están demasiado lejos. El saberme solo en el mundo de la música, porque una gran mayoría de músicos parece estar compuesta de seres endiosados que sólo quieren ser escuchados y no están dispuestos a dedicar ni un minuto de su tiempo a la música del prójimo, especialmente menos cuanto más cercano sea este prójimo. Sí, utilizo la tercera persona, no me incluyo en los músicos endiosados, porque he seguido dedicando mi tiempo a muchos de esos, que son amigos para hacerme el chantaje emocional que me lleve a sus conciertos de dos horas, pero no lo son cuando les pido una breve crítica constructiva o diez minutos de su atención.
Así que ya me habréis oído decir que un amigo músico es, con harta frecuencia, una contradicción. No siempre es así, claro; y las excepciones son tremendamente honrosas, especialmente por ser tan excepcionales. Entre las personas músicas a quienes considero amigas están Héctor, Bea, Itzíar y unos pocos más.
Pero ése no es el tema.
Por supuesto que luego tengo unos pocos muy, muy buenos amigos, muy cercanos, que sé que me quieren y me desean todo lo mejor y yo a ellos. Sabéis quiénes sois. Os he enviado por correo-e en algún momento mis composiciones del último año. Me habéis contestado. Las últimas seis palabras de esta bitácora son vuestras.
Pero ése tampoco es el tema.
El tema es que me estoy volviendo paranoico. Y eso es aún peor que la desilusión, que la desgana, que la falta de motivación, que la soledad. El ver enemigos que la razón te dice que no pueden estar ahí y que el corazón y el hemisferio derecho te dicen que al lorito, Jorgito, es algo que me está quemando antes de empezar a correr. Porque, claro, no hay nada de malo en que alguien te pregunte, tras cinco años de relación con alguien, "Y ¿qué tal con tu pareja?". Hasta ahí, perfecto. Incluso demuestra un interés sano. Supongo que cuando preguntan "¿Seguís juntos?" una y otra vez, tampoco habrá nada de malo, pero mi mente paranoica lo interpreta de tal modo que me dan ganas de responder "A ver, ñordo, ¿por qué no habríamos de seguir juntos? Que no nos conocimos la semana pasada". Así que luego te separas y a los de semejantes preguntas les mientes, porque no te apetece darles la alegría de tu fracaso.
Ya digo, paranoico total. En la música, en la escritura, en la vida personal.
Probablemente, si estás leyendo esto, pertenezcas a la categoría de amigos (músicos o no) o a la de desconocidos. Habrá amigos auténticos que no sepan que el texto existe, y esos no lo leerán por falta de oportunidad. Los falsos amigos no leerán esto por absoluta falta de interés. Como mucho, harán un escaneo del texto para encontrar motivos a una condescendencia absurda, cruel e injustificable. Si te lo has leído todo hasta aquí, probablemente nada de lo negativo se refiera a ti. Probablemente sea a ti a quien necesitaba contarle todo esto. Probablemente, recibiré noticias tuyas, de un modo u otro, si tienes tiempo, si tienes la oportunidad, si lo consideras necesario. Y si no, tendrás buenos motivos para ello. Lo sé.
Yo sé que existes, con varios nombres; y será por ti que siga luchando.
Etiquetas:
amigos,
amistades,
ánimo,
buenos deseos,
cansancio,
chantaje emocional,
contradicciones,
envidia,
éxito,
falsos amigos,
fracaso,
música,
músicos,
obstáculos,
paranoia
jueves, 11 de julio de 2013
La vida empezaba a los cuarenta
Llevo ya un mes soñando con relativa frecuencia en música. Antes me pasaba de forma absolutamente excepcional: creo que de media no salía ni una vez por lustro. Algo ha cambiado. No pasa una semana sin que sueñe en música. A veces, me sucede hasta tres veces en la misma siesta. Ya lo decían, ya, que la vida empieza a los cuarenta.
Y sí, hace un año menos nueve días que tuve probablemente el peor despertar de mi vida, y me dije que si los próximos cuarenta iban a ser así o peores, pues mal empezaba la segunda parte. Sin embargo, mi vida musical ha dado otro giro tremendo (y la personal, ídem). Creo que fue en el 2009 ó 2010 cuando contacté al profesor Rejšek, que me introdujo al mundo de las formas musicales y me ayudó a poner un pie en el mundo clásico. Un año después, escuchando obras de música clásica contemporánea, como el Job de Eben, podía ya disfrutarlo de un modo diferente, escuchando varias voces a la vez y percibiendo aspectos formales que, un año antes, existían tan sólo de forma inconsciente, o ni eso.
Hace un año, por tanto, llevaba ya varios años estudiandomúsica composición bien como autodidacta (principalmente), bien con apoyos más o menos puntuales (mis estudios de música -solfeo, piano, canto coral- en Musical Cantabria fueron otro punto de inflexión positivo aún más atrás en el tiempo, de los que ya he hablado y hablaré). Hace un año, acababa de empezar la aventura de estudiar en el OCA, había descubierto los Encuentros de Música y Academia de Santander, seguía convencido de que los estudios de música te ayudan a disfrutar de la música de otro modo, pero ni más ni mejor...
Claro que hace un año no había tenido una experiencia orgásmica de cinco minutos escuchando el Arte de la Fuga de Bach, orgasmúsico que repetí hasta quedar reventado 20 minutos después. Estudiar composición sí que ayuda a disfrutar de la música más y mejor. Y se me ha confirmado mi sospecha de que necesitaba tener unos estudios formales de composición.
Hace un año, no sabía apenas nada del viento madera, de los instrumentos de percusión, de cantidad de compositores (¡y algunas compositrices!), de tantas y tantas cosas. Hace un año, ni se me pasaba por la cabeza que iba a tocar el clarinete. No sospechaba que iba a componer piezas como las que he compuesto. Tenía una idea de cómo iba a sonar, y salió algo totalmente inesperado por mí.
Hace un año, tan sólo una vez había escrito música por la calle, sin necesidad de tener un instrumento delante. Esta semana ya he esbozado varias piezas estando fuera de casa. Me asaltan en cualquier momento y lugar, y tengo que ponerlas por escrito. Sí, son sencillas: por mucho cuarteto de viento madera de que se trate, las armonías, melodías y ritmos no son de caerse de coxis; pero me da una autonomía, una independencia de la tecnología, que me llena de alegría, porque... para qué nos vamos a engañar, uno enciende el ordechufla y se cuelga de internet en verde trabajar.
Los judíos vagaron por el desierto 40 años hasta llegar a la tierra prometida. La semana que viene culmino el cuadragésimo primer año de vida llorando y riendo por el mundo. Y puedo certificar que, me quede lo que me quede, la vida empezaba a los cuarenta (má o meno). De verdad de la buena que sí.
Y sí, hace un año menos nueve días que tuve probablemente el peor despertar de mi vida, y me dije que si los próximos cuarenta iban a ser así o peores, pues mal empezaba la segunda parte. Sin embargo, mi vida musical ha dado otro giro tremendo (y la personal, ídem). Creo que fue en el 2009 ó 2010 cuando contacté al profesor Rejšek, que me introdujo al mundo de las formas musicales y me ayudó a poner un pie en el mundo clásico. Un año después, escuchando obras de música clásica contemporánea, como el Job de Eben, podía ya disfrutarlo de un modo diferente, escuchando varias voces a la vez y percibiendo aspectos formales que, un año antes, existían tan sólo de forma inconsciente, o ni eso.
Hace un año, por tanto, llevaba ya varios años estudiando
Claro que hace un año no había tenido una experiencia orgásmica de cinco minutos escuchando el Arte de la Fuga de Bach, orgasmúsico que repetí hasta quedar reventado 20 minutos después. Estudiar composición sí que ayuda a disfrutar de la música más y mejor. Y se me ha confirmado mi sospecha de que necesitaba tener unos estudios formales de composición.
Hace un año, no sabía apenas nada del viento madera, de los instrumentos de percusión, de cantidad de compositores (¡y algunas compositrices!), de tantas y tantas cosas. Hace un año, ni se me pasaba por la cabeza que iba a tocar el clarinete. No sospechaba que iba a componer piezas como las que he compuesto. Tenía una idea de cómo iba a sonar, y salió algo totalmente inesperado por mí.
Hace un año, tan sólo una vez había escrito música por la calle, sin necesidad de tener un instrumento delante. Esta semana ya he esbozado varias piezas estando fuera de casa. Me asaltan en cualquier momento y lugar, y tengo que ponerlas por escrito. Sí, son sencillas: por mucho cuarteto de viento madera de que se trate, las armonías, melodías y ritmos no son de caerse de coxis; pero me da una autonomía, una independencia de la tecnología, que me llena de alegría, porque... para qué nos vamos a engañar, uno enciende el ordechufla y se cuelga de internet en verde trabajar.
Los judíos vagaron por el desierto 40 años hasta llegar a la tierra prometida. La semana que viene culmino el cuadragésimo primer año de vida llorando y riendo por el mundo. Y puedo certificar que, me quede lo que me quede, la vida empezaba a los cuarenta (má o meno). De verdad de la buena que sí.
Etiquetas:
40,
composición,
conciertos,
Eben,
edad,
empieza,
encuentro,
estudios,
música,
OCA,
reflexión,
Santander,
vida
sábado, 2 de marzo de 2013
¿A dónde vamos?
En la serie de preguntas "quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos" a mí siempre me ha faltado el "dónde estamos". Puede parecer una pregunta muy tonta; pero es mucho más fácil responder a la tercera si sabemos contestar bien a la añadida. Cierto: podría considerarse ésta una parte del "quiénes somos".
En cualquier caso, últimamente me he encontrado en diferentes contextos con la pregunta de adónde va la música (entiéndase clásica), y si es posible hacer algo nuevo. De acuerdo con Marcus Weeks, esa pregunta se la han hecho ya en todas las épocas. Weeks, incluso, se aventura a proponer varios posibles caminos por los que la música podría evolucionar. Dice que el nacionalismo llevó al internacionalismo, el Este y el Oeste están mezclados desde hace años, y es difícil encontrar influencias de otras culturas. "El minimalismo ya está perdiendo fuerza" (cito), y quizá la respuesta esté en dejarse influir por la música popular, otra vez, o entrar en un neorromanticismo. También dice que la música "seria" y el público, durante el siglo XX, alcanzaron su punto de mayor separación en la Historia, separación que parece estarse reduciendo de nuevo.
Lo veo no sólo en mi caso, sino en los programas de los conciertos. Quizá es que hace años no veía lo que no quería ver, o que había nombres que no aparecían nunca, el caso es que, en los últimos años, veo nombres nuevos con una frecuencia cada vez mayor. Y ojo, que cuando digo nombres nuevos, no me refiero sólo a compositores modernos, como Pärt o Gorecki, sino también a nombres que no había oído jamás de compositores que ya llevan criando malvas cientos de años, como Zelenka, Josquin, von Bingen o Rameau, y que merecen el tiempo dedicado a escucharlos.
Pero permítanme volver a mi pregunta: ¿a dónde vamos? ¿Vamos a un nuevo estilo, o a una mezcla de ellos? ¿Y quiénes somos los que vamos? En el mundo occidental, somos una sociedad individualista, que busca la diferenciación, la personalización, y también busca algo nuevo constantemente. ¿Estamos dispuestos a conformarnos con la música de Britten o Blacher (ya difuntos) o la del ya mencionado Pärt? ¿Nos llena? ¿Nos basta?
Y los músicos (compositores), ¿están dispuestos a copiar el estilo de otros? Muchos lo hacen, y no tienen duelo en decir lo diferentes que son del resto, ciegos a la semejanza. Y nadie parece decirles "oye, que lo que tú haces es poco original". Hay que ser diferente, pero lo suficientemente igual para entrar por la oreja a la primera y que te digan lo buenísimo que eres, aunque no seas más que técnicamente perfecto.
Otra vez me voy por peteneras. Creo que es difícil que surja un movimiento musical que suene unitario, y no porque los caminos de la tonalidad y la atonalidad estén agotados, ni porque no pueda haber ya nada nuevo bajo el slo, sino porque cada compositor quiere ser único en su especie y no copiar a nadie, ser original y seguir su propio camino jamás antes hollado por nadie. Algunos, incluso, queremos hacer algo nuevo con cada nueva composición. Con semejante caleidoscopio, encuéntrenme dos cuentas iguales para hacerme sendos pendientes con estilo.
El camino, parece ser, está ya definido por la experimentación constante.
¿Y el público?
Marcus Weeks tiene razón en que tenemos que aprender de la música popular (entiéndase no sólo pop y rock, sino también hip-hop, rap, trance, etc). Hay muchas fórmulas de éxito que pueden funcionar muy bien entre la gente joven. La gente quiere poder cantar lo que oyen. Olvídate de arias, quiero algo que no sea difícil, y que tenga un mensaje, y a ser posible un estribillo que me aprenda antes de que acabes la canción. Los musicales están bien para verlos, pero no para escuchárselos (en general). Y además, hay que cambiar la forma (y el precio) de presentar la música. Estoy seguro de que hay formas de agradar al público, a los músicos profesionales y a uno mismo.
Mis Hlavolamy no son la respuesta; pero quizá lo sean los rompecabezas de otros.
En cualquier caso, últimamente me he encontrado en diferentes contextos con la pregunta de adónde va la música (entiéndase clásica), y si es posible hacer algo nuevo. De acuerdo con Marcus Weeks, esa pregunta se la han hecho ya en todas las épocas. Weeks, incluso, se aventura a proponer varios posibles caminos por los que la música podría evolucionar. Dice que el nacionalismo llevó al internacionalismo, el Este y el Oeste están mezclados desde hace años, y es difícil encontrar influencias de otras culturas. "El minimalismo ya está perdiendo fuerza" (cito), y quizá la respuesta esté en dejarse influir por la música popular, otra vez, o entrar en un neorromanticismo. También dice que la música "seria" y el público, durante el siglo XX, alcanzaron su punto de mayor separación en la Historia, separación que parece estarse reduciendo de nuevo.
Lo veo no sólo en mi caso, sino en los programas de los conciertos. Quizá es que hace años no veía lo que no quería ver, o que había nombres que no aparecían nunca, el caso es que, en los últimos años, veo nombres nuevos con una frecuencia cada vez mayor. Y ojo, que cuando digo nombres nuevos, no me refiero sólo a compositores modernos, como Pärt o Gorecki, sino también a nombres que no había oído jamás de compositores que ya llevan criando malvas cientos de años, como Zelenka, Josquin, von Bingen o Rameau, y que merecen el tiempo dedicado a escucharlos.
Pero permítanme volver a mi pregunta: ¿a dónde vamos? ¿Vamos a un nuevo estilo, o a una mezcla de ellos? ¿Y quiénes somos los que vamos? En el mundo occidental, somos una sociedad individualista, que busca la diferenciación, la personalización, y también busca algo nuevo constantemente. ¿Estamos dispuestos a conformarnos con la música de Britten o Blacher (ya difuntos) o la del ya mencionado Pärt? ¿Nos llena? ¿Nos basta?
Y los músicos (compositores), ¿están dispuestos a copiar el estilo de otros? Muchos lo hacen, y no tienen duelo en decir lo diferentes que son del resto, ciegos a la semejanza. Y nadie parece decirles "oye, que lo que tú haces es poco original". Hay que ser diferente, pero lo suficientemente igual para entrar por la oreja a la primera y que te digan lo buenísimo que eres, aunque no seas más que técnicamente perfecto.
Otra vez me voy por peteneras. Creo que es difícil que surja un movimiento musical que suene unitario, y no porque los caminos de la tonalidad y la atonalidad estén agotados, ni porque no pueda haber ya nada nuevo bajo el slo, sino porque cada compositor quiere ser único en su especie y no copiar a nadie, ser original y seguir su propio camino jamás antes hollado por nadie. Algunos, incluso, queremos hacer algo nuevo con cada nueva composición. Con semejante caleidoscopio, encuéntrenme dos cuentas iguales para hacerme sendos pendientes con estilo.
El camino, parece ser, está ya definido por la experimentación constante.
¿Y el público?
Marcus Weeks tiene razón en que tenemos que aprender de la música popular (entiéndase no sólo pop y rock, sino también hip-hop, rap, trance, etc). Hay muchas fórmulas de éxito que pueden funcionar muy bien entre la gente joven. La gente quiere poder cantar lo que oyen. Olvídate de arias, quiero algo que no sea difícil, y que tenga un mensaje, y a ser posible un estribillo que me aprenda antes de que acabes la canción. Los musicales están bien para verlos, pero no para escuchárselos (en general). Y además, hay que cambiar la forma (y el precio) de presentar la música. Estoy seguro de que hay formas de agradar al público, a los músicos profesionales y a uno mismo.
Mis Hlavolamy no son la respuesta; pero quizá lo sean los rompecabezas de otros.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Por qué prefiero un concierto a un partido (entre otros motivos)
Un título un poco largo, quizá, considerando que no quiero hacer una entrada de bitácora demasiado larga... Advierto que esta entrada va dedicada a dos personas concretas, muy concretas.
En fin, que me gusta ir a los conciertos, porque puedes comentar la jugada, disfrutas con lo que ves o sufres, hay veces que no sabes cómo va a acabar aquello, en inglés, en checo, en alemán se refieren a lo que hacen en el escenario con el mismo verbo que utilizan para lo que se hace en un campo de juego (play, hrát, spielen)...
Hay muchos motivos por los que prefiero un concierto a un partido. Mientras estábamos viendo el partido ayer, los diez minutos de mi vida que desperdicié, no pude evitar recordar mis pinitos en el tenis o el squash o las palas o el ping-pong (de los cuales, el único que se me ha dado bien alguna vez fue el tenis). El que haya jugado a cualquiera de ellos, sabe que cuando uno no llega a la pelota, puede ser por varios motivos, entre otros:
Pero quién sabe, lo mismo me equivoco. Peores fueron los comentarios de mis compañeros de salón, carentes totalmente de objetividad, como si supusiera denigrarse el decir la verdad de un deportista, compatriota o no, bueno o malo. Y uno no puede abrir la boca para decir que esa pelota sí que fue buena, y no las que celebraban con anterioridad, porque se te ríen y que tú no entiendes.
Nadie entiende el deporte, según el resto. Y nadie entiende la música según uno mismo. Vas a un partido, y opines lo que opines, se te reirán de ti los que opinen algo diferente, o se enfadarán contigo, o reaccionarán de cualquier otra forma que ponga de manifiesto su complejo de inferioridad. Vas a un concierto y cualquier cosa que opines es válida, porque es tu derecho cómo percibas la música, si te gusta o no y qué parte te gusta, si prefieres la forma en la que interpreta algo una persona u otra. El que se riera de tu opinión sería gilipollas, y como todo el mundo lo sabe, nadie lo hace.
Hay mucha gente que va a los partidos como se va a los conciertos. La pena es que suelen quedarse callados por la cuenta que les trae. A mí me encantaría ver un partido en silencio. Eso sí, un buen partido, como los que dicen que fueron el viernes y el sábado. Porque, querido y simplísimo ríesedetodo, hay mucha gente que me ha comentado ya hoy que lo de ayer fue una vergüenza. Y si te ríes de mí porque no entiendo, discúlpame que no sea [.ti.ri.ro.ra.] y que haya hecho más en el mundo del tenis que hablar de ello.
Entre que te animas a sacarte la corrosión del cuerpo, jugar un partido y demostrarme que me equivoco, ¿por qué no te vienes a un concierto?
En fin, que me gusta ir a los conciertos, porque puedes comentar la jugada, disfrutas con lo que ves o sufres, hay veces que no sabes cómo va a acabar aquello, en inglés, en checo, en alemán se refieren a lo que hacen en el escenario con el mismo verbo que utilizan para lo que se hace en un campo de juego (play, hrát, spielen)...
Hay muchos motivos por los que prefiero un concierto a un partido. Mientras estábamos viendo el partido ayer, los diez minutos de mi vida que desperdicié, no pude evitar recordar mis pinitos en el tenis o el squash o las palas o el ping-pong (de los cuales, el único que se me ha dado bien alguna vez fue el tenis). El que haya jugado a cualquiera de ellos, sabe que cuando uno no llega a la pelota, puede ser por varios motivos, entre otros:
- porque no hay tiempo para llegar
- porque no reacciona a tiempo
- porque está reventado
- porque teme reventarse
- porque quiere regalarle la pelota o el punto al contrario.
Pero quién sabe, lo mismo me equivoco. Peores fueron los comentarios de mis compañeros de salón, carentes totalmente de objetividad, como si supusiera denigrarse el decir la verdad de un deportista, compatriota o no, bueno o malo. Y uno no puede abrir la boca para decir que esa pelota sí que fue buena, y no las que celebraban con anterioridad, porque se te ríen y que tú no entiendes.
Nadie entiende el deporte, según el resto. Y nadie entiende la música según uno mismo. Vas a un partido, y opines lo que opines, se te reirán de ti los que opinen algo diferente, o se enfadarán contigo, o reaccionarán de cualquier otra forma que ponga de manifiesto su complejo de inferioridad. Vas a un concierto y cualquier cosa que opines es válida, porque es tu derecho cómo percibas la música, si te gusta o no y qué parte te gusta, si prefieres la forma en la que interpreta algo una persona u otra. El que se riera de tu opinión sería gilipollas, y como todo el mundo lo sabe, nadie lo hace.
Hay mucha gente que va a los partidos como se va a los conciertos. La pena es que suelen quedarse callados por la cuenta que les trae. A mí me encantaría ver un partido en silencio. Eso sí, un buen partido, como los que dicen que fueron el viernes y el sábado. Porque, querido y simplísimo ríesedetodo, hay mucha gente que me ha comentado ya hoy que lo de ayer fue una vergüenza. Y si te ríes de mí porque no entiendo, discúlpame que no sea [.ti.ri.ro.ra.] y que haya hecho más en el mundo del tenis que hablar de ello.
Entre que te animas a sacarte la corrosión del cuerpo, jugar un partido y demostrarme que me equivoco, ¿por qué no te vienes a un concierto?
viernes, 2 de noviembre de 2012
¿Qué es el arte?
Una cosa es cómo lo defina el diccionario y otra como lo sintamos. He leído docenas de definiciones de arte, sin exagerar ni un poco, he participado en muchos debates y oído argumentos opuestos. Presento ahora algunos de los puntos que más me han gustado de los distintos debates y definiciones:
- el arte es una forma de comunicación: hay un emisor (o artista), un receptor (o espectador), un medio, un código, un mensaje; de ello se deducen los siguientes dos puntos:
- el arte contiene ideas: reflexiones, filosofía, formas de entender el mundo, ideas políticas, y no sé si incluir aquí los sentimientos o separarlos;
- el arte se (re)produce en la mente del espectador: lo mismo que en todo proceso comunicativo, el receptor tiene que volver a elaborar el mensaje que enviamos, tanto si es nuestro receptor ideal como si es uno accidental; tiene que formar ideas en su mente (que nunca serán exactamente las que enviamos, pero a menudo serán bastante aproximadas);
- el arte contiene normas: es gracias a esas normas que la comunicación es efectiva; pero también hay normas estéticas, que pueden variar con el tiempo; y hay normas que pueden producir una limitación aparente (eliminar una letra del teclado) que fuerzan al artista más allá de sus límites y pueden servir como inspiración;
- el arte no es competición: hay deportistas que son auténticos artistas en sus especialidades, que se basan en competición y en ganar. Sin embargo, y pese a todas las posibles competiciones y concursos artísticos, la finalidad primera del arte no es ganar ni ser mejor que nadie, ni siquiera ser mejor que uno mismo;
- el arte puede servir para ganarse la vida: o dicho de otro modo, el que alguien produzca una canción, una película, un libro, un videojuego, una casa, para sacarse unos cuartos con ello, es perfectamente lícito y no descalifica al arte. Si lo hiciera, los frescos de la Capilla Sixtina, muchas sinfonías de Mozart, catedrales por todo el orbe y tantas y tantas obras no podrían clasificarse como arte, puesto que su origen estuvo en un encargo por parte de alguien dispuesto a pagar por ello;
- las formas de arte se justifican por sí mismas: no necesito música para justificar que la pintura es una forma de arte, ni necesito de la literatura para justificar la naturaleza artística del cine; en caso contrario, estaríamos hablando de una sub-forma de otra.
- el arte te ayuda a entender o comprender el mundo: porque no es lo mismo entender que comprender; y el arte puede ayudar a ambos, dándonos nuevos puntos de vista o profundizando en los que ya tenemos;
- el arte te puede ayudar a ser mejor persona: por el punto anterior, y porque te ayuda a darte cuenta de que no estás solo en el mundo; te ayuda a eliminar estrés, agresividad, y otras cosas que, cuando te cargan demasiado, pueden hacer que, sin querer, las intentes descargar sobre los demás; te enseña a valorar el trabajo de los demás, y a valorar el propio; sin embargo, no es una función primordial del arte;
- el artista y el consumidor no siempre son la misma persona: mientras que todo artista es consumidor de arte, o espectador, no se puede confundir a éste con aquél. Escuchar música no es una forma de arte, ni lo es jugar a un videojuego o vivir en una casa.
Etiquetas:
arte,
artista,
competición,
comunicación,
creatividad,
crecimiento,
deporte,
desarrollo personal,
diversión,
formas de arte,
ideas,
música,
normas,
sentimientos,
técnica
sábado, 18 de agosto de 2012
¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Tras unos cuantos años de lucha, consigo encontrar una escuela de composición que me va, que me gusta lo que ofrece, que es compatible con mi trabajo, que me puedo permitir. Quiero apuntarme. Entonces, me llegan unos apuros económicos inesperados, causados sólo en parte por un fallo de cálculo, en parte por unos pagos inesperados, en parte por un ataque de caridad en el peor momento, en parte por una bajada de sueldo, y en parte por dos tres atrasos en sendos otros tantos cobros.
Consigo apuntarme a la escuela, por fin, tras otras peripecias varias, entre otras, que mi banco no quería enviar la matrícula en un solo pago (pese a ser una tercera parte de otros pagos que sí me dejó realizar en su día). Y empieza la aventura.
La aventura de la composición iba a ser más accidentada de lo que yo pensaba. De hecho, lo sigue siendo. Hay que tener un programa (con lo que yo ya contaba) y acceso a Spotify (también contaba con ello). Sólo que en la Rep. Checa no hay acceso a Spotify. Bien, aprovecharé el verano para ello. Pues no: sice tenía acceso a Spotify (que por arte de birlibirloque sigue siendo accesible desde mi ordenador de vuelta a la Rep. Checa -!!!!- ), pero ni las fuerzas, ni las energías,... Fui haciendo pequeños progresos. Intenté comprarme el programa. Problema: la compañía no acepta que se haga el envío a un país diferente de aquél en el que está registrada la tarjeta de crédito. Vale. Intento comprarlo en una tienda física. En la tienda rehúsan darme precios por teléfono, que mande un correo electrónico. Aún estoy esperando la respuesta.
Me harto, compro el programa para que me lo envíen a mi casa, con fecha de entrega el 8 de agosto. Lo entregan el 6, yo en España, pero bueno, al final tuve el programa. Entretanto, había estado escribiendo la música con otros programas (uno diferente y una versión anterior del recién comprado), mientras intentaba contactar con el profesor, pero los emilios se me rebotaban, acusados de ser correo basura por un seleccionador automático.
¡No hay forma de instalar el programa! Resulta que hay que tener Windows Vista Platform Update, que me volví loco para saber lo que era, pero bien: DOS DÍAS actualizando el ordenador, y ni así. Ya me harto, pincho en el icono del punto-exe y me voy. Vuelvo a las tres horas. Sí, ahora me deja instalarlo. Instalado.
Instalado... y funciona. No me lo puedo creer. Ni debería creérmelo demasiado. Acabo el proyecto 3, y para el proyecto 4, simplemente, se niega a funcionar. Léase: se niega a funcionar como debería hacerlo. Los instrumentos que selecciono suenan diferente. Intento diferentes combinaciones, apagar, encender, me niego a pasarme una semana desinstalando y reinstalando, tiene que haber otra manera.
(Ni que decir tiene que después de pelearme unas cuantas horas con el chip, no tengo ni las fuerzas ni el humor para intentar escribir nada, y así van pasando los puñeteros días y mis ideas están sólo en el papel. Y todo esto, que debería hacerme reír, es tan sólo la punta del iceberg).
Intento contactar con la compañía. Aunque tengo derecho a 90 días de apoyo técnico, no tengo ningún código que me permita pasar del contestador automático a un ser de carne y hueso. No me lo han mandado. ¿O lo he perdido? "Introduzca su dirección de correo electrónico y se lo reenviamos". Introducida. "No existe ningún código asociado con esta dirección". ¿Por qué me sorprende? No hay forma de llamar ni de escribir. Tras horas (repito, horas) de navegación por la página web de la compañía, encuentro un lugar en el que puedo enviar una consulta. La envío. Me informan, automáticamente, de que en media hora me llegará un correo electrónico confirmando la recepción de mi consulta. Han pasado 50 medias horas y no he recibido tal confirmación. Y que en 1-2 días laborables, se pondrá en contacto conmigo un ser humano.
Soy impaciente por naturaleza. Tengo una versión antigua del programa, ¿no? Pues a por ella. Otro ordenador,otro SOdW otra versión de Windows (XP en vez de Vista), otra versión del programa, ganas renovadas y una determinación a no dejarme avasallar por las dificultades como pocas veces. Ponme un obstáculo delante y te enseñaré cómo salto.
Por primera vez en todos estos años que lo llevo utilizando, los instrumentos del programa en su versión antigua han empezado a hacer las mismas locuras que me hacen en la versión nueva. Creí que era una pesadilla. No lo era. Y ya no pude evitar llorar.
Si las dificultades nos hacen crecer, peazo de compositor que voy a ser. Y recuerdo: aquí sólo escribo una parte, la más anecdótica. Alguien que me quiere muy mal tiene que estar riéndose mucho en algún lugar de algún universo o alguna dimensión. Que le aproveche. Y que rece.
Consigo apuntarme a la escuela, por fin, tras otras peripecias varias, entre otras, que mi banco no quería enviar la matrícula en un solo pago (pese a ser una tercera parte de otros pagos que sí me dejó realizar en su día). Y empieza la aventura.
La aventura de la composición iba a ser más accidentada de lo que yo pensaba. De hecho, lo sigue siendo. Hay que tener un programa (con lo que yo ya contaba) y acceso a Spotify (también contaba con ello). Sólo que en la Rep. Checa no hay acceso a Spotify. Bien, aprovecharé el verano para ello. Pues no: sice tenía acceso a Spotify (que por arte de birlibirloque sigue siendo accesible desde mi ordenador de vuelta a la Rep. Checa -!!!!- ), pero ni las fuerzas, ni las energías,... Fui haciendo pequeños progresos. Intenté comprarme el programa. Problema: la compañía no acepta que se haga el envío a un país diferente de aquél en el que está registrada la tarjeta de crédito. Vale. Intento comprarlo en una tienda física. En la tienda rehúsan darme precios por teléfono, que mande un correo electrónico. Aún estoy esperando la respuesta.
Me harto, compro el programa para que me lo envíen a mi casa, con fecha de entrega el 8 de agosto. Lo entregan el 6, yo en España, pero bueno, al final tuve el programa. Entretanto, había estado escribiendo la música con otros programas (uno diferente y una versión anterior del recién comprado), mientras intentaba contactar con el profesor, pero los emilios se me rebotaban, acusados de ser correo basura por un seleccionador automático.
¡No hay forma de instalar el programa! Resulta que hay que tener Windows Vista Platform Update, que me volví loco para saber lo que era, pero bien: DOS DÍAS actualizando el ordenador, y ni así. Ya me harto, pincho en el icono del punto-exe y me voy. Vuelvo a las tres horas. Sí, ahora me deja instalarlo. Instalado.
Instalado... y funciona. No me lo puedo creer. Ni debería creérmelo demasiado. Acabo el proyecto 3, y para el proyecto 4, simplemente, se niega a funcionar. Léase: se niega a funcionar como debería hacerlo. Los instrumentos que selecciono suenan diferente. Intento diferentes combinaciones, apagar, encender, me niego a pasarme una semana desinstalando y reinstalando, tiene que haber otra manera.
(Ni que decir tiene que después de pelearme unas cuantas horas con el chip, no tengo ni las fuerzas ni el humor para intentar escribir nada, y así van pasando los puñeteros días y mis ideas están sólo en el papel. Y todo esto, que debería hacerme reír, es tan sólo la punta del iceberg).
Intento contactar con la compañía. Aunque tengo derecho a 90 días de apoyo técnico, no tengo ningún código que me permita pasar del contestador automático a un ser de carne y hueso. No me lo han mandado. ¿O lo he perdido? "Introduzca su dirección de correo electrónico y se lo reenviamos". Introducida. "No existe ningún código asociado con esta dirección". ¿Por qué me sorprende? No hay forma de llamar ni de escribir. Tras horas (repito, horas) de navegación por la página web de la compañía, encuentro un lugar en el que puedo enviar una consulta. La envío. Me informan, automáticamente, de que en media hora me llegará un correo electrónico confirmando la recepción de mi consulta. Han pasado 50 medias horas y no he recibido tal confirmación. Y que en 1-2 días laborables, se pondrá en contacto conmigo un ser humano.
Soy impaciente por naturaleza. Tengo una versión antigua del programa, ¿no? Pues a por ella. Otro ordenador,
Por primera vez en todos estos años que lo llevo utilizando, los instrumentos del programa en su versión antigua han empezado a hacer las mismas locuras que me hacen en la versión nueva. Creí que era una pesadilla. No lo era. Y ya no pude evitar llorar.
Si las dificultades nos hacen crecer, peazo de compositor que voy a ser. Y recuerdo: aquí sólo escribo una parte, la más anecdótica. Alguien que me quiere muy mal tiene que estar riéndose mucho en algún lugar de algún universo o alguna dimensión. Que le aproveche. Y que rece.
lunes, 9 de julio de 2012
Esas toses, esas oportunidades
En Cantabria estamos disfrutando de una oportunidad única: la que
suponen los Encuentros de música y academia de Santander, que ya van por
su duodécima edición. El acceso es gratuito a la mayor parte de los
conciertos, y los que son de pago, lo son por un precio simbólico de 10 €
(excepto el gallinero, por 3 €).
Con unos 50 conciertos repartidos por toda la provincia, ya no hay excusa para no escuchar música clásica. Y si alguno pensaba poner que "seguro que está lleno", que se busque otra: he ido a dos conciertos de una calidad, a mi laico entender, muy alta, tanto de composiciones como de interpretación, y la inmensa mayoría del público estaba a la altura.
Claro que siempre hay excepciones. Siempre hay alguno que tose, o se sorbe los mocos, o carraspea, o come chuches, o necesita cinco minutos para abrir un caramelo y chafar el pianissimo a todo el personal de una sola tacada. O a quien se le escapa el mecanismo del paraguas plegable cinco veces en una actuación. En fin, que esas cosas pasan hasta en las mejores familias. También el aire acondicionado hace ruido - pero a quien no le guste pasar calor, preferirá ese leve murmullo a perderse el concierto por miedo a sudar demasiado.
Si uno quiere poner pegas, las encontrará. Yo he decidido dejar de ponerlas y disfrutar de esta oportunidad. Porque, para qué nos vamos a engañar, estas cosas gratuitas no suelen durar muchos lustros; y es una suerte como pocas, tener salud, tener los medios, la cercanía, el tiempo de ir a ver este regalo. Uno no se puede permitir el lujo de centrarse en las pegas, que de esas ya hay demasiadas por el mundo y en las mentes ajenas: tenemos el deber moral de disfrutar este privilegio al que muy pocos pueden acceder por las circunstancias antes mencionadas y muchas otras.
Y a los que tosen, deseémosles mejor salud. Quién sabe, quizá sean molestones profesionales o aficionados, cuyo mayor placer en esta vida sea incordiar en momentos sublimes de conciertos. En ese caso, otra razón habría para ignorarlos: aprovechar la oportunidad de aguarles la fiesta. Yo he conseguido cerrar el oído a los ruidos ya en dos conciertos, y espero estar aprendiendo y que me dure.
Gracias, señora O'Shea, gracias, señor Csaba (köszönöm), por esta edición del Encuentro, por permitirme acceder a tanta música de calidad justo cuando más la necesito, por lo que estoy aprendiendo de música y en otros campos personales. Me gustaría llevarles una flor a cada uno a un concierto. Igual hasta me atrevo, pero por si no me atreviera, aquí queda esta bitácora.
Con unos 50 conciertos repartidos por toda la provincia, ya no hay excusa para no escuchar música clásica. Y si alguno pensaba poner que "seguro que está lleno", que se busque otra: he ido a dos conciertos de una calidad, a mi laico entender, muy alta, tanto de composiciones como de interpretación, y la inmensa mayoría del público estaba a la altura.
Claro que siempre hay excepciones. Siempre hay alguno que tose, o se sorbe los mocos, o carraspea, o come chuches, o necesita cinco minutos para abrir un caramelo y chafar el pianissimo a todo el personal de una sola tacada. O a quien se le escapa el mecanismo del paraguas plegable cinco veces en una actuación. En fin, que esas cosas pasan hasta en las mejores familias. También el aire acondicionado hace ruido - pero a quien no le guste pasar calor, preferirá ese leve murmullo a perderse el concierto por miedo a sudar demasiado.
Si uno quiere poner pegas, las encontrará. Yo he decidido dejar de ponerlas y disfrutar de esta oportunidad. Porque, para qué nos vamos a engañar, estas cosas gratuitas no suelen durar muchos lustros; y es una suerte como pocas, tener salud, tener los medios, la cercanía, el tiempo de ir a ver este regalo. Uno no se puede permitir el lujo de centrarse en las pegas, que de esas ya hay demasiadas por el mundo y en las mentes ajenas: tenemos el deber moral de disfrutar este privilegio al que muy pocos pueden acceder por las circunstancias antes mencionadas y muchas otras.
Y a los que tosen, deseémosles mejor salud. Quién sabe, quizá sean molestones profesionales o aficionados, cuyo mayor placer en esta vida sea incordiar en momentos sublimes de conciertos. En ese caso, otra razón habría para ignorarlos: aprovechar la oportunidad de aguarles la fiesta. Yo he conseguido cerrar el oído a los ruidos ya en dos conciertos, y espero estar aprendiendo y que me dure.
Gracias, señora O'Shea, gracias, señor Csaba (köszönöm), por esta edición del Encuentro, por permitirme acceder a tanta música de calidad justo cuando más la necesito, por lo que estoy aprendiendo de música y en otros campos personales. Me gustaría llevarles una flor a cada uno a un concierto. Igual hasta me atrevo, pero por si no me atreviera, aquí queda esta bitácora.
Etiquetas:
academia,
Cantabria,
conciertos,
encuentro,
gratis,
música,
oportunidad,
Palacio de Festivales,
Paloma O'Shea,
pensamiento positivo,
Péter Csaba,
Santander,
verano
lunes, 12 de septiembre de 2011
Celní zpráva
No sé si ustedes conocerán los "Conciertos para público joven" (o algo así), que durante una década larga presentó y dirigió Leonard Bernstein. Unos conciertos didácticos que yo considero como uno de los momentos claves de mi formación musical (y a un tiempo, de mi aprendizaje de checo, porque me los tragué en chequito a poco de vivir aquí). Don Leonardo me fascinó como didacta, como músico, despertó en mí un apetito mucho mayor por conocer la música, me descubrió compositores y sus mundos interiores... Y yo quería hacer las cosas bien y tener aquellos programas de forma legal. Me compré el libro en su día (que me sirvió para seguir aprendiendo checo y música), y ahora, que mi vida musical toma un nuevo giro, quería comprarme el programa en DVD.
Investigación: resultó ser un gato, que diría mi compositor favorito en la letra de su primer réquiem. Porque había que buscarle tres pies. Hay un DVD publicado, que se puede adquirir aquí. Puesto que las compras desde ultramar (léase, desde fuera de la Unión Europea) llevan un recargo por valor del porcentaje aplicable del IVA, y a veces también recargo de arancel, decidí probar aquí. Más barato, oh, qué bien, y además desde casa. Sólo que, ya se dice, más vale un "por si acaso" que un "quién lo pensara", así que la investigación continúa con un tercer enlace, llamado "celní zpráva" o administración de aduanas checa. Sí, está en checo, pero pinchen, pinchen en el enlace. Yo entiendo, quizá, todas las palabras, pero no entiendo NADA de la basura burocrática allá presente. Como me pierdo, busco en preguntas frecuentes. Hay CUATRO, y ninguna es la mía. Manda webs.
Es hora de probar en el equivalente español, , por aquello de que igual estos centroeuropeos siguen en la pasión burocratizadora del poscomunismo inmediato. España no. España, en términos de preguntas frecuentes, está, como puede verse aquí, en la gilipollez supinérrima de la mayor caducidad burocrática vista jamás por democaca alguna. Uy, perdón, se me cayeron unas letras, las pongo ahora, ri, o ir, irse todos a la porra frita, perdidos en CAPÍTULOS de "preguntas más frecuentes" (o FAQ's, que en español se lee como en inglés "fucks" = "jode"), con encabezados tan claros como "ENS, II REQUISITOS PARA ENVIAR ENS".
¿Lo tienen claro? Yo un poco más. Les explico: de lo que se trata es de que nadie entienda nada. Así se puede justificar que haya un montón de gente viviendo de explicarnos la parrafada, el llamado "cuento": "te cuento, te explico, te repito, y cuando termine, te vas a la siguiente ventanilla a que te digan qué impreso te tengo que dar para que te den la autorización a que te siga contando".
Un pueblo ignorante es un pueblo manejable. Un país burocratizado es un país con población potencialmente ignorante. Un gobierno de un país burocratizado puede controlar mejor a su pueblo. Y ése es el camino empezado por unos que sigue, y sigue, y sigue, la Unión Europea. Entre otras cosas, porque así puede cobrar a la gente por preguntar, por impuestos indirectos de gasolina y/o transporte público al ir a preguntar, por solicitar los impresos para poder preguntar, y al entregarle la mercancía que solicitó (mi DVD) porque hay un impuesto que no te conocías, y o me lo pagas ahora o mañana te lo cobro con intereses. Y si reclamas, más que ganaremos.
¿Pensaban que con eso se acababa? No. Empieza. ¿Qué es la Unión Europea? ¿El conjunto que abarca los países con el euro, en cuyo caso incluímos a Montenegro y sacamos a la Rep. Checa o el Reino Unido, entre otros? ¿La de los países que firmaron el Tratado de Maastricht, o el de Lisboa, o el de Meperdín? ¿La zona Schengen, que incluye Suiza e Islandia, entre otros, pero no a Irlanda, entre otros (sí, otra vez "entre otros")? ¿La de libre circulación de personas y mercancías, que incluye (por ejemplo) a Croacia para los checos pero no para los españoles, o que es válida para los alemanes en Bulgaria pero no para los búlgaros en Alemania? ¿CUÁL ES LA VERDADERA UNIÓN EUROPEA?
Jorge, menos filosofía. Casos prácticos. Oquey. En el caso que nos ocupa, los aranceles, ¿desde qué países se pagan?
Si piensan que esa información es fácil de encontrar, demuéstrenmelo, por favor, y mándenme un enlace por los comentarios de esta bitácora. Yo no me creo que sea fácil, ni que sea accesible. Pero entre que me demuestran lo equivocado que estoy, y porque no me da la gana de pagar ni un céntimo por hacer de payaso ante nadie, aprovecharé que tengo otras formas de formarme musicalmente y lo haré gratis o viéndole la cara a quien me forme. Y no voy a hacerles a los burócratas el favor de pagar. Simplemente, dejo de comprar, y no me extraño cuando recuerdo algún gobierno quejándose de que la gente gastaba poco, y que había que incrementar el consumo. Pónganmelo fácil y gastaré.
Y ojalá que cundiera el ejemplo. Después de todo, vivimos en una época en la que hay que estar muy, pero que muy motivado, para gastarse dinero en productos audiovisuales, estando todo tan al alcance gratis y teniendo tanta buena causa en la que gastar lo que a uno le sobra. Parafraseando con plural a Ende...
... "pero ésas son ya otras historias".
Investigación: resultó ser un gato, que diría mi compositor favorito en la letra de su primer réquiem. Porque había que buscarle tres pies. Hay un DVD publicado, que se puede adquirir aquí. Puesto que las compras desde ultramar (léase, desde fuera de la Unión Europea) llevan un recargo por valor del porcentaje aplicable del IVA, y a veces también recargo de arancel, decidí probar aquí. Más barato, oh, qué bien, y además desde casa. Sólo que, ya se dice, más vale un "por si acaso" que un "quién lo pensara", así que la investigación continúa con un tercer enlace, llamado "celní zpráva" o administración de aduanas checa. Sí, está en checo, pero pinchen, pinchen en el enlace. Yo entiendo, quizá, todas las palabras, pero no entiendo NADA de la basura burocrática allá presente. Como me pierdo, busco en preguntas frecuentes. Hay CUATRO, y ninguna es la mía. Manda webs.
Es hora de probar en el equivalente español, , por aquello de que igual estos centroeuropeos siguen en la pasión burocratizadora del poscomunismo inmediato. España no. España, en términos de preguntas frecuentes, está, como puede verse aquí, en la gilipollez supinérrima de la mayor caducidad burocrática vista jamás por democaca alguna. Uy, perdón, se me cayeron unas letras, las pongo ahora, ri, o ir, irse todos a la porra frita, perdidos en CAPÍTULOS de "preguntas más frecuentes" (o FAQ's, que en español se lee como en inglés "fucks" = "jode"), con encabezados tan claros como "ENS, II REQUISITOS PARA ENVIAR ENS".
¿Lo tienen claro? Yo un poco más. Les explico: de lo que se trata es de que nadie entienda nada. Así se puede justificar que haya un montón de gente viviendo de explicarnos la parrafada, el llamado "cuento": "te cuento, te explico, te repito, y cuando termine, te vas a la siguiente ventanilla a que te digan qué impreso te tengo que dar para que te den la autorización a que te siga contando".
Un pueblo ignorante es un pueblo manejable. Un país burocratizado es un país con población potencialmente ignorante. Un gobierno de un país burocratizado puede controlar mejor a su pueblo. Y ése es el camino empezado por unos que sigue, y sigue, y sigue, la Unión Europea. Entre otras cosas, porque así puede cobrar a la gente por preguntar, por impuestos indirectos de gasolina y/o transporte público al ir a preguntar, por solicitar los impresos para poder preguntar, y al entregarle la mercancía que solicitó (mi DVD) porque hay un impuesto que no te conocías, y o me lo pagas ahora o mañana te lo cobro con intereses. Y si reclamas, más que ganaremos.
¿Pensaban que con eso se acababa? No. Empieza. ¿Qué es la Unión Europea? ¿El conjunto que abarca los países con el euro, en cuyo caso incluímos a Montenegro y sacamos a la Rep. Checa o el Reino Unido, entre otros? ¿La de los países que firmaron el Tratado de Maastricht, o el de Lisboa, o el de Meperdín? ¿La zona Schengen, que incluye Suiza e Islandia, entre otros, pero no a Irlanda, entre otros (sí, otra vez "entre otros")? ¿La de libre circulación de personas y mercancías, que incluye (por ejemplo) a Croacia para los checos pero no para los españoles, o que es válida para los alemanes en Bulgaria pero no para los búlgaros en Alemania? ¿CUÁL ES LA VERDADERA UNIÓN EUROPEA?
Jorge, menos filosofía. Casos prácticos. Oquey. En el caso que nos ocupa, los aranceles, ¿desde qué países se pagan?
Si piensan que esa información es fácil de encontrar, demuéstrenmelo, por favor, y mándenme un enlace por los comentarios de esta bitácora. Yo no me creo que sea fácil, ni que sea accesible. Pero entre que me demuestran lo equivocado que estoy, y porque no me da la gana de pagar ni un céntimo por hacer de payaso ante nadie, aprovecharé que tengo otras formas de formarme musicalmente y lo haré gratis o viéndole la cara a quien me forme. Y no voy a hacerles a los burócratas el favor de pagar. Simplemente, dejo de comprar, y no me extraño cuando recuerdo algún gobierno quejándose de que la gente gastaba poco, y que había que incrementar el consumo. Pónganmelo fácil y gastaré.
Y ojalá que cundiera el ejemplo. Después de todo, vivimos en una época en la que hay que estar muy, pero que muy motivado, para gastarse dinero en productos audiovisuales, estando todo tan al alcance gratis y teniendo tanta buena causa en la que gastar lo que a uno le sobra. Parafraseando con plural a Ende...
... "pero ésas son ya otras historias".
Etiquetas:
aduana,
burocracia,
celní zpráva,
compras,
copyright,
derechos de autor,
didáctica,
gobierno,
internet,
legalidad,
Leonard Bernstein,
música,
política,
Unión_Europea
lunes, 25 de julio de 2011
Wine house
No deja de ser una burla del destino que alguien llamado "Casa de vino" se beba su propio cerebro. En cualquier caso, no estoy aquí para criticar a Amy ni para admirarla, por mucho que creo que debería aclarar mi punto de vista para intentar que esto tenga sentido al final.
No pienso criticarla por su problema con el alcohol. Es lo fácil. No me gustan las cosas fáciles. La cantante ha tenido, perdón, tuvo, la mala suerte de encontrarse en unas circunstancias que yo apenas conozco, y quién sabe, quizá yo en su lugar hubiera durado menos en el mundo. Tampoco pretendo justificarla, pero no la voy a juzgar más que musicalmente y desde mi propio gusto:
No me gusta su voz, no me gusta su música, no me gusta su estilo, hay algo que se me revuelve por dentro cuando la ponen en un lugar en el que estoy, algo me dice que escucharla no es lo correcto, y hasta hoy, no me ha supuesto ningún esfuerzo evitarla (a ella o a su música).
A los que tampoco puedo juzgar es a los buitres que se han lanzado a criticarla después de muerta sin haber dicho nada mientras estaba en vida, porque a mí mismo me resulta difícil no lanzarme depredadoramente a por ellos desde el anonimato internético.
Con todo, me gustaría hacer una mínima reflexión sobre algunos de esos ataques, en los que dicen que "nunca será un mito", "estaba ya muerta antes de morir", "la olvidarán en breve" y demás. Frases contundentísimas, a mi parecer. Que ya la ha visto todo el mundo beber y caer y vomitar y convertirse en ruina por arte de este birlibirloque nuestro de las redes sociales.
Claro que también hay Otolios por el mundo que no habían visto un vídeo de esta señora jamás. Hasta hoy. Porque la muerte atrae y yo no soy una excepción. Cierto es que el primer vídeo lo vi por un motivo que nada tenía que ver con la Winehouse; y que los tres siguientes los vi por un segundo motivo que tampoco tenía nada que ver con la Winehouse ni con su muerte; pero como eso ya no se lo va a creer nadie, porque nadie me cree cuando me presento como diferente, pues tampoco pienso hablar de mis motivos. Seguramente tengan razón los que digan que inconscientemente me atraía por muerta. Po vale.
Pero los vídeos (excepción hecha de la parte musical) me han gustado bastante. Y ella tiene imán en los ojos (no sólo). Se ve que ha desaprovechado su vida y que muchos, no sólo ella, han desaprovechado su potencial: de estrella, de camaleón, de cantante, de mujer.
Personalmente, en los vídeos he visto a una cantante y a una persona muy diferente de como la imaginaba por lo que oía hablar de ella y por las canciones que me puso un día de música de ambiente mi amiga y antigua compañera de trabajo Jana B. He confirmado algunas impresiones que eran distintas de las que me vendían detractores y admiradores por igual, y que me han reafirmado en no volver a buscar este género, a esta intérprete, en una buena temporada. Algo muy diferente de lo que me pasó en cierta ocasión en que (esta vez intencionadamente) me tragué un especial sobre Britney Spears... y me enamoré. Me pareció fantástica, y si tuviera tiempo para ver DVD's de música en casa, ya me había comprado dos o tres de ella.
Pero volviendo con E. W., no puedo evitar pensar en que, igual quevimos vieron a Elvis explotar a barbitúricos y llevando pañales; igual que, ahora sí, vimos desaparecer a Michael Jackson en vida; igual que sucederá en otras ocasiones con muchos otros, esta vez tenemos a otra cantante muerta (y sí, en los fatídicos 27), y nos van a poner sus discos en todas partes: autobuses, supermercados, tenderetes, casas de amigos, fiestas, radios, TV y otros componentes del smog musical europeo (y quizá de otros lugares). Las razones no son difíciles de dilucidar: el morbo que apuntaba anteriormente se une al interés, siempre avizor, de los que pueden sacar tajada de un personaje recién difunto. Ahora, por fin, tendrán con quién alternar a Michael Jackson y a Abba por una temporada.
Quizá me equivoque yo, y tengan razón los que le vaticinan un olvido raudo. Quizá no vayamos a tener Amy Winehouse para rato.
Quizá.
Descanse en paz.
No pienso criticarla por su problema con el alcohol. Es lo fácil. No me gustan las cosas fáciles. La cantante ha tenido, perdón, tuvo, la mala suerte de encontrarse en unas circunstancias que yo apenas conozco, y quién sabe, quizá yo en su lugar hubiera durado menos en el mundo. Tampoco pretendo justificarla, pero no la voy a juzgar más que musicalmente y desde mi propio gusto:
No me gusta su voz, no me gusta su música, no me gusta su estilo, hay algo que se me revuelve por dentro cuando la ponen en un lugar en el que estoy, algo me dice que escucharla no es lo correcto, y hasta hoy, no me ha supuesto ningún esfuerzo evitarla (a ella o a su música).
A los que tampoco puedo juzgar es a los buitres que se han lanzado a criticarla después de muerta sin haber dicho nada mientras estaba en vida, porque a mí mismo me resulta difícil no lanzarme depredadoramente a por ellos desde el anonimato internético.
Con todo, me gustaría hacer una mínima reflexión sobre algunos de esos ataques, en los que dicen que "nunca será un mito", "estaba ya muerta antes de morir", "la olvidarán en breve" y demás. Frases contundentísimas, a mi parecer. Que ya la ha visto todo el mundo beber y caer y vomitar y convertirse en ruina por arte de este birlibirloque nuestro de las redes sociales.
Claro que también hay Otolios por el mundo que no habían visto un vídeo de esta señora jamás. Hasta hoy. Porque la muerte atrae y yo no soy una excepción. Cierto es que el primer vídeo lo vi por un motivo que nada tenía que ver con la Winehouse; y que los tres siguientes los vi por un segundo motivo que tampoco tenía nada que ver con la Winehouse ni con su muerte; pero como eso ya no se lo va a creer nadie, porque nadie me cree cuando me presento como diferente, pues tampoco pienso hablar de mis motivos. Seguramente tengan razón los que digan que inconscientemente me atraía por muerta. Po vale.
Pero los vídeos (excepción hecha de la parte musical) me han gustado bastante. Y ella tiene imán en los ojos (no sólo). Se ve que ha desaprovechado su vida y que muchos, no sólo ella, han desaprovechado su potencial: de estrella, de camaleón, de cantante, de mujer.
Personalmente, en los vídeos he visto a una cantante y a una persona muy diferente de como la imaginaba por lo que oía hablar de ella y por las canciones que me puso un día de música de ambiente mi amiga y antigua compañera de trabajo Jana B. He confirmado algunas impresiones que eran distintas de las que me vendían detractores y admiradores por igual, y que me han reafirmado en no volver a buscar este género, a esta intérprete, en una buena temporada. Algo muy diferente de lo que me pasó en cierta ocasión en que (esta vez intencionadamente) me tragué un especial sobre Britney Spears... y me enamoré. Me pareció fantástica, y si tuviera tiempo para ver DVD's de música en casa, ya me había comprado dos o tres de ella.
Pero volviendo con E. W., no puedo evitar pensar en que, igual que
Quizá me equivoque yo, y tengan razón los que le vaticinan un olvido raudo. Quizá no vayamos a tener Amy Winehouse para rato.
Quizá.
Descanse en paz.
lunes, 4 de julio de 2011
Miguel Ángel
Querido Miguel Ángel:
Acabo de terminar una pequeña pieza de piano. Es una marcha fúnebre para ti. Ya, ya sé que te enterraron hace casi catorce años (dos vueltas de Saturno, qué cosas), y que llego un poco tarde. En cualquier caso, espero que te guste.
Esta pieza encierra una pequeña esperanza, a saber: que quizá, los leydemúrficos tengan razón por una vez, cuando dicen que "si algo puede salir mal, sale mal"; y ahora que he acabado una marcha fúnebre para víctimas de terrorismo, no la podré utilizar jamás, porque ya nadie volverá a ser asesinado de la forma en que te mataron a ti.
Ésa es mi esperanza: que no haya más víctimas. Y si las hubiere, espero que no te moleste que les preste tu marcha. Si marchan como tú, pueden utilizar tu marcha, ¿verdad? Esta marcha que está inspirada por tu nombre y tus últimos dos días.
No sé por qué tengo la impresión de que esto no está bien. Como si alguien pudiera pensar que te falto al respeto. Pero yo no quiero que tu recuerdo muera. Ni que se esfume para siempre lo que consiguió tu salida del mundo.
Quizá, esta otra marcha, la musical, también traiga algo de unión al mundo, como la tuya física. Y si hay miedo, que lo haya tan sólo para el que lo quiera crear.
Que haya paz. Atentamente,
J.
Acabo de terminar una pequeña pieza de piano. Es una marcha fúnebre para ti. Ya, ya sé que te enterraron hace casi catorce años (dos vueltas de Saturno, qué cosas), y que llego un poco tarde. En cualquier caso, espero que te guste.
Esta pieza encierra una pequeña esperanza, a saber: que quizá, los leydemúrficos tengan razón por una vez, cuando dicen que "si algo puede salir mal, sale mal"; y ahora que he acabado una marcha fúnebre para víctimas de terrorismo, no la podré utilizar jamás, porque ya nadie volverá a ser asesinado de la forma en que te mataron a ti.
Ésa es mi esperanza: que no haya más víctimas. Y si las hubiere, espero que no te moleste que les preste tu marcha. Si marchan como tú, pueden utilizar tu marcha, ¿verdad? Esta marcha que está inspirada por tu nombre y tus últimos dos días.
No sé por qué tengo la impresión de que esto no está bien. Como si alguien pudiera pensar que te falto al respeto. Pero yo no quiero que tu recuerdo muera. Ni que se esfume para siempre lo que consiguió tu salida del mundo.
Quizá, esta otra marcha, la musical, también traiga algo de unión al mundo, como la tuya física. Y si hay miedo, que lo haya tan sólo para el que lo quiera crear.
Que haya paz. Atentamente,
J.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)