sábado, 29 de diciembre de 2012

Uno de esos días

Hoy ha sido uno de esos días en que uno pierde el tiempo navegando sin rumbo por internet, porque necesita desconectar de todo. Y luego se descarga a la tableta androide un juego y no para hasta llegar al nivel 40. Y después chatea con su prima, y con un amigo, durante horas, se diría. Y ancués se da crema porque se ha hecho un corte en una mano y tiene un montón de arañazos de Perejil, y espera media hora hasta que la crema se absorba, mirando a la nada de entretanto. Y luego se mete a escuchar música por internet para culminar la pérdida de tiempo.

Claro que también ha sido un viernes rutinario, cuando toca sauna e ir a la compra. Que aquélla es buena para descansar y ésta para tener algo que comer.

Pero además, ha sido uno de esos días en los que he dormido la mañana. Asquerosamente. Me he levantado como a las diez y cuarto, y para cuando me he querido dar cuenta, se me había pasado la hora de comer, porque el desayuno consistió en un picoteo interminable mientras iba haciendo limpieza y ordenando el trastero, que me está quedando increíble. He fabricado unos ganchos de los que he colgado las gafas de seguridad, los auriculares, las mascarillas... He hecho la comida y la cena (alubias negras con verduras, acompañadas de arroz con azafrán húngaro, flor moscada y ajo, de primero, ñam... bueno, no me voy a estar a recetas, que tengo más que hacer). He recogido la ropa del tendal, he hecho dos coladas más, he pasado el polvo a toda la casa, y la mopa, he lavado y recogido los platos, he reordenado y limpiado la biblioteca, he preparado una lista por temas de los libros que tenemos en casa, he tocado el piano, he compuesto, he sacado la basura, he visto una peli, he jugado con Perejil, he ordenado los CD's, los negativos de fotos y las postales, he colgado un cuadro, no, tres. He rellenado una vela con la cera sobrante de una pila de velas de té ya consumidas. Me he estudiado una fuga y dos variaciones de Bach. He hecho aprox. una hora larga de gimnasia. He limpiado los cristales. Y me he olvidado de tomar el café, entre otras cosas.

Evidentemente, eso no es trabajo en absoluto. De lo contrario, estaría cansado. Voy a ver si cambio las sábanas de la cama, que eso dicen que agota. Es que ya son las doce de la noche y mañana quiero madrugar para aprovechar el día. A ver si se me arregla.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Más mentiras y un ladrón

Sigo dándole vueltas, porque después de todo, hay mentiras que nos hacen sentir incómodos. Es como cuando cierta jefa mía me tuvo un mes de cotizar y sin avisármelo (más el mes de prácticas, léase, dos meses en total), y me hacía un mobbing de película, y yo no era capaz de sisarle ni un café, cosa que algunos otros no tenían problema en hacerle. Sisar te puede hacer sentir incómodo, aunque el sisable se lo merezca. Y con las mentiras pasa un poco lo mismo.

El tema, entonces, es el famoso de "quien roba a un ladrón, cien años tiene de perdón". No voy a entrar en esa discusión, de momento (ya llegará): me interesa saber si quien miente a un mentiroso, cien años tiene de reposo, por decirlo rimando. Seguro que no. Sobre todo, depende de a quién mientas. Si mientes a un superior tuyo, no importa todas las mentiras que le hayas pescado a él, seguro que la tuya será más gorda (la mentira... o sus consecuencias para ti). Claro. Pero si tu jefe te pregunta "Qué hay de malo en la empresa" y tú sabes que el primero en decírselo se va a la p. calle, pues no abres la boca ni para pedir permiso para ir al retrete.

¿Y si tu jefe te pregunta si chateas? No le vas a decir "Mire, necesito desestresarme de alguna manera", porque te contestará "Si estás estresado, vete al paro, que ya encontraré a otro que trabaje a gusto". Si te pregunta si bebes, si juegas, si fumas, si andas con mujeres, si ves páginas de animales sin ropa o si ves las noticias de la noche, ¿le dices la verdad? ¿También si tu jefe, o un amigo, te preguntan si su mujer es guapa, y ella es, o bien eso que tampoco baila, o una de tomapanymoja? ¿Le explicas que aún eres joven, o por el contrario, lo que es el tipo del tordo? ¿O cambias de tema y que piense lo que quiera? ¿Le dices que la pregunta es improcedente? ¿Le dices que tienes derecho a reservarte la opinión, cuando seguramente ya se lo has puesto a algún amigo en algún espacio público y correveidílico, como librofaz, y todo quisqui sabe ya lo que piensas (incluido el que te preguntó)?

Mi padrino me enseñó en cierta ocasión una gran frase: "Al amigo de saber, poco y al revés". Desde entonces, muchas veces, antes de colar una trola que me parezca evidente o fácilmente comprobable, pienso "No es asunto tuyo" y ancués la suelto. Si un día me voy al infierno, real o figurado, que sea por malo y no por inocente. Y con la conciencia tranquilísima, oye.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Verdad y mentira

Ha habido muchas cosas sobre las que he querido escribir estas últimas semanas. Y la verdad es que, para cuando he llegado al ordenador, ya no tenía ganas de escribir. Han sido unas semanas intensas.

Hoy, que ha sido uno de los días más intensos de la temporada, se me han ocurrido varias ideas. Sin embargo, el pensamiento que más quiero compartir es una pequeña reflexión sobre la verdad. O sobre la mentira. O sobre ambas. ¿Quizá sobre ninguna de ellas?

Siempre nos han enseñado el valor de la verdad y que mentir está mal: no dirás falso testimonio, di la verdad, no mientas. Quiero que me digas lo gorda que me ves con este vestido (ejemplo clásico). ¿Por qué hay que decir la verdad? ¿Es que acaso un dios vengador nos va a partir en dos con rayos justicieros? ¿Iremos al infierno si mentimos? ¿Nos beneficia más a corto y a largo plazo decir la verdad, como dice Sam Harris en su ensayo Lying ("Mintiendo")?

En última instancia, ¿¿a quién beneficia la verdad??

La verdad me beneficia, la mentira me perjudica

Se supone que ser sincero es una virtud que me va a quitar karma, así que me reencarnaré menos veces y sufriré menos en mis vidas venideras. Vale. Si es que existen. En esta vida, de acuerdo con Harris, evitaré males mayores en el futuro (él da una serie de explicaciones que, a mí, personalmente, me resultan bastante convincentes, recomiendo la lectura de su libro).

¿Y el silencio? A veces equivale a mentir y a veces a decir la verdad. Es muy bonito eso de evitar decir lo que uno cree que no debe decir con sentencias como "No es asunto tuyo" - pero ¿a tu jefe le vas a decir eso con el paro que hay? Hay gente que no soporta la verdad, y sí, tendrán que irse enfrentando a ella, pero que les eduque otro con más ganas de sopapo.

La verdad es buena y práctica, la mentira es mala y agotadora

Sí, ya lo hemos visto, el karma y todo eso. La verdad puede ser incómoda, pero la mentira, cuando te acostumbras a ser sincero, también. Es mucho más fácil ser sincero (según Harris), porque siempre sabes lo que dices. Ya. Como si todos supiéramos siempre lo que pensamos de nosotros mismos o del mundo y no cambiáramos de opinión (derecho inalienable que todos tenemos alienado por nuestros conmunditas). En cualquier caso, algo tiene de razón: una mentira es difícil de mantener, la verdad sólo es difícil de defender. Según Harris, la mentira nos cuesta mucha más energía que la verdad.

Mi opinión es que hay ocasiones en que sucede a la inversa. Un ejemplo: siempre me viene a la mente cuando alguien quiere que le haga un análisis grafológico. "¿Y si veo algo que no te gusta?" "No me importará". A todo el mundo le importa, todo el mundo se me enfada. Entonces me callo la frase siguiente. "No me lo estás diciendo todo". "No, claro, porque no te va a gustar". "No me va a importar". "Ya, como antes". "No, ahora sí que no". Nuevo mosqueo. Etc. ¿Solución? ¿Mentir? No: claro que sé hacer análisis grafológicos, pero como no conozco a nadie que no sea un picón en lo tocante a lo que se ve en su letra, pues buscaos a otro pringao que pierda el tiempo.

Sin embargo, cueste la energía que cueste, la verdad siempre beneficia a la sociedad, ¿no?: "¿A quién busca, a Ana Frank? Ático izquierda, de nada" (el ejemplo también está adaptado de Harris). Una sociedad más sincera es una sociedad más ética, en la que nadie iba a buscar aprovecharse de los demás. Todos seríamos mejores personas y más felices. ¿O quizá sería mejor comenzar a mejorar la sociedad por otras vías, y dejar la sinceridad para lo último?

A veces es agotador convencer a los demás de que estás diciendo la verdad. A veces, simplemente, es más práctico dejar que crean que mientes. Ahorras tiempo. Y a ése que tanto insiste en que tú mientes, por burla, por interés o por los motivos que sean, no le creas ni el saludo.

La verdad es necesaria, la mentira es perseguible

Especialmente si tienes vena de dictador, pequeña o grande, necesitas tener conocimiento de todo lo que pasa. Todo el mundo tiene que decir la verdad. Léase, tiene que decírtela a ti, para que seas el que sepa todo lo que pasa. El que mienta, estará minando tu situación de poder. El conocimiento es poder. Y la verdad, por tanto, es muy deseable por parte de cualquier sistema autoritario y de cualquier religión.

Entonces, ¿creemos todos, en nuestro fuero interno, que hay que decir la verdad? ¿No será que nos han convencido de ello desde hace milenios porque le interesaba a alguien de arriba (no pienso en el cielo, precisamente)?

¿Mentir o no?

Yo prefiero decir la verdad, porque me parece más práctica en general (véase más arriba). Otra cosa es que hay muchas cosas que me callo. Y que hay ocasiones en las que miento, o en las que vivo de forma poco coherente. A mí mismo, al menos, procuro no mentirme, ya no. En cuanto a si siento cargo de conciencia por no decir al prójimo toda la verdad, o no contestar a preguntas, o dejar en la ignorancia, lo siento, pero creo que mi derecho a la intimidad y mi derecho a pensar del prójimo lo que me salga de la pitui son mayores que algunos supuestos derechos ajenos a meterse en mi vida o a husmear donde no se le ha perdido nada a nadie. Y mis derechos los protejo con las herramientas que Dios me ha dado. Si es un abuso de una capacidad o no, ya rendiré cuentas a quien deba en vidas futuras.

Y no, no me gusta hacer análisis grafológicos, ni tengo ni tanta gana ni tanta necesidad de saber. Todos no somos iguales.

La verdad es una virtud. La verdad, además, es muy útil a los poderosos y se convierte en instrumento de abuso tarde o temprano. Por otro lado, puede ser terriblemente práctica para el individuo y ayudarle a crecer como persona en esta vida.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Por qué prefiero un concierto a un partido (entre otros motivos)

Un título un poco largo, quizá, considerando que no quiero hacer una entrada de bitácora demasiado larga... Advierto que esta entrada va dedicada a dos personas concretas, muy concretas.

En fin, que me gusta ir a los conciertos, porque puedes comentar la jugada, disfrutas con lo que ves o sufres, hay veces que no sabes cómo va a acabar aquello, en inglés, en checo, en alemán se refieren a lo que hacen en el escenario con el mismo verbo que utilizan para lo que se hace en un campo de juego (play, hrát, spielen)...

Hay muchos motivos por los que prefiero un concierto a un partido. Mientras estábamos viendo el partido ayer, los diez minutos de mi vida que desperdicié, no pude evitar recordar mis pinitos en el tenis o el squash o las palas o el ping-pong (de los cuales, el único que se me ha dado bien alguna vez fue el tenis). El que haya jugado a cualquiera de ellos, sabe que cuando uno no llega a la pelota, puede ser por varios motivos, entre otros:
  1. porque no hay tiempo para llegar
  2. porque no reacciona a tiempo
  3. porque está reventado
  4. porque teme reventarse
  5. porque quiere regalarle la pelota o el punto al contrario.
Una vez que has pasado por cada uno de los puntos anteriores varias veces en tu vida, aprendes también a reconocerlo en los demás. En diez minutos escasos, hubo ejemplos del 1, del 4, y ¡oh, vergüenza de las vergüenzas!, del 5. En ambos contrincantes. Y eso jode. Que si son los mejores del mundo y cobran como tales, podían al menos recordar que no están ahí para jugar a la caballerosidad, sino al tenis.

Pero quién sabe, lo mismo me equivoco. Peores fueron los comentarios de mis compañeros de salón, carentes totalmente de objetividad, como si supusiera denigrarse el decir la verdad de un deportista, compatriota o no, bueno o malo. Y uno no puede abrir la boca para decir que esa pelota sí que fue buena, y no las que celebraban con anterioridad, porque se te ríen y que tú no entiendes.

Nadie entiende el deporte, según el resto. Y nadie entiende la música según uno mismo. Vas a un partido, y opines lo que opines, se te reirán de ti los que opinen algo diferente, o se enfadarán contigo, o reaccionarán de cualquier otra forma que ponga de manifiesto su complejo de inferioridad. Vas a un concierto y cualquier cosa que opines es válida, porque es tu derecho cómo percibas la música, si te gusta o no y qué parte te gusta, si prefieres la forma en la que interpreta algo una persona u otra. El que se riera de tu opinión sería gilipollas, y como todo el mundo lo sabe, nadie lo hace.

Hay mucha gente que va a los partidos como se va a los conciertos. La pena es que suelen quedarse callados por la cuenta que les trae. A mí me encantaría ver un partido en silencio. Eso sí, un buen partido, como los que dicen que fueron el viernes y el sábado. Porque, querido y simplísimo ríesedetodo, hay mucha gente que me ha comentado ya hoy que lo de ayer fue una vergüenza. Y si te ríes de mí porque no entiendo, discúlpame que no sea [.ti.ri.ro.ra.] y que haya hecho más en el mundo del tenis que hablar de ello.

Entre que te animas a sacarte la corrosión del cuerpo, jugar un partido y demostrarme que me equivoco, ¿por qué no te vienes a un concierto?

viernes, 2 de noviembre de 2012

¿Qué es el arte?

Una cosa es cómo lo defina el diccionario y otra como lo sintamos. He leído docenas de definiciones de arte, sin exagerar ni un poco, he participado en muchos debates y oído argumentos opuestos. Presento ahora algunos de los puntos que más me han gustado de los distintos debates y definiciones:
  • el arte es una forma de comunicación: hay un emisor (o artista), un receptor (o espectador), un medio, un código, un mensaje; de ello se deducen los siguientes dos puntos:
  • el arte contiene ideas: reflexiones, filosofía, formas de entender el mundo, ideas políticas, y no sé si incluir aquí los sentimientos o separarlos;
  • el arte se (re)produce en la mente del espectador: lo mismo que en todo proceso comunicativo, el receptor tiene que volver a elaborar el mensaje que enviamos, tanto si es nuestro receptor ideal como si es uno accidental; tiene que formar ideas en su mente (que nunca serán exactamente las que enviamos, pero a menudo serán bastante aproximadas);
  • el arte contiene normas: es gracias a esas normas que la comunicación es efectiva; pero también hay normas estéticas, que pueden variar con el tiempo; y hay normas que pueden producir una limitación aparente (eliminar una letra del teclado) que fuerzan al artista más allá de sus límites y pueden servir como inspiración;
  • el arte no es competición: hay deportistas que son auténticos artistas en sus especialidades, que se basan en competición y en ganar. Sin embargo, y pese a todas las posibles competiciones y concursos artísticos, la finalidad primera del arte no es ganar ni ser mejor que nadie, ni siquiera ser mejor que uno mismo;
  • el arte puede servir para ganarse la vida: o dicho de otro modo, el que alguien produzca una canción, una película, un libro, un videojuego, una casa, para sacarse unos cuartos con ello, es perfectamente lícito y no descalifica al arte. Si lo hiciera, los frescos de la Capilla Sixtina, muchas sinfonías de Mozart, catedrales por todo el orbe y tantas y tantas obras no podrían clasificarse como arte, puesto que su origen estuvo en un encargo por parte de alguien dispuesto a pagar por ello;
  • las formas de arte se justifican por sí mismas: no necesito música para justificar que la pintura es una forma de arte, ni necesito de la literatura para justificar la naturaleza artística del cine; en caso contrario, estaríamos hablando de una sub-forma de otra.
  • el arte te ayuda a entender o comprender el mundo: porque no es lo mismo entender que comprender; y el arte puede ayudar a ambos, dándonos nuevos puntos de vista o profundizando en los que ya tenemos;
  • el arte te puede ayudar a ser mejor persona: por el punto anterior, y porque te ayuda a darte cuenta de que no estás solo en el mundo; te ayuda a eliminar estrés, agresividad, y otras cosas que, cuando te cargan demasiado, pueden hacer que, sin querer, las intentes descargar sobre los demás; te enseña a valorar el trabajo de los demás, y a valorar el propio; sin embargo, no es una función primordial del arte;
  • el artista y el consumidor no siempre son la misma persona: mientras que todo artista es consumidor de arte, o espectador, no se puede confundir a éste con aquél. Escuchar música no es una forma de arte, ni lo es jugar a un videojuego o vivir en una casa.

sábado, 18 de agosto de 2012

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Tras unos cuantos años de lucha, consigo encontrar una escuela de composición que me va, que me gusta lo que ofrece, que es compatible con mi trabajo, que me puedo permitir. Quiero apuntarme. Entonces, me llegan unos apuros económicos inesperados, causados sólo en parte por un fallo de cálculo, en parte por unos pagos inesperados, en parte por un ataque de caridad en el peor momento, en parte por una bajada de sueldo, y en parte por dos tres atrasos en sendos otros tantos cobros.

Consigo apuntarme a la escuela, por fin, tras otras peripecias varias, entre otras, que mi banco no quería enviar la matrícula en un solo pago (pese a ser una tercera parte de otros pagos que sí me dejó realizar en su día). Y empieza la aventura.

La aventura de la composición iba a ser más accidentada de lo que yo pensaba. De hecho, lo sigue siendo. Hay que tener un programa (con lo que yo ya contaba) y acceso a Spotify (también contaba con ello). Sólo que en la Rep. Checa no hay acceso a Spotify. Bien, aprovecharé el verano para ello. Pues no: sice tenía acceso a Spotify (que por arte de birlibirloque sigue siendo accesible desde mi ordenador de vuelta a la Rep. Checa -!!!!- ), pero ni las fuerzas, ni las energías,... Fui haciendo pequeños progresos. Intenté comprarme el programa. Problema: la compañía no acepta que se haga el envío a un país diferente de aquél en el que está registrada la tarjeta de crédito. Vale. Intento comprarlo en una tienda física. En la tienda rehúsan darme precios por teléfono, que mande un correo electrónico. Aún estoy esperando la respuesta.

Me harto, compro el programa para que me lo envíen a mi casa, con fecha de entrega el 8 de agosto. Lo entregan el 6, yo en España, pero bueno, al final tuve el programa. Entretanto, había estado escribiendo la música con otros programas (uno diferente y una versión anterior del recién comprado), mientras intentaba contactar con el profesor, pero los emilios se me rebotaban, acusados de ser correo basura por un seleccionador automático.

¡No hay forma de instalar el programa! Resulta que hay que tener Windows Vista Platform Update, que me volví loco para saber lo que era, pero bien: DOS DÍAS actualizando el ordenador, y ni así. Ya me harto, pincho en el icono del punto-exe y me voy. Vuelvo a las tres horas. Sí, ahora me deja instalarlo. Instalado.

Instalado... y funciona. No me lo puedo creer. Ni debería creérmelo demasiado. Acabo el proyecto 3, y para el proyecto 4, simplemente, se niega a funcionar. Léase: se niega a funcionar como debería hacerlo. Los instrumentos que selecciono suenan diferente. Intento diferentes combinaciones, apagar, encender, me niego a pasarme una semana desinstalando y reinstalando, tiene que haber otra manera.

(Ni que decir tiene que después de pelearme unas cuantas horas con el chip, no tengo ni las fuerzas ni el humor para intentar escribir nada, y así van pasando los puñeteros días y mis ideas están sólo en el papel. Y todo esto, que debería hacerme reír, es tan sólo la punta del iceberg).

Intento contactar con la compañía. Aunque tengo derecho a 90 días de apoyo técnico, no tengo ningún código que me permita pasar del contestador automático a un ser de carne y hueso. No me lo han mandado. ¿O lo he perdido? "Introduzca su dirección de correo electrónico y se lo reenviamos". Introducida. "No existe ningún código asociado con esta dirección". ¿Por qué me sorprende? No hay forma de llamar ni de escribir. Tras horas (repito, horas) de navegación por la página web de la compañía, encuentro un lugar en el que puedo enviar una consulta. La envío. Me informan, automáticamente, de que en media hora me llegará un correo electrónico confirmando la recepción de mi consulta. Han pasado 50 medias horas y no he recibido tal confirmación. Y que en 1-2 días laborables, se pondrá en contacto conmigo un ser humano.

Soy impaciente por naturaleza. Tengo una versión antigua del programa, ¿no? Pues a por ella. Otro ordenador, otro SOdW otra versión de Windows (XP en vez de Vista), otra versión del programa, ganas renovadas y una determinación a no dejarme avasallar por las dificultades como pocas veces. Ponme un obstáculo delante y te enseñaré cómo salto.

Por primera vez en todos estos años que lo llevo utilizando, los instrumentos del programa en su versión antigua han empezado a hacer las mismas locuras que me hacen en la versión nueva. Creí que era una pesadilla. No lo era. Y ya no pude evitar llorar.

Si las dificultades nos hacen crecer, peazo de compositor que voy a ser. Y recuerdo: aquí sólo escribo una parte, la más anecdótica. Alguien que me quiere muy mal tiene que estar riéndose mucho en algún lugar de algún universo o alguna dimensión. Que le aproveche. Y que rece.

sábado, 11 de agosto de 2012

Un posible ABC de la ciencia

Parafraseando a mi amigo T., las opiniones son como las posaderas: todo el mundo tiene un par. En mi posadérica opinión, un posible ABC de la ciencia podría ser el siguiente:

A de Adelanto, de Avance, de Ayuda, de Ánimo. Sí, claro, la ciencia se compone de avances, pero ¿nos ayudan a todos? ¿Nos hacen avanzar a todos? Los científicos, ¿animan al resto a que mejoren, o los miran por encima del hombro porque ellos "no entienden"? Conozco científicos que se preocupan de que los demás sepan, de que aprendan, de que entiendan, de que avancen. Son minoría: conozco muchos más que se enfadan cuando les pregunto algo y no saben contestar. Pero en fin, a lo que vamos: A de algo que nos ayuda a avanzar a todos.

B de Bienhacer, de Bienestar, que podríamos combinar con la A de Altruista. No se trata sólo de avanzar, sino de hacerlo hacia algo mejor.

C de Colaboración, de Construcción, de Conjunto, de, por y para la Humanidad y el planeta.

Claro que podríamos hacer un alfabeto entero, con estas posibilidades o con otras. Permítanme ahora un pequeño reduccionismo, y quedémonos con una letra tres veces. Porque, a mis jovencísimos 40 años, me voy volviendo ligeramente excéptico, y muchas veces parece que a la ciencia la mueven las tres P:

PODER: te doy dinero para tus experimentos si con ellos consigues que dominemos el planeta. También es posible empezar con el vecino más débil, o con el adversario más odiado por el resto, o por quien tenga más petróleo o más oro. Quiero ser Dios en la Tierra.

PRESTIGIO: claro, claro que te haré el más poderoso sobre la Tierra; pero quiero que me lo reconozcas y me pongas mi nombre con letras de oro en todos los libros de Historia; y si hace falta, ya le robaré el invento a otro, o impediré que el suyo salga adelante, aunque sea más barato, de mejor calidad y más bonito.

PASTA: o plata, o pelas, o poderoso caballero; para qué nos vamos a engañar, quédate con mi nombre y mi invento, pero cúbreme de oro.

Ya, ya sé que estoy llevando las cosas al extremo, como siempre. Al extremo opuesto del de algunos que están en el extremo opuesto al mío, no sé si me explico. Repito: conozco científicos a los que podría nombrar, que se merecen todo mi respeto y más, y que no se merecen que yo escriba esta bitácora. ¿Por qué lo hago, entonces?

¿Por qué lo hago? Por Marte. Por la NASA. Por el Curiosity (curiosidad). Porque no puedo considerar la llegada a Marte de un montón de hierros un progreso de la Humanidad, de una Humanidad que consigue poner una bandera yanqui a millones de kilómetros, pero no consigue llevar pan ni agua potable a unos miles de kilómetros, a veces ni siquiera al otro lado de la esquina; que no consigue poner a políticos corruptos en la cárcel; que no consigue devolver a los papúes esa media isla que les robaron en los años 60 (y donde hoy en día están extrayendo oro esos mismos yanquis que han llegado a Marte... hm... ¿he dicho oro? ¿tendrá algo que ver?). Escribo esta bitácora porque en el mundo siguen aumentando los casos de sida y de malaria, y la gente muere de cáncer y de diabetes y de alzheimer y de un largo etcétera, sólo porque no hay gónadas masculinas para ponerse de acuerdo, concentrar esfuerzos y avanzar, aunque sea de forma anónima (el Puto Prestigio). Lo escribo porque hay científicos que usan la ciencia para justificar la muerte de seres inocentes, sólo por ser de otro genotipo (por ejemplo). Escribo esto porque me deja cierto sabor amargo el que la gente se llene la cabeza de "éxito científico" mientras seguimos inmersos en catástrofes humanitarias inacabables, en medio de las cuales incluso las guerras del coltán son un večerníček. La llegada a Marte de un cachivache es sólo una curiosidad mars más de un sector de la ciencia al que, hoy en día, no encuentro motivos para respetar. Entre otras cosas, porque tengo todo mi respeto concentrado en quien me ha demostrado merecerlo más que los constructores de curiosidades.

Una vacuna contra la malaria, el cáncer, el sida, y ya puestos contra la codicia, la maldad o la envidia, sería un progreso más significativo, la verdad. El que no lo vea es gilipollas.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Soy responsable

Soy responsable. Culpable. De problemas ecológicos. De problemas sociales. De crímenes contra la Humanidad. Me gusta vivir cómodamente. Cuando algo me va mal, culpo a los demás en lugar de ver qué puedo hacer yo por cambiar el mundo, por cambiar mi mundo. Cuando Eva me da la manzana, es su culpa si yo la muerdo, o la de Dios por darme hambre, o la del árbol por dar fruto, o de la serpiente por no tener patas. Así, no soluciono la vida de otros, ni la mía. Son consciente de ello. Sólo este momento. No quiero vivir con complejo de culpa, porque así no se puede vivir. Yo seré bueno, y el resto serán malos. No cambiaré, ni mi vida ni a mí mismo, que más vale malo conocido. Y cuando me digas que estás mal porque estás enfermo, compararé mi situación con la tuya porque han dejado de emitir mi serie favorita. Así ha funcionado el mundo desde siempre, y así es como tiene que funcionar. No quiero salir de esta Segunda Edad Media de oscurantismos disfrazados de siglos de después del de las Luces (los siglos traslúcidos). Se vive muy bien imaginando lo que producirá las sombras sobre el cristal iluminado. No estamos en una caverna, sino en una jaula de cristal, se vive mejor, con más luz. Aquí no llueve, no hace frío, y aunque me queje, nadie puede sacarme de aquí.

Hasta el día que alguien coja una piedra y nos despierte a todos por la fuerza.

martes, 31 de julio de 2012

Víctimas y victimistas

No voy a hablar de políticos. Voy a hablar de él, de ella, de ti y de mí. De la gente "normal".

Es que no es lo mismo. No son lo mismo uno que se queja y un quejica. No es lo mismo Marta Sánchez que Sancho Martínez. No es lo mismo un funcionario que otro.Y no es lo mismo ser víctima que ser victimista.

Fui a renovarme el DNI y el pasaporte. El mismo día. Para el DNI me atendió un hombre de mediana edad, sonriente, silbando, hizo comentarios graciosos. No se hizo el gracioso ni el simpático, sino que fue gracioso, simpático, agradable y me alegró el día. La pena fue que no me lo encontrara a él en segundo lugar: para el pasaporte, me remitió a una compañera suya que no me miró a la cara ni para ver si era yo el de la foto del documento; apenas miró el ordenador, porque estaba mirando un catálogo de moda. No me contestó al saludo. Una compañera suya incluso le llamó la atención: "Niña, que ya lo tienes" (el pasaporte acabado). Llegué a decirle que, si no tenía tiempo para dedicarme, que volvía otro día, para no molestarla (en su lectura de catálogos de moda en tiempo de trabajo que pagamos todos, por cierto).

Si estos dos fueran a protestar por una bajada de sueldo, resulta que el señor estaría protestando con todas las de la ley; pero la señora sería una geta acabada. El señor se merece un ascenso y una subida de sueldo; ella, el despido con una patada en el culo y sin indemnización.

Ya, ya oigo a algunos, Jorge, eres un sexista del guano, seguro que la señora tenía mejor cutis que tú y le cogiste rabia. Vamos con dos mujeres haciendo el mismo trabajo, también funcionarias. RPI: Registro de la Propiedad Intelectual. Fui con una consulta a la oficina provincial del RPI en Santander. Me recibió una mujer que lleva menos de un año en su trabajo. Mi consulta era, por decirlo suavemente, peliaguda, y yo era consciente de ello. La mujer, que me atendió de forma más que correcta, buscó la información en los libros, en las últimas actualizaciones en la red del Ministerio, escuchó toda la explicación de lo que se trataba, entendió de lo que le hablaba, me explicó la terminología, hizo lo que pudo y más. Salí de allí más que contento con su trabajo y su esfuerzo, y ello a pesar de que no hubo respuesta definitiva. Al final, me mandó un correo con la información de la oficina central en Madrid para que preguntara mejor allí.

Llamé. Dos veces. La primera no cogió nadie, y eso que dejé sonar el teléfono bien de rato. Pero bueno, todo el mundo puede tener un apretón en un momento dado.A la segunda, una voz de mujer al otro lado me replicó, casi sin dejarme terminar de hablar, que tenía que contactar con mi oficina provincial. Le expliqué que, precisamente, de mi oficina provincial me remitían, porque no sabían darme una respuesta. "Pues, ¿desde qué provincia llama?" (con un tono de "pero ¿en qué atraso viven fuera de esta oficina?". "Desde Cantabria". "Digame (voz de abandono)". Le explico la situación. Me contesta que no puedo registrar algo que no es mío. Le explico que es mío más de un 90% y el resto es obra huérfana. Me repite que no lo puedo registrar, porque no es mío. Le recuerdo que Bach y Beethoven también hacían variaciones sobre temas de otros y nadie pone en duda que esas variaciones son de Bach y Beethoven. Al final me dijo que lo intentara registrar y que ya lo juzgaría un examinador del RPI. Vamos: contribuyente, paga, y luego ya veremos si te damos algo por lo que hayas pagado. Eso sí, yo no voy a pasarte con un examinador, porque no me lo has pedido, porque no se me ocurre o porque no me da la gana. Eso sí, sin humildad, hasta ahí podíamos llegar.

Y se me ocurre que estas dos mujeres presentan, de nuevo, dos extremos: la primera quizá sea víctima, quizá no lo sea, de prejuicios por parte de su compañera de La Capi; de su novedad en el puesto; de la burocracia que hace que al más pintado le tiemble el pulso cuando viene un Jorge Otolio a registrar algo menos frecuente; y no menos importante, quizá sea (o no) víctima de todas las crisis que tenemos aquí (de valores bursátiles y morales, por citar dos grupos). La segunda mujer, si se le ocurriera quejarse un día, sería victimista.

Hay más casos. Me decía una enfermera hace poco que "vendrán los pacientes y esperarán que les pongamos buena cara, con lo que nos están haciendo desde el Gobierno". Ahá. Así que, como a ti no te gusta ser víctima, vas a ser verdugo. Qué bien. Y encima, te parecerá mal que te bajen la paga. Mientras que hay otras enfermeras que no se quejan, porque están demasiado ocupadas tratando de hacer que el paso por el hospital sea para los pacientes lo menos desagradable posible. No es lo mismo esta segunda enfermera que la primera. ¿O es que tengo yo la visión distorsionada?

Y es que demasiados, demasiados se suben a un carro que no es el suyo. Que si tienes una hipoteca para poderte independizar, y te bajan el sueldo, y te quitan la paga extra, y ya andabas justo, y a tu mujer la despiden, y te suben los impuestos y te crecen los enanos del circo, indudablemente, eres víctima; pero si tienes tres hipotecas para poder tener la casa de la playa y el apartamento para alquilar a estudiantes y la casa del pueblo, no eres víctima, eres gilipollas y que te ondulen. Que hay países con precios e impuestos similares a los españoles, donde no se sabe lo que es una paga extra y los salarios básicos, asquerosamente frecuentes, son la tercera parte de los de aquí. Y disfrutan la vida como pueden e intentan ser felices, sin casa en la playa, sin dos coches por miembro de la familia, sin cuatro televisores de plasma, sin fines de semana en la otra punta del país, sin aparentar y sin victimismos.

Me comentaba hace poco mi amiga A. de una pandilla que ella conoce, que varios están en el paro desde hace meses; pero se fueron de despedida de soltero a Tenerife. Desde Santander. De fin de semana. Eso es grosero, directamente: el billete se lo están pagando los que trabajan. Y entiendo que dentro del "mínimo existencial" está poder salir y tomar algo - pero los excesos NO pueden estar incluidos en ese mínimo. A mi amigo J. le quedan unos meses de paro. Cincuenta y tantos tacos. Buen trabajador donde los haya. A muchos como él les quitarán el paro injustamente; a otros, como a los "viajeros" domingueros mencionados, no se lo tendrían que haber dado nunca.

En Cruz Roja nos dijeron una vez que, si hubiera una catástrofe y hubiera decenas de heridos, teníamos que ignorar a los que más chillaban, porque eran los que, probablemente, menos ayuda necesitaban. Que los callados eran los que estaban realmente mal, y a los que había que atender primero. ¿Y quién va a poner el grito en el cielo por esta entrada de bitácora? Los patos heridos, que llaman en checo; o dicho en castizo, los que se pican, que ajos comen.

Hay muchas víctimas en España. Demasiadas. Los que pasan hambre, los que no llegan a fin de mes, los que han visto cómo subían los precios de las viviendas y compraron algo antes de que fuera demasiado tarde porque sabían que lo iban a necesitar, etc. Por respeto hacia los que están realmente mal, los que tenemos trabajo y "sólo" necesitamos quitarnos lujos innecesarios, deberíamos callarnos la boca. Los que tienen hipoteca de primera vivienda y no tienen trabajo estable o cobran lo justísimo o menos, y muchos otros que están en situaciones muy malas, tienen que sentirse insultados cuando se comparan con ellos los que lo pasan fatal porque, con la crisis, la langosta ya no sabe igual. Exagero, claro. Quiero llevar a reflexión. Quejémonos. Hagámoslo de acuerdo a la magnitud verdadera de lo que nos afecte, o critiquemos la situación de lo demás, sin aprovecharnos nosotros, sin victimismos. De lo contrario, el día que os vaya realmente mal, a nosotros, directamente, nadie nos hará caso.

¿Y los políticos? Esos son harina de otro costal. Yo quería hablar de la gente "normal". A los delincuentes de corbata ya se refieren otros por todo internet. Personalmente, quiero creer que hay políticos honrados; pero no quiero hablar ni de los nobles ni de los innobles.

A ver, ¿quién se pica?

lunes, 9 de julio de 2012

Esas toses, esas oportunidades

En Cantabria estamos disfrutando de una oportunidad única: la que suponen los Encuentros de música y academia de Santander, que ya van por su duodécima edición. El acceso es gratuito a la mayor parte de los conciertos, y los que son de pago, lo son por un precio simbólico de 10 € (excepto el gallinero, por 3 €).

Con unos 50 conciertos repartidos por toda la provincia, ya no hay excusa para no escuchar música clásica. Y si alguno pensaba poner que "seguro que está lleno", que se busque otra: he ido a dos conciertos de una calidad, a mi laico entender, muy alta, tanto de composiciones como de interpretación, y la inmensa mayoría del público estaba a la altura.

Claro que siempre hay excepciones. Siempre hay alguno que tose, o se sorbe los mocos, o carraspea, o come chuches, o necesita cinco minutos para abrir un caramelo y chafar el pianissimo a todo el personal de una sola tacada. O a quien se le escapa el mecanismo del paraguas plegable cinco veces en una actuación. En fin, que esas cosas pasan hasta en las mejores familias. También el aire acondicionado hace ruido - pero a quien no le guste pasar calor, preferirá ese leve murmullo a perderse el concierto por miedo a sudar demasiado.

Si uno quiere poner pegas, las encontrará. Yo he decidido dejar de ponerlas y disfrutar de esta oportunidad. Porque, para qué nos vamos a engañar, estas cosas gratuitas no suelen durar muchos lustros; y es una suerte como pocas, tener salud, tener los medios, la cercanía, el tiempo de ir a ver este regalo. Uno no se puede permitir el lujo de centrarse en las pegas, que de esas ya hay demasiadas por el mundo y en las mentes ajenas: tenemos el deber moral de disfrutar este privilegio al que muy pocos pueden acceder por las circunstancias antes mencionadas y muchas otras.

Y a los que tosen, deseémosles mejor salud. Quién sabe, quizá sean molestones profesionales o aficionados, cuyo mayor placer en esta vida sea incordiar en momentos sublimes de conciertos. En ese caso, otra razón habría para ignorarlos: aprovechar la oportunidad de aguarles la fiesta. Yo he conseguido cerrar el oído a los ruidos ya en dos conciertos, y espero estar aprendiendo y que me dure.

Gracias, señora O'Shea, gracias, señor Csaba (köszönöm), por esta edición del Encuentro, por permitirme acceder a tanta música de calidad justo cuando más la necesito, por lo que estoy aprendiendo de música y en otros campos personales. Me gustaría llevarles una flor a cada uno a un concierto. Igual hasta me atrevo, pero por si no me atreviera, aquí queda esta bitácora.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Weinberg


"Para que la buena gente haga cosas malas hace falta religión.”
Steven Weinberg

Evidentemente, Steven Weinberg no ha pasado por ningún país del antiguo bloque soviético, donde la religión estaba prohibida y el ateísmo institucionalizado llevaba a la gente buena a hacer cosas muy malas. En todos los países comunistas han muerto miles de personas, decenas y cientos de miles han sido perseguidas, y de todas ellas, algunas (y no pocas) fueron perseguidas por motivo de querer practicar su religión. Stalin era ateo, y él solito ordenó la muerte de millones de personas.

Aunque... pensándolo bien, siempre he creído que el ateísmo es una religión, la religión del Dios inexistente. Hm... Quizá Weinberg tenga razón después de todo... ¡Acabemos con el ateísmo! Sus adeptos son los peores fanáticos. Matan porque quieren, no porque nadie se lo diga :D No pueden excusarse en un lavado de cerebro, ¡son perfectamente conscientes! ¿Qué hacemos con ellos?

(por si acaso, esto va de broma, y que ningún ateo tenga miedo, porque los creyentes convencidos y no fanáticos -la mayoría, de hecho- son gente educada en el amor y en el respeto al prójimo).

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cuentos sobre un cuentista

¿Saben aquel que diu... de una familia que va con un burro, y prueban todas las combinaciones posibles (subirse el hombre, subirse la mujer, subirse el niño, subirse tres, bajarse los tres) y, se crucen con quien se crucen, les critican? Que si el burro va poco cargado, que si va muy cargado, que qué mala mujer, dejando al niño que ande, que qué mal hijo, que sus padres tienen que caminar, que qué machista el tío que va solo en el burro.

Hoy he visitado a un amigo. Salió el tema de un conocido común. Este conocido común hace algo artístico. Lo hace muy bien. No es que tenga un gran potencial, sino que ha hecho y sigue haciendo cosas dignas o muy dignas de mención. Mencioné varios aspectos positivos en los que no coincidí con mi interlocutor, a quien no le gustaban. Mi interlocutor mencionó a una mujer que "sobreactuaba". Yo no mencioné que nuestro conocido común también sobreactúa, incluso para ser teatro. De hecho, creo que el 90% de lo que dije acerca de él o de lo que hace fue positivo o muy positivo.

Sin embargo, se me ocurrió mencionar un fracaso de este conocido nuestro, atenuándolo, diciendo que todos nos equivocábamos. Algo que mi interlocutor no conocía Insisto, por activa y por pasiva dije que era lo único que había visto que no me gustara. Tonto de mí, lo agravé al decir que no estoy interesado en cuentacuentos, en general (lo cual es cierto, he visto muchos, me encantaron una temporada de mi vida, pero hace ya años que los evito). Como cabía esperar, inmediatamente el atacado fui yo, que claro, mis opiniones estaban sesgadas por esa antipatía que yo sentía hacia el otro, antipatía que cuando se siente no se puede dejar nunca de lado.

Evidentemente, semejante afirmación tiene otros intereses que evidenciar algo en mí: o no me ha escuchado antes lo que he dicho, o quiere provocarme, o, como dice Don Miguel Ruiz, tiene sus propios problemas y se los ventila conmigo porque soy el que está más cerca. Yo no soy tan importante.

Que conste, Señor Ruiz, que estoy de acuerdo con usted. Y estoy seguro de que no soy el único al que, injustamente, tachan de parcial cuando intenta no serlo. Para qué nos vamos a engañar, creo que mi amigo tenía razón, y que no puedo evitar que me resulte antipático un individuo que, pese a todas sus cualidades técnicas, escribe y utiliza sus obras de teatro para poner en evidencia las faltas ajenas (especialmente las de sus compañeros de escena) y aliviarse así sus complejos de inferioridad; alguien a quien he oído repetidas veces reírse de los demás (y no incluyo en estas veces aquéllas en las que la víctima era yo); alguien que ha traicionado la confianza que deposité en él varias veces; alguien que no es capaz de ver más allá de su ombligo; alguien con quien aprendí la diferencia entre el egoísmo y el egocentrismo, porque era capaz de actuar con cada uno por separado, tan delimitada como excelentemente; alguien con más ganas de protagonismo que yo puntos en una escala abierta de autoconcepto cuando me pega el rato maniaco. No puedo evitar que me caiga mal alguien que va de maravilloso, alguien artero y calculador, pesetero, manipulador; alguien que respeta legalmente los derechos de autor, pero no así las ideas ajenas, y que "vende" sus obras sólo gracias a cierta limitación cultural de la mayor parte de su público, amén de ser otros forofos más o menos ciegos de este emperador desnudo. Desde pequeño he encontrado difícil encontrar simpático a alguien que hace todo lo posible a mis ojos por no serlo - dicho todo ello, eso sí, de forma totalmente parcial, porque también sé ser parcial, y porque estoy harto de actuar de forma hipócrita con respecto a mí mismo, de callarme esto que he dicho y muchas otras cosas que podría decir, porque veo que callármelas sirve tan poco como decirlas, pero así, al menos, descargo de una vez y para siempre.

No entiendo que la gente guarde lealtad a alguien que no me ha demostrado estar dispuesto a guardarla. Pero supongo que todos escogemos a nuestros amigos por motivos que ni nosotros mismos conocemos. Y que todos tenemos nuestros propios intereses. Entre los míos está el no servir de bufón a nadie. Ni cobrando en azafrán del bueno. Y puesto que mucha gente me va a criticar igual, voy a ser yo mismo, y al que no le guste, peor para él. Que tengo el mismo derecho a decir lo que pienso que aquéllos que están buscando la brizna en mis niñas. Dicho con toda la seguridad de que caerá en saco roto, con todo el rebote, pero también con todo el cariño. Sinceramente.

domingo, 6 de mayo de 2012

Alubias al hinojo

Luego siempre me dicen "y cómo hiciste el plato aquél", y siempre se me olvida, porque lo hago todo a ojo. Pues esta vez, antes de que lo olvide, fue al hinojo. Y al ajo, y al anís, y al...

- haz un sofrito de chorizo picante y ajo
- echa las alubias (blancas, tamaño medio alargadas, previa noche en remojo)
- al romper a hervir, pon a fuego lento y espera unos minutos
- echa pimentón dulce, hinojo, cilantro, anís y un siesnoés de curry (en su defecto, cúrcuma)
- al cabo de una hora, cuando las alubias estén ablandadas pero aún trisconas, añade zanahoria y cebolla
- cuando ya estén a punto (o casi), añade un par de dientes de ajo, cortados en dos o tres trozos, y una pizca de tomillo

¡No eches sal! Al menos, yo no la eché (ya tiene especias para parar un tren y el picante del chorizo). Sírvelo con pan de hogaza, oscuro o de semillas. Se puede añadir costilla o tocino (yo no lo tenía, y no me habría importado ponerlo).

En dos horas deberían de estar las alubias ya bien blandas, incluso sin olla a presión (yo no la tengo) pero se pueden dejar un poco más.

¡Buen provecho!

martes, 1 de mayo de 2012

Creatividad ≠ originalidad, productividad

Uno de los pares de palabras que se intercambian de forma tan incorrecta como abusiva es el formado por "creativo" y "original". Es necesario distinguir entre estos dos, y es difícil hacerlo, porque constantemente oímos a la gente utilizar uno en el lugar del otro, igual que sucede con el par normal-frecuente.

"Original" es algo nuevo. "Creativo" se puede entender como "original con respecto de uno mismo". Un niño que se inventare el cubismo sin haber visto nunca un cuadro cubista, será muy creativo, y será muy original para el mundo  como niño prodigio, claro está, pero en una acepción diferente de la aquí tratada; y además, sus cuadros no tendrán nada de original. Serán creativos. Y podrá hacer cientos de ellos y ser muy productivo.

Ya vimos que no es lo mismo escribir una greguería que inventar las greguerías. Lo primero es creativo y productivo. Lo segundo es original, y será creativo, además, el día que produzca al menos una. ¿O no? ¿Es la producción de algo una condición indispensable de la creatividad? Y de serlo, ¿contamos dentro de ese algo a la mera idea? ¿No será diferente la respuesta si esa "idea" se refiere a la imaginación de un producto (creación) o a un concepto (más discutible)? Éstas son otras de tantas cuestiones que planteo (y no sé si recibiré respuesta, teniendo en cuenta que aún no he recibido para las anteriores). Para mí, está claro que idear un concepto no es lo mismo que trabajar con ello; y cuando ese concepto se convierte en molde (la gallina / la gallina / Colón / y el huevo, para los que sepan de qué hablo), estamos hablando ya de producción en masa, y no más de creatividad. O cuando menos, hablaremos de una categoría diferente de creatividad.

En fin, que quizá esté sólo desvariando. Y es que en el fondo creo que la creatividad es inaprensible, y que intentar comprenderla es como intentar gemir mientras se huele - como si el aire pudiera ir en dos sentidos a la vez.

Y no, no considero esta entrada de blog ni original, ni creativa. Sólo es más volumen de información sin contenido, volumen que añado al éter como tantos otros. Nada más.

domingo, 29 de abril de 2012

Estrellas y estrellados

Siempre se ha dicho que más vale nacer con estrella que nacer estrellado. Veamos si podemos estar de acuerdo con ello.

Empecemos por concretar la idea con la pregunta ¿es lo mismo tener estrella que ser feliz? La primera idea significa "tener suerte, que todo salga como uno quiere". Y si todos queremos ser feliz y lo conseguimos, ¿no tendremos entonces suerte? ¿No estará saliendo todo como queremos? Ésta es la sinonimia de la que va a tratar la siguiente bitácora.

Primero, tendríamos que ver qué merece más la pena, y si tener una buena vida (nacer con estrella) es lo mismo que una vida que merezca la pena ser vivida. Una "buena" vida difícilmente nos va a traer todos los extremos: no conoceremos el dolor extremo, y por tanto la mayor felicidad del mundo no parecerá tan grande, al faltar el contraste. Luego para conocer una mayor felicidad, necesitaremos conocer un sufrimiento mayor.

Por otra parte, se ha dicho que el conocimiento no da la felicidad, y que es más feliz el ignorante que el sabio. Permitan el cambio de "sabio" por "conocedor". El conocedor, sea por experiencia propia o por formación, puede identificar mejor lo que es la felicidad y lo que no lo es, y dirigir sus pasos hacia ella. No entro en el debate de si la felicidad existe, porque para mí es un hecho indiscutible como el aire que respiro. Se podría discutir su naturaleza y duración, pero no su existencia, que comparte cosas del paradigma y ¡ay! del  arquetipo. Todos buscamos la felicidad. El conocedor tiene más probabilidades de saber lo que conduce o, por negativa, lo que no conduce a ella. Hablando de emociones, cabe suponer que la experiencia propia será más significativa que la ajena, en este sentido; por no olvidar que no a todo el mundo le produce sensaciones agradables el mismo podnět (estímulo). Dicho de otro modo: conocer el sufrimiento en propias carnes, cuando va alternado por situaciones de bienestar, no nos da, pero nos permite tener, un mayor conocimiento sobre dónde puede estar la felicidad. Léase: una mayor diversidad de experiencias y sentimientos personales en la vida (= haber nacido sin tanta estrella), nuevamente, aumentará la probabilidad de conocer una mayor felicidad.

Sin embargo, oímos aquí, acá, allí, allá y acullá que hay que ser egoístas, que nadie piensa en los demás, que hay que buscar las propias metas... Estas frases, pronunciadas, oídas, escritas y recomendadas desde siempre, cobran especial peso en nuestra época de individualismo extremo. La idea de que la felicidad consiste en ayudar al prójimo se considera cándida (ingenua), poco práctica, casi estúpida por demasiado idealista, quijotesca (= de locos). Estos comentarios son dichos incluso por gente que vive en contra de tal afirmación, ayudando a los pobres, escuchando a los demás, sirviendo al prójimo en ciento y una formas diferentes; y cuando atienden a su propio consejo, por presión interna o externa, por cansancio vital, por circunstancias o porque sí, qué más da, de repente se encuentran un día contándote que aquélla había sido la etapa más feliz de su vida. Y es que, para qué nos vamos a engañar, si uno piensa en su dolor de muelas, duele más que si se distrae; y cuanto más lejos pongamos nuestra atención del dolor interno, menor será la atención que demos a dicho dolor. ¿Dónde estará mejor, entonces, toda nuestra atención, si queremos sacarla de dentro, que fuera, ...donde otros, por ejemplo?

Esta idea enlaza con una última, que es la de la satisfacción. Cuando algo nos sale bien, nos sentimos satisfechos, un poco más felices. Cuando ayudamos a los demás, nos sentimos bien con nosotros mismos y somos un poco más felices. Cuando somos incapaces de ponernos en la piel del otro, porque no hemos vivido jamás eso (por ejemplo, estar en el paro), no somos buenos amigos, sentiremos que hay un conflicto cognitivo irresoluble, y ése será todo nuestro avance en la materia, que esa noche dormiremos igual. Por otro lado, cuando sabemos por lo que otro está pasando, bien porque lo hemos vivido de cerca en nuestros años de servicio, bien (aun mejor) porque hemos pasado por ello nosotros mismos, estaremos en una posición más apta para ayudar de verdad, para sacar al otro del hoyo, para ponernos al otro y a nosotros mismos un paso más cerca de la felicidad (arquetípica o paradigmática). Ayudar a los demás, aunque no siempre lo agradezcan, nos hará sentir que tenemos un papel en este mundo; y cuando nos lo agradezcan, que será más veces de las que sospechemos, nos sentiremos más queridos. Haber sufrido no nos da sólo una vida más rica, sino más sentido a la vida, y un mayor conocimiento de los entresijos de este barco y las líneas de este mapa nos dará un mayor control sobre nuestro rumbo.

En literatura y en la vida, vemos a gente a la que le ha ido bien desde que nació. Sólo en casos excepcionales es capaz esta persona, este personaje, de superar las dificultades inesperadas. Siempre hablamos de gente con una gran capacidad de superación, dormida durante lustros o décadas, capaces de autocrítica, de aprender... Evidentemente, esto está más cerca del personaje de ficción que del individuo de carne y hueso, pero incluso en éste es posible el milagro. En definitiva, cabe decir que, en lo referente a la consecución de la felicidad, quien nace con estrella, nació estrellado; y quien nace estrellado, ha visto las estrellas. Sólo éste puede aprender a verlas como esa meta a la que volar. Y si no le cortan las alas, y aunque no llegue nunca, ¡volará!

Conclusión: puesto que todos somos diferentes, que cada uno escoja. No es válido afirmar que más vale nacer con estrella que nacer estrellado, puesto que valdrá más aquello que lo aproxime a uno más al tipo de vida que quiera vivir, la del gusano o la del pájaro.

martes, 24 de enero de 2012

Escupiendo para arriba

Querido FBI:

Gracias por cerrar Megaupload. Lo has hecho en el momento justo. Al menos, para mí.

Y es que estaba ya planteándome que, cuando todo el mundo hablaba de colgar sus documentos en la nube, y de sus ventajas, y pasa de disco duro, de cds, de soportes de todo tipo, por no hablar ya de esa siglopasadez del papel, por Ford bendito, espabila; cuando ya estaba ya casi convencido, e incluso había empezado a colgar algunos documentos, tímidamente, aún con copias de seguridad por todo el orbe físico y virtualmente impalpable, ¡ZACA! No sólo FBI hasta en la sopa, sino incluso SOPA hasta en el FBI antes de terminarla de cocer.

Lo que es cocer, no me es-cuece nada, porque (a) no tenía nada en MUL (b) no usaba MUL (c)-onclusión: por no perder, es que ni la tranquilidad he perdido. Ni un documento, ni un minuto de sueño, sólo quizá estos minutos que estoy dedicando a escribirte estas líneas.

Y te las escribo porque me has quitado un peso de encima. Yo siempre preocupado, con esta angustia cangrejística por un futuro nequérrimo en el que todos como tontos cargamos todo en internet y tú te lo podías estudiar a tu antojo cuando te diera la gana, y total, para nada. Ahora, muchos se han llevado el susto. Muchos dejarán de colgar sus cosas en internet. Muchos no empezarán. Algunos quizá ya hayan empezado a no tener sus documentos en ningún dispositivo conectable a internet, por si los jacos (los tuyos, claro). O por si los de Troya (los jacos troyanos). O por cualquiera de la virtualmente inacabable lista de riesgos, meteoritos incluidos.

Creo que has tirado un pedrusco bien gordo a tu propio tejado. Tan gordo, que te has quedado al descubierto. A la intemperie. Temporal, que los humanos olvidamos rápido, y las nuevas generaciones, en un abrir y cerrar de huindous estarán otra vez dándote carnaza.

Yo espero haber aprendido la lección antes de mi examen. Quién sabe: nadie es perfecto, y algunos profesores (como el difunto L-L, en su día conmigo) se inventan los suspensos. Porque lo que nos engorda no es la comida, ni el dinero. Es el poder. Y si no tienes pruebas, pero tienes tirria, ya te inventarás un MUP para encerrar a quien más gordo te caiga, pese lo que pese ese gordo relativo y a quien pese.

Nadie está seguro, hoy en día. Y nadie es perfectamente bueno ni malo. Hoy, yo creo que tienes la batalla perdida. Porque FBI sólo hay uno, y los anónimos, como bien dicen de sí mismos, son legión.

Soy de los que piensan estáis pagando a mucha gente para decir que los cines están más llenos desde el viernes (creo que, de todos mis amigos y conocidos que van al cine regularmente, ninguno ha ido al cine este fin de semana, digan lo que digan en las noticias); pero es que aunque fuera cierto, a ver lo que os dura. Que la cultura está muriendo, sí; pero por toda la basura que se publica, porque va a haber que inventar un nuevo término de lo que es cultura. ¡Y ni siquiera he mencionado aún los precios!

De momento, gracias, y descansa en paz el tiempo que te quede.

lunes, 9 de enero de 2012

Diciembre

Vuelta al proceso laboral. Ya, ya sé que es enero (incluso tan tarde como un nueve). Y no, no quiero sonar resignado ni pesimista. Me encanta volver al trabajo.

Y me encanta volver al trabajo por multitud de razones. Para mí, la rutina es un salvavidas en el mar de las tendencias autodestructivas, y también una fuente de inspiración para mis ratos de ocio, no sólo por todos esos sueños y aspiraciones de los que me lleno para "el día que tenga tiempo", sino porque uno ve a personas y sus reacciones, situaciones, noticias, preocupaciones, que no tienen cabida en la burbuja del "pasamitiempo", del "migocio" (como opuesto al ne(g)ocio).

Pero es que ayer noche aún pensaba que mis vacaciones de Navidad tan sólo habían sido sobrevividas sin grandes penas ni lágrimas; y me bastó un viaje de 26 minutos en autobús hasta el trabajo para darme cuenta de que no ha sido así, que han sido unas vacaciones especiales en muchos sentidos:
  1. He desconectado y he descansado (no me pasa en todas las vacaciones, como muchos sabéis).
  2. He acudido al médico, que me hacía falta (y no voy siempre que me hace falta).
  3. He escrito, he compuesto, he ordenado papeles, he limpiado la casa, he practicado piano y guitarra, he grabado un par de canciones, en definitiva, he aprovechado el tiempo (lo cual, teniendo en cuenta el punto uno, tiene especial mérito, reconocedlo); y ello tanto para cosas necesarias como para mis proyectos particulares.
  4. He hecho una gran variedad de trabajos manuales: marquetería, cestería, costura, pirograbado... lo cual me ha ayudado a ordenar muchos pensamientos y, cómo no, a sorprender gratamente a algunas personas.
  5. He paseado y he visitado a parientes y amigos.
  6. He leído (cómic, novela, bitácoras, noticias) y he escuchado música (clásica, romántica, moderna), mucho más que normalmente, de gran variedad de autores.
  7. He peleado con el mastodonte burocrático dos veces y he salido victorioso en al menos la primera ocasión (espero que la segunda también).
  8. Una amiga que cometió suicidio resultó, al día siguiente, que la consiguieron reanimar y está vivita y coleando, aunque tardará en recuperarse, claro (y eso es para varias entradas de bitácora por sí solo).
  9. He visto a mis sobrinas andando. A las dos. Y familia, amigos y yo nos hemos visto por la cámara web. Ya no hay distancias físicas, sólo personales.
  10. He descubierto una bitácora en inglés tremenda, de la que he leído y leído durante las vacaciones, que me ha abierto los ojos sobre muchas cosas que hago bien y muchas que sigo haciendo mal. Lo siento por quien le pese, pero una buena autocrítica necesariamente debe incluir reconocer lo que se hace bien. Todos hacemos cosas bien. Y reconocerlas en voz alta no es necesariamente presumir, sino principalmente enseñar a otros el camino, con presunción o sin ella. Si alguien está acomplejado o es egoísta, es su problemaÑ yo no quiero caer en ninguna de esas dos categorías. En cuanto a la bitácora en cuestión, podéis acceder a ella pinchando aquí.
Éstos son algunos ejemplos. Han pasado más cosas, algunas demasiado privadas para compartirlas con la nube (en persona, por teléfono o por emilio ya es otra cosa). Teniendo en cuenta todo lo que he dormido y todo el tiempo que he perdido... creo que han sido unas vacaciones tremendamente intensas.

Eso sí, ojalá tenga muchas tan intensas y relajantes como éstas. Vacaciones que merezca la pena haber vivido. Vacaciones que me hagan trabajar mejor. Vacaciones que me enseñen el camino para ser alguien mejor que antes, siga dicho camino o no. Vacaciones con tiempo para los demás y para mí mismo. Vacaciones sin aburrimiento.

Vacaciones que me hagan soñar con las próximas.