jueves, 30 de diciembre de 2010

Estonia - primeras impresiones (extracto)

Primeras impresiones.
La nieve, el olor (¡como en Brañavieja!), muchísima nieve, los conductores van despacio, el aeropuerto es pequeñuco y uno se orienta fácilmente... Las casas son grises con marcos blancos. La esperanza de renovada tradición, al menos con el siempre hermoso adorno de la nieve, parece haberse cumplido. También la gente es, de momento, como esperaba: afable, diría que muy amigable. La mujer de la tienda me dijo que me cambiaba 500 coronas, que no era un problema... Que dentro de dos días, si quisiera cambiar 500 euros, ¡sí que tendría (ella) un problema!

[...] El taxista, correcto. Se quedó como esperando el redondeo. Lo siento por él. Comparado con la tendera y CON LA RECEPCIONISTA, lo siento, ya se llevó las gracias. A la recepcionista tengo que invitarla a cenar. Es guapísima, simpatiquísima y tremendamente servicial. Gracias a ella, ¡ya tengo todas las monedas de céntimos y coronas de Estonia! ¡A los cinco minutos de llegar al hotel! Y además, se vio que estaba contentísima de que intentara hablar en su idioma (buenas noches, tengo una habitación reservada, mi nombre es... y ese es todo mi estoniano).

El hotel está limpio, el baño es moderno, hace calor, estamos EN PLENO CENTRO. Los edificios son bonitos, las plantas bajas y algunos hasta a más alturas parecen hechos de piedra (como rectángulos de caliza), supongo que sea sólo la decoración de la fachada. No hace tanto frío como esperábamos.

En el aeropuerto, una mujer estoniana, casada con un checo y de viaje de Nochevieja, nos dio un montón de consejos sobre cosas para ver, para comer y para disfrutar en general de Tallinn, incluso un par de excursiones por los alrededores.

Me sorprenden los billetes tan nuevos, considerando que pasado mañana ya no van a valer nunca más.

Y tengo un hambre de caballo.

No hago más que pensar en la recepcionista.

[...] Tengo otra historia preparada. Un hombre y sus sueños, una semana...

jueves, 9 de diciembre de 2010

Por si acaso

El politizado diario "El País" jamás ha publicado ni uno de los comentarios que les he mandado a diferentes noticias. Por ello, como dudo que publiquen el que les acabo de mandar sobre una noticia (véase en http://www.elpais.com/articulo/espana/EE/UU/desintereso/pronto/hipotesis/ETA/11-M/elpepuesp/20101209elpepunac_2/Tes ), pues escribo mi comentario aquí. A sice,

Voy a citar textualmente para luego comentar: "[...] citando -como era público y notorio- el convencimiento transmitido por el Gobierno de Aznar sobre esa autoría". ¿Según qué medios? Porque tanto El País como El Mundo, en sus ediciones del día del atentado, mencionan la "opinión personal" de UN ministro, y NADA MÁS. El Gobierno, al menos en las 24 horas siguientes al atentado, no tuvo postura oficial. Y que yo sepa, no la tuvo hasta pasadas las elecciones, ésas en las que los terroristas buscaban un cambio de gobierno - y a fe que lo consiguieron. Es la mayor victoria terrorista de todos los tiempos, en número de víctimas y en logro político, sea quien fuera su autor.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Zapatero, controlador

Vamos a ver... Por muy importantes que sean los controladores aéreos, ¿con qué derecho les pueden obligar a ser "militares"? No estoy de acuerdo con las exigencias de los controladores, pero ojito, conciudadanos, que la respuesta del Gobierno es desmedida y se la está aplaudiendo todo el mundo sólo porque los controladores nos caen mal. ¿Y por qué nos caen mal?
  1. Porque ganan mucho dinero y les tenemos envidia.
  2. Porque quieren ganar más dinero (ya... como que el 99% del resto de la población NO quiere semejante felonía).
  3. Porque tienen poder, como los políticos, a diferencia de los cuales no tienen inmunidad parlamentaria.
Entonces, como nos caen gordos, les tenemos envidia, ganan mucho dinero y por tanto se merecen cualquier cosa que les pudiere pasar (sic - por si acaso), pues les van a hacer militares por protestones. Y yo que creía que teníamos derecho a la huelga.

Me parece grave que no vayan a trabajar, que paralicen los vuelos de un país, que sean tales inopitas (habitantes de la Inopia) como para no percatarse que ganan demasiado dinero comparado prácticamente con cualquiera; pero que un Gobierno obligue a trabajar a un ciudadano so pena de ser juzgado militarmente, no me parece nada, pero que nada adecuado.

¿Por qué no se hace lo mismo con aquellos médicos que no hacen su trabajo como deberían, si también ganan más, tienen un trabajo de alta responsabilidad, tienen poder y prestigio (cosa esta última, el prestigio, que los controladores no parecen tener) y a veces, en algunos países y lugares, también amenazan con huelgas? Supongo que porque les tenemos más miedo: de las manos del médico no te escapas, y de las del controlador sí...

Señor Presidente, ¿qué colectivo militarizará a continuación? ¿A los gays contra la Iglesia, so pena de invalidar sus matrimonios? ¿A los médicos antiabortistas, por no apretar el gatillo contra los fetos en el paredón? ¿A los inmigrantes?

En el extranjero, algunas personas ven ciertas semejanzas entre esta movilización del ejército y la del 36. Yo no lo veo así - pero seguro que los que lo creen están incómodos.

Mi pregunta final, ya para acabar, es... ¿Juzgarán por lo militar también a los parlamentarios que no acudan a su lugar de trabajo, con o sin justificación? ¿Les condenarán también con penas de al menos 2 años de cárcel? No nos olvidemos que tienen en sus manos una altísima responsabilidad - que incluye, entre otras, la de conseguir que controladores, médicos y parlamentarios trabajen como deberían.

jueves, 2 de diciembre de 2010

No quiero verlo - las bodas

Hace poco, un compañero de trabajo se quejaba de que en Český Krumlov no haya más que tiendas para turistas. Yo le respondí que, a veces, uno no veía más que lo que quería ver, porque, desde mi punto de vista, también hay multitud de tiendas "comunes" (como carnicerías o librerías de barrio) y "únicas" (como la que probablemente sea la mejor tienda de música de todo el país) en su turistiquísimo centro. A esto, mi optimistérrimo y positivuá compañero contestó que era imposible ver lo que no existía.

Dejemos, pues, que los inopitas sigan viviendo en la Inopia que ellos mismos se crean a diario; y ofrezcamos a un tiempo a aquellos que quieren ver los barrotes de sus jaulas una descripción del brillo del metal con el que están hechas. O, cuando menos, ofrezcámosles otro punto de vista, quizá sólo tan equivocado como el resto.


En fin, ¿qué es una boda? De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, tiene dos acepciones:
1. f. Casamiento y fiesta con que se solemniza. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing.
2. f. Gozo, alegría, fiesta.


A estas acepciones hay que añadir que procede del latín vota, plural de votum, que significa voto o promesa.

En cuanto a casamiento, tres de sus acepciones son:
1. Acción y efecto de casar
2. Ceremonia nupcial
3. En Derecho, contrato por el que un hombre y una mujer se comprometen a vivir en matrimonio (en España, esta acepción está obsoleta a raíz de la aprobación de determinadas leyes, que hacen que se defina como contrato entre dos personas).


A continuación, busco nupcial, que es relativo o referente a las nupcias, que a su vez son sinónimo de boda o casamiento. Y ya he cerrado el círculo.


Matrimonio, por otro lado, tiene una acepción portorriqueña de plato de arroz blanco y habichuelas guisadas; también la de unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales; y continúan otras asociaciones, como matrimonio rato, clandestino y otros.


A partir de ahí, fórmese uno la idea que quiera de la definición correcta. En mi opinión, podríamos parafrasear la definición de boda como los "festejos en torno a una unión entre dos personas cerrada por unas promesas". Añadan si quieren los ritos y las formalidades, que NO VIENEN ESPECIFICADAS en el diccionario. Y no se especifican, a mi entender con buen juicio, ya que varían de un país a otro y de una cultura a otra, hasta el punto de que determinados matrimonios o formas de contraerlos (como la poligamia) no son admitidos en otros países o culturas.

Pero no confundamos la velocidad con el tocino, el culo con las témporas o, yendo más allá, la eyaculación con el orgasmo. El hecho de que dos cosas se produzcan a la vez no significa que sean lo mismo. Si yo no quiero a una persona, por mucho papel que tenga, no voy a considerar mi matrimonio ni mi boda como auténticos. Si mi familia no lo aprueba, pensaré que me falta algo. Y no digamos ya si no lo consumo, en cuyo caso ni las autoridades lo darán por válido.


¿Es el sexo, en última instancia, lo que hace válido al matrimonio, entonces? ¿Es la boda un festejo por adelantado del sexo que va a haber, y sólo eso?


Pues no. Para mí, al menos, no.


Para mí, una boda (y siempre lo he creído así) es la ocasión en que dos personas deciden comunicar a las personas más allegadas y queridas que han decidido no sólo vivir juntos, ni tener un proyecto vital común, sino que además se comprometen a tratar al otro con respeto, tolerancia, reciprocidad, cariño, comprensión, compartición de unas responsabilidades y reparto de otras... y, dependiendo del acuerdo que tengan y de las posibilidades físicas, se puede extender al sexo en común, a la monogamia y a las propiedades comunes (cuenta bancaria, piso). Entre las responsabilidades está, entre otras, la eventual educación de los hijos.


Todo esto son pensamientos quizá demasiado inconexos. Para unos, una boda por lo civil no es válida. Para otros, no lo es si los contrayentes no tienen el beneplácito de sus padres (como en la India). Pero en realidad, hay demasiadas bodas juntas en el mismo día: la civil, la religiosa, la familiar, la de la pareja y la sexual, y no todas tienen que producirse en el mismo día ni en absoluto para que la boda sea considerada como válida por unas u otras personas.


Entonces, ¿cuál es mi opinión? Pues que una boda de verdad es aquella que los contrayentes consideran como tal. Y el resto pueden opinar lo que les dé la gana, que sólo tendrán razón si piensan lo mismo que los contrayentes. Con papeles, familia, tradiciones, religiosos, hijos o con lo que se quiera, no tenemos derecho a juzgar por qué la gente actúa de una forma u otra o cuán legítimas son sus actitudes y sus promesas.


Mi matrimonio lo será al margen de la ley, como lo fue la boda de mi madre cuando se casó por segunda vez. No será ilegal, ni ilegítima, ni clandestina: será alegal, legítima y privada. Y será asunto nuestro, no de nadie más.


Y los impuestos y el papeleo, me los ahorro, lo que me hará aún más feliz hasta que la muerte nos separe.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Pedro y el lobo

Pedro estaba intranquilo. Tenía un mal presentimiento. Miró la tormenta que se acercaba, el bosque cercano, su ganado en el prao, y se rascó la barbilla aún imberbe. Las ovejas habían dejado de balar, como si compartieran su desasosiego. Se quitó los auriculares del MP3, en el que había estado escuchando una obra de Prokofiev, y escuchó atentamente.

- ¡Un aullido! – gritó, asustado. Su perro había desaparecido de la vista. Silbó, lo llamó a gritos, golpeó un árbol cercano con su ahijada, pero el perro no aparecía. Un nuevo aullido comenzó a sonar, siendo interrumpido por el trueno que acompañaba a un rayo recién caído no muy lejos. Las ovejas echaron a correr, espantadas. Pedro sudaba de miedo y tenía escalofríos.

Pedro corrió detrás de sus ovejas, llamando al perro a gritos. Apenas se dio cuenta del chaparrón que empezó a caer, ni de que en cuestión de segundos estaba empapado. Sólo llamaba a su perro, maldiciéndolo por dejarlo solo con el lobo, indefensas las ovejas para cuyo cuidado había sido educado y alimentado. No se dio cuenta Pedro de que otro pastor lo había visto, desde la lejanía, desde lo alto de la colina que quedaba entre Pedro y el pueblo. Sin perder tiempo, el pastor se dio la vuelta y llamó a lobo a los del pueblo, con voz ronca y silbidos agudos. El párroco, que estaba en el campanario, dio la alarma sin demora, y en cuestión de minutos estaba todo el pueblo acudiendo a socorrer al pobre Pedro, que corría aún tras sus ovejas, lloroso, temeroso, mirando a todos lados y oyendo el aullido del lobo con cada fibra de su ser.

Encontraron los del pueblo a Pedro, montando guardia junto a sus ovejas, asubiadas junto a un enorme peñasco. Pedro, al verlos, comenzó a saltar, a cantar, a bailar, sonriente, despreocupado, porque al fin el lobo no se lo iba a comer, ni a él ni a su labor. No entendía las caras tristes de sus paisanos, que se dieron cuenta en ese momento de la fantasía sin malicia que afectaba a la cabeza de Pedro. Y no querían decirle nada.

- Ya hemos matado al lobo – le dijo uno, por piedad.- No tienes de qué preocuparte.

- Pero el perro, el perro no está – dijo Pedro.- ¿Lo habéis encontrado, tío?

- No te preocupes por el perro, que ya viene para acá.- El perro había estado siguiendo en la distancia a Pedro, dejándole el mando, visto que quería tomar el control del rebaño ignorándolo. Nadie se enfadó con Pedro. Ni siquiera el perro.

Pasaron los días. Mientras Pedro afilaba un palo, la niebla comenzó a echarse sobre el collado. El perro, inquieto, la miraba, e intentaba dar señales a Pedro. Éste, cuando se dio cuenta de que algo no estaba en orden, miró hacia donde señalaba el perro, y entonces lo oyó otra vez. ¡Era el aullido de un lobo! ¿Sería posible que fuera la pareja del difunto, o que, aún peor, otra manada de lobos se hubiera venido a vivir a la zona y estuviera ahora amenazando a las ovejas en el collado? Las ovejas estaban nerviosas. Pedro las echó a correr abajo, hacia el pueblo. Nuevamente fue visto, con pies alados por el pánico, y nuevamente fue dada la alarma, las campanas sonaron a lobo y los aldeanos todos salieron con dalles y palaganchos dispuestos a derramar la sangre de la fiera.

Cuando llegaron a lo alto de la loma, se cruzaron con Pedro. Miraron detrás de él, y tan sólo la niebla, todavía lejana, parecía ser amenaza. El perro, feliz, con la lengua fuera, moviendo el rabo y diríase que sonriente, era una clara muestra para todos de que no había lobo que temer, y que otra vez habían sido víctimas de la debilidad mental del chico sin que éste hubiera tenido siquiera la oportunidad de dar la voz de alarma por sí mismo. Juráronse interiormente que no volverían a cometer el error de creer las fantasías del pastorzuelo.

Llegó la fiesta de la Matanza. Todos estaban reunidos en la Casa del Pueblo. Las mozas disfrutaban siendo sacadas a bailar por sus habituales compañeros de labor, que habrían preferido irse al partido pero invertían así su tiempo en espera de lograr noviazgo, que tiene siempre otras ventajas de las que el fútbol carece. Pedro tenía los pulmones cargados del tabaco, el aire enrarecido y el olor a fritanga. Salió a la plaza.

No habían pasado ni cinco minutos, cuando Pedro volvió a la Casa del Pueblo, intentando que sus gritos sobrepasaran el volumen de la celebración. Pocos lo oían y nadie lo escuchaba, nadie tenía tiempo para los sustos del tonto del pueblo aquella noche. Pedro saltó a la tarima, cogió el micrófono a la cantante y gritó.

- ¡Lobos! ¡Lobos en el pueblo!

Sus paisanos hicieron una pausa en su alegría para, con ceños fruncidos, malos modos y peores palabras, agarrar a Pedro y echarlo de la Casa. Pedro lo intentó otra vez. Según entró, dos mozos lo cogieron por las sobaqueras y salieron con él, dispuestos a tirarlo, vestido de domingo, a la pila de estiércol más cercana.

Entonces oyeron la carnicería. Sin creer lo que les decían los oídos, acudieron al redil. Sin creer lo que veían sus ojos, se miraron uno al otro, se gritaron “¡Lobos!” y sólo entonces echaron a correr para dar la voz de alarma.

Tomados primero por bromistas siguiendo la locura de Pedro, les costaron lágrimas, un par de chicas empáticas y algo de tiempo convencer al Pueblo de que no era ninguna broma ni ninguna alucinación. Con todos los aperos guardados en los establos, donde los lobos estaban, los hombres y alguna moza más robusta tuvieron que apañarse con palos de escoba y fregona por toda arma, el más afortunado tenía el pie del micrófono de la charanguera.

Ya era tarde. Los lobos habían descuartizado los rebaños del pueblo con una única excepción. Pedro había defendido, en el último momento, su rebaño con sus propios miembros, pegando patadas y puñetazos a las fieras. Ahora yacía en el suelo, cubierto de su propia sangre, orgulloso de haber defendido a sus ovejas, sin rencor alguno hacia los que no lo habían creído. Sus paisanos ahora lo miraban fijamente, armados de forma prehistórica, sin entender a Pedro, sin entender nada, sin saber qué hacer a continuación, en absoluto silencio. Sólo se oían los jadeos de Pedro y el tierno balido de un cordero recién nacido.

jueves, 12 de agosto de 2010

Me han robado el móvil.

Me han robado el móvil. En la playa. Como al 90% de los descuidados de este verano de crisis de valores. Porque si fuera para comer, bendito sea Dios; y si era por capricho o por droga, podría decir "mala lepra se le coma los dedos", pero... no puedo.


Y no puedo evitar de ver lo positivo en todo esto: se me había olvidado la cámara de fotos en casa, se llevaron el móvil nuevo pero no el bueno, todo el material de Prop. Int. que tenía allí está ya registrado a mi nombre, y lo único que no lo está, está lo suficientemente escondido en mis "Hlavolamy II" - y además, me motiva a escribir para sacarlo antes a la luz. Mi sexto sentido me avisó y no hice caso - he recibido una prueba más de que mi sexto sentido es infalible (jódanse bien jodidos aquellos que llevan mal su infalibilidad). No me robaron la tarjeta de crédito, imprescindible para subir a bordo de los 13 (!!!) vuelos que tengo pagados con ella (uno de ellos pasado mañana). Descubrir mi bolsa abierta hizo que se me pasaran esos calambres en el estómago que me empezaron al salir de cuentas mi hermana.


En definitiva, HOY HA SIDO UN GRAN DÍA. Le pese a quien le pese. Y al ladrón, gracias y que le aproveche. El verano que viene se encontrará con un cepo para osos dentro de la bolsa.


Réquiem por unos deditos caprichositos.

martes, 10 de agosto de 2010

Puestas de sol



Un atardecer con nubes en la costa cántabra.

Por qué no quiero mi AVE a Madrid por Bilbao y sí por Palencia

Soy de Santander, Cantabria. El señor ministro Blanco dice que no entiende el "empecinamiento" que tenemos los montañeses con un tren AVE por Palencia en lugar de por Bilbao. No sé de dónde será este señor ni con qué parte de su anatomía hará cálculos matemáticos, que los hará mejor que yo y más inteligentemente, pero permítanme hacer la cuenta de la vieja desde un punto de vista diferente al de los intereses presupuestarios del Gobierno (el actual o el que fuere). Pensemos con el bolsillo, pero con uno diferente, a ver si así nos comprenden.

De Santander a Madrid hay 393 kilómetros. De Bilbao a Madrid, 395. De Santander a Bilbao, 108. Un AVE Madrid-Santander por Palencia son 240 + 201 = 451 kilómetros. Un AVE M-S por Bilbao, 503 Km (véase http://www.altc.info/distancias.html para las distancias). Son "sólo" 52 kilómetros más - que en ida y vuelta se transforman en 104. Supóngome yo que un trayecto más largo lleve aparejados costes más elevados, tanto en transporte de personas como en el de mercancías. Si yo fuera un empresario y quisiera enviar unas mercancías a un puerto del norte, ¿a cuál lo voy a enviar? A aquel que me suponga unos costes menores. Palencia no tiene puerto: si quiero mandarlo a un puerto y tengo que decidir entre Santander o Bilbao, ¿cuál voy a escoger? Dependerá de las tasas portuarias, desde luego. Y de los kilómetros (con el tiempo y el dinero que conllevan) para llegar a uno u otro.

Desde luego, no estoy en contra de que haya comunicación AVE con Bilbao. Lo que no veo es cómo puede beneficiarnos a los montañeses (= cántabros) tener exclusivamente conexiones con Bilbao. Si hay AVE por Palencia, la diferencia de kilómetros es de los mencionados 52. De no haberlo, para enviar mercancías a Santander, sube a 108. La competitividad del puerto de Santander, ¿se reduciría? Este sistema de colocación de infraestructuras, ¿se repetirá, por ejemplo, poniendo un AVE Valencia-Madrid por Segovia? ¿Desviarán el Madrid-Zaragoza por Toledo y Huesca? ¿Nos pondrán a nosotros alguna subvención estatal especial (sic), como a otros compañeros de península?

Las subvenciones llegan y se van. Las infraestructuras quedan. Cuestan mucho dinero, pero son una inversión segura: una mayor red de infraestructuras dota de mayor competitividad y comunica mejor a las regiones (a todas) con el mundo. Queremos infraestructuras. No queremos ser inferiores al resto, queremos los mismos derechos, queremos el mismo trato de favor. Ni más ni menos. Si al señor Blanco le gusta que le hagan de menos, está en su derecho. Nosotros no somos así. Somos normales. Y por eso, nos empecinamos en que nos traten igual de bien que al resto.

Porque, además, lo valemos.