Lo tenía hace años en mi lista de buenos propósitos. Fue el primer año que no cumplí mis buenos propósitos para el año nuevo. Claro que fue la primera vez que alguien me exigió que los cumpliera (porque, que yo sepa, fue la primera vez que alguien tuvo la falta de decoro de leerse mi lista de principio a fin y encima permitirse juzgarla). Así que no aprendí a nadar.
Ya, claro, ya oigo algunos: "¿De Santander y no sabes nadar? ¡Qué vergüenza!". Espero que no se le ocurra a nadie de España que no sepa lidiar un toro, bailar flamenco y tocar la guitarra, por mencionar algunos tópicos. Aunque si alguien es así de listo o así de tonto, supongo que no lo iba a captar.
Pues nuevamente son los comentarios paternalistas, y que hay que nadar cuando a tu pareja le sale de la axila y no cuando tú te sientes sirenito, y que qué mal nadas, y que yo nadaba profesionalmente, y que, sí, estoy tocándote el escroto en sentido figurado porque quiero que te sientas frustrado de no saber nadar.
Los obstáculos para hacer algo están siempre en nuestra mente, es cierto. Sí, si tenemos una voluntad de hierro, somos capaces de mover montañas. Pero cuando hemos entregado toda nuestra confianza a alguien que, con la mayor de las sutilezas, nos va minando gradualmente la confianza que teníamos en nosotros mismos, llega un momento en el que uno no encuentra su propia voluntad y no sabe dónde la tiene ni dónde empezar a buscar. Y cuando pide ayuda a aquella persona en quien más confía, esta harpía lo utilizará para hundirlo un poquito más, sin brusquedad, no sea que se dé cuenta de quién le está pisando la cabeza.
Y un día te resolterizas, y ¡aaaayyyyyyyyyyyyy! El placer de meterse al agua. Si está fría, porque refresca, si está caliente, porque te desentumece entero, si está templada porque te sientes flotando en el aire, el caso es que siempre está perfecta para un cole y unas brazadas, para probar todos los estilos, y descubres que tienes tiempo, ganas y capacidad para ir a menudo, para quedar con amigos en la pisci, para quedar con amigos tras la pisci, para hacer ejercicio antes y después, para nadar por la mañana, o al mediodía, o por la tarde, para hacerte socio de la municipal, de repente las señoras de la taquilla, que hasta ahora te miraban de un serio que daban miedo, te sonríen, se alegran de verte, y tienes un pique de cloro que no sabes cómo has podido vivir sin ello todos estos años.
Las parejas, a veces, te impiden mantenerte en forma. Y no sólo en cuanto a natación se refiere. Pero eso ya lo iremos viendo.
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lunes, 23 de diciembre de 2013
Tu pareja te impide... nadar
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martes, 31 de julio de 2012
Víctimas y victimistas
No voy a hablar de políticos. Voy a hablar de él, de ella, de ti y de mí. De la gente "normal".
Es que no es lo mismo. No son lo mismo uno que se queja y un quejica. No es lo mismo Marta Sánchez que Sancho Martínez. No es lo mismo un funcionario que otro.Y no es lo mismo ser víctima que ser victimista.
Fui a renovarme el DNI y el pasaporte. El mismo día. Para el DNI me atendió un hombre de mediana edad, sonriente, silbando, hizo comentarios graciosos. No se hizo el gracioso ni el simpático, sino que fue gracioso, simpático, agradable y me alegró el día. La pena fue que no me lo encontrara a él en segundo lugar: para el pasaporte, me remitió a una compañera suya que no me miró a la cara ni para ver si era yo el de la foto del documento; apenas miró el ordenador, porque estaba mirando un catálogo de moda. No me contestó al saludo. Una compañera suya incluso le llamó la atención: "Niña, que ya lo tienes" (el pasaporte acabado). Llegué a decirle que, si no tenía tiempo para dedicarme, que volvía otro día, para no molestarla (en su lectura de catálogos de moda en tiempo de trabajo que pagamos todos, por cierto).
Si estos dos fueran a protestar por una bajada de sueldo, resulta que el señor estaría protestando con todas las de la ley; pero la señora sería una geta acabada. El señor se merece un ascenso y una subida de sueldo; ella, el despido con una patada en el culo y sin indemnización.
Ya, ya oigo a algunos, Jorge, eres un sexista del guano, seguro que la señora tenía mejor cutis que tú y le cogiste rabia. Vamos con dos mujeres haciendo el mismo trabajo, también funcionarias. RPI: Registro de la Propiedad Intelectual. Fui con una consulta a la oficina provincial del RPI en Santander. Me recibió una mujer que lleva menos de un año en su trabajo. Mi consulta era, por decirlo suavemente, peliaguda, y yo era consciente de ello. La mujer, que me atendió de forma más que correcta, buscó la información en los libros, en las últimas actualizaciones en la red del Ministerio, escuchó toda la explicación de lo que se trataba, entendió de lo que le hablaba, me explicó la terminología, hizo lo que pudo y más. Salí de allí más que contento con su trabajo y su esfuerzo, y ello a pesar de que no hubo respuesta definitiva. Al final, me mandó un correo con la información de la oficina central en Madrid para que preguntara mejor allí.
Llamé. Dos veces. La primera no cogió nadie, y eso que dejé sonar el teléfono bien de rato. Pero bueno, todo el mundo puede tener un apretón en un momento dado.A la segunda, una voz de mujer al otro lado me replicó, casi sin dejarme terminar de hablar, que tenía que contactar con mi oficina provincial. Le expliqué que, precisamente, de mi oficina provincial me remitían, porque no sabían darme una respuesta. "Pues, ¿desde qué provincia llama?" (con un tono de "pero ¿en qué atraso viven fuera de esta oficina?". "Desde Cantabria". "Digame (voz de abandono)". Le explico la situación. Me contesta que no puedo registrar algo que no es mío. Le explico que es mío más de un 90% y el resto es obra huérfana. Me repite que no lo puedo registrar, porque no es mío. Le recuerdo que Bach y Beethoven también hacían variaciones sobre temas de otros y nadie pone en duda que esas variaciones son de Bach y Beethoven. Al final me dijo que lo intentara registrar y que ya lo juzgaría un examinador del RPI. Vamos: contribuyente, paga, y luego ya veremos si te damos algo por lo que hayas pagado. Eso sí, yo no voy a pasarte con un examinador, porque no me lo has pedido, porque no se me ocurre o porque no me da la gana. Eso sí, sin humildad, hasta ahí podíamos llegar.
Y se me ocurre que estas dos mujeres presentan, de nuevo, dos extremos: la primera quizá sea víctima, quizá no lo sea, de prejuicios por parte de su compañera de La Capi; de su novedad en el puesto; de la burocracia que hace que al más pintado le tiemble el pulso cuando viene un Jorge Otolio a registrar algo menos frecuente; y no menos importante, quizá sea (o no) víctima de todas las crisis que tenemos aquí (de valores bursátiles y morales, por citar dos grupos). La segunda mujer, si se le ocurriera quejarse un día, sería victimista.
Hay más casos. Me decía una enfermera hace poco que "vendrán los pacientes y esperarán que les pongamos buena cara, con lo que nos están haciendo desde el Gobierno". Ahá. Así que, como a ti no te gusta ser víctima, vas a ser verdugo. Qué bien. Y encima, te parecerá mal que te bajen la paga. Mientras que hay otras enfermeras que no se quejan, porque están demasiado ocupadas tratando de hacer que el paso por el hospital sea para los pacientes lo menos desagradable posible. No es lo mismo esta segunda enfermera que la primera. ¿O es que tengo yo la visión distorsionada?
Y es que demasiados, demasiados se suben a un carro que no es el suyo. Que si tienes una hipoteca para poderte independizar, y te bajan el sueldo, y te quitan la paga extra, y ya andabas justo, y a tu mujer la despiden, y te suben los impuestos y te crecen los enanos del circo, indudablemente, eres víctima; pero si tienes tres hipotecas para poder tener la casa de la playa y el apartamento para alquilar a estudiantes y la casa del pueblo, no eres víctima, eres gilipollas y que te ondulen. Que hay países con precios e impuestos similares a los españoles, donde no se sabe lo que es una paga extra y los salarios básicos, asquerosamente frecuentes, son la tercera parte de los de aquí. Y disfrutan la vida como pueden e intentan ser felices, sin casa en la playa, sin dos coches por miembro de la familia, sin cuatro televisores de plasma, sin fines de semana en la otra punta del país, sin aparentar y sin victimismos.
Me comentaba hace poco mi amiga A. de una pandilla que ella conoce, que varios están en el paro desde hace meses; pero se fueron de despedida de soltero a Tenerife. Desde Santander. De fin de semana. Eso es grosero, directamente: el billete se lo están pagando los que trabajan. Y entiendo que dentro del "mínimo existencial" está poder salir y tomar algo - pero los excesos NO pueden estar incluidos en ese mínimo. A mi amigo J. le quedan unos meses de paro. Cincuenta y tantos tacos. Buen trabajador donde los haya. A muchos como él les quitarán el paro injustamente; a otros, como a los "viajeros" domingueros mencionados, no se lo tendrían que haber dado nunca.
En Cruz Roja nos dijeron una vez que, si hubiera una catástrofe y hubiera decenas de heridos, teníamos que ignorar a los que más chillaban, porque eran los que, probablemente, menos ayuda necesitaban. Que los callados eran los que estaban realmente mal, y a los que había que atender primero. ¿Y quién va a poner el grito en el cielo por esta entrada de bitácora? Los patos heridos, que llaman en checo; o dicho en castizo, los que se pican, que ajos comen.
Hay muchas víctimas en España. Demasiadas. Los que pasan hambre, los que no llegan a fin de mes, los que han visto cómo subían los precios de las viviendas y compraron algo antes de que fuera demasiado tarde porque sabían que lo iban a necesitar, etc. Por respeto hacia los que están realmente mal, los que tenemos trabajo y "sólo" necesitamos quitarnos lujos innecesarios, deberíamos callarnos la boca. Los que tienen hipoteca de primera vivienda y no tienen trabajo estable o cobran lo justísimo o menos, y muchos otros que están en situaciones muy malas, tienen que sentirse insultados cuando se comparan con ellos los que lo pasan fatal porque, con la crisis, la langosta ya no sabe igual. Exagero, claro. Quiero llevar a reflexión. Quejémonos. Hagámoslo de acuerdo a la magnitud verdadera de lo que nos afecte, o critiquemos la situación de lo demás, sin aprovecharnos nosotros, sin victimismos. De lo contrario, el día que os vaya realmente mal, a nosotros, directamente, nadie nos hará caso.
¿Y los políticos? Esos son harina de otro costal. Yo quería hablar de la gente "normal". A los delincuentes de corbata ya se refieren otros por todo internet. Personalmente, quiero creer que hay políticos honrados; pero no quiero hablar ni de los nobles ni de los innobles.
A ver, ¿quién se pica?
Es que no es lo mismo. No son lo mismo uno que se queja y un quejica. No es lo mismo Marta Sánchez que Sancho Martínez. No es lo mismo un funcionario que otro.Y no es lo mismo ser víctima que ser victimista.
Fui a renovarme el DNI y el pasaporte. El mismo día. Para el DNI me atendió un hombre de mediana edad, sonriente, silbando, hizo comentarios graciosos. No se hizo el gracioso ni el simpático, sino que fue gracioso, simpático, agradable y me alegró el día. La pena fue que no me lo encontrara a él en segundo lugar: para el pasaporte, me remitió a una compañera suya que no me miró a la cara ni para ver si era yo el de la foto del documento; apenas miró el ordenador, porque estaba mirando un catálogo de moda. No me contestó al saludo. Una compañera suya incluso le llamó la atención: "Niña, que ya lo tienes" (el pasaporte acabado). Llegué a decirle que, si no tenía tiempo para dedicarme, que volvía otro día, para no molestarla (en su lectura de catálogos de moda en tiempo de trabajo que pagamos todos, por cierto).
Si estos dos fueran a protestar por una bajada de sueldo, resulta que el señor estaría protestando con todas las de la ley; pero la señora sería una geta acabada. El señor se merece un ascenso y una subida de sueldo; ella, el despido con una patada en el culo y sin indemnización.
Ya, ya oigo a algunos, Jorge, eres un sexista del guano, seguro que la señora tenía mejor cutis que tú y le cogiste rabia. Vamos con dos mujeres haciendo el mismo trabajo, también funcionarias. RPI: Registro de la Propiedad Intelectual. Fui con una consulta a la oficina provincial del RPI en Santander. Me recibió una mujer que lleva menos de un año en su trabajo. Mi consulta era, por decirlo suavemente, peliaguda, y yo era consciente de ello. La mujer, que me atendió de forma más que correcta, buscó la información en los libros, en las últimas actualizaciones en la red del Ministerio, escuchó toda la explicación de lo que se trataba, entendió de lo que le hablaba, me explicó la terminología, hizo lo que pudo y más. Salí de allí más que contento con su trabajo y su esfuerzo, y ello a pesar de que no hubo respuesta definitiva. Al final, me mandó un correo con la información de la oficina central en Madrid para que preguntara mejor allí.
Llamé. Dos veces. La primera no cogió nadie, y eso que dejé sonar el teléfono bien de rato. Pero bueno, todo el mundo puede tener un apretón en un momento dado.A la segunda, una voz de mujer al otro lado me replicó, casi sin dejarme terminar de hablar, que tenía que contactar con mi oficina provincial. Le expliqué que, precisamente, de mi oficina provincial me remitían, porque no sabían darme una respuesta. "Pues, ¿desde qué provincia llama?" (con un tono de "pero ¿en qué atraso viven fuera de esta oficina?". "Desde Cantabria". "Digame (voz de abandono)". Le explico la situación. Me contesta que no puedo registrar algo que no es mío. Le explico que es mío más de un 90% y el resto es obra huérfana. Me repite que no lo puedo registrar, porque no es mío. Le recuerdo que Bach y Beethoven también hacían variaciones sobre temas de otros y nadie pone en duda que esas variaciones son de Bach y Beethoven. Al final me dijo que lo intentara registrar y que ya lo juzgaría un examinador del RPI. Vamos: contribuyente, paga, y luego ya veremos si te damos algo por lo que hayas pagado. Eso sí, yo no voy a pasarte con un examinador, porque no me lo has pedido, porque no se me ocurre o porque no me da la gana. Eso sí, sin humildad, hasta ahí podíamos llegar.
Y se me ocurre que estas dos mujeres presentan, de nuevo, dos extremos: la primera quizá sea víctima, quizá no lo sea, de prejuicios por parte de su compañera de La Capi; de su novedad en el puesto; de la burocracia que hace que al más pintado le tiemble el pulso cuando viene un Jorge Otolio a registrar algo menos frecuente; y no menos importante, quizá sea (o no) víctima de todas las crisis que tenemos aquí (de valores bursátiles y morales, por citar dos grupos). La segunda mujer, si se le ocurriera quejarse un día, sería victimista.
Hay más casos. Me decía una enfermera hace poco que "vendrán los pacientes y esperarán que les pongamos buena cara, con lo que nos están haciendo desde el Gobierno". Ahá. Así que, como a ti no te gusta ser víctima, vas a ser verdugo. Qué bien. Y encima, te parecerá mal que te bajen la paga. Mientras que hay otras enfermeras que no se quejan, porque están demasiado ocupadas tratando de hacer que el paso por el hospital sea para los pacientes lo menos desagradable posible. No es lo mismo esta segunda enfermera que la primera. ¿O es que tengo yo la visión distorsionada?
Y es que demasiados, demasiados se suben a un carro que no es el suyo. Que si tienes una hipoteca para poderte independizar, y te bajan el sueldo, y te quitan la paga extra, y ya andabas justo, y a tu mujer la despiden, y te suben los impuestos y te crecen los enanos del circo, indudablemente, eres víctima; pero si tienes tres hipotecas para poder tener la casa de la playa y el apartamento para alquilar a estudiantes y la casa del pueblo, no eres víctima, eres gilipollas y que te ondulen. Que hay países con precios e impuestos similares a los españoles, donde no se sabe lo que es una paga extra y los salarios básicos, asquerosamente frecuentes, son la tercera parte de los de aquí. Y disfrutan la vida como pueden e intentan ser felices, sin casa en la playa, sin dos coches por miembro de la familia, sin cuatro televisores de plasma, sin fines de semana en la otra punta del país, sin aparentar y sin victimismos.
Me comentaba hace poco mi amiga A. de una pandilla que ella conoce, que varios están en el paro desde hace meses; pero se fueron de despedida de soltero a Tenerife. Desde Santander. De fin de semana. Eso es grosero, directamente: el billete se lo están pagando los que trabajan. Y entiendo que dentro del "mínimo existencial" está poder salir y tomar algo - pero los excesos NO pueden estar incluidos en ese mínimo. A mi amigo J. le quedan unos meses de paro. Cincuenta y tantos tacos. Buen trabajador donde los haya. A muchos como él les quitarán el paro injustamente; a otros, como a los "viajeros" domingueros mencionados, no se lo tendrían que haber dado nunca.
En Cruz Roja nos dijeron una vez que, si hubiera una catástrofe y hubiera decenas de heridos, teníamos que ignorar a los que más chillaban, porque eran los que, probablemente, menos ayuda necesitaban. Que los callados eran los que estaban realmente mal, y a los que había que atender primero. ¿Y quién va a poner el grito en el cielo por esta entrada de bitácora? Los patos heridos, que llaman en checo; o dicho en castizo, los que se pican, que ajos comen.
Hay muchas víctimas en España. Demasiadas. Los que pasan hambre, los que no llegan a fin de mes, los que han visto cómo subían los precios de las viviendas y compraron algo antes de que fuera demasiado tarde porque sabían que lo iban a necesitar, etc. Por respeto hacia los que están realmente mal, los que tenemos trabajo y "sólo" necesitamos quitarnos lujos innecesarios, deberíamos callarnos la boca. Los que tienen hipoteca de primera vivienda y no tienen trabajo estable o cobran lo justísimo o menos, y muchos otros que están en situaciones muy malas, tienen que sentirse insultados cuando se comparan con ellos los que lo pasan fatal porque, con la crisis, la langosta ya no sabe igual. Exagero, claro. Quiero llevar a reflexión. Quejémonos. Hagámoslo de acuerdo a la magnitud verdadera de lo que nos afecte, o critiquemos la situación de lo demás, sin aprovecharnos nosotros, sin victimismos. De lo contrario, el día que os vaya realmente mal, a nosotros, directamente, nadie nos hará caso.
¿Y los políticos? Esos son harina de otro costal. Yo quería hablar de la gente "normal". A los delincuentes de corbata ya se refieren otros por todo internet. Personalmente, quiero creer que hay políticos honrados; pero no quiero hablar ni de los nobles ni de los innobles.
A ver, ¿quién se pica?
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lunes, 25 de julio de 2011
Wine house
No deja de ser una burla del destino que alguien llamado "Casa de vino" se beba su propio cerebro. En cualquier caso, no estoy aquí para criticar a Amy ni para admirarla, por mucho que creo que debería aclarar mi punto de vista para intentar que esto tenga sentido al final.
No pienso criticarla por su problema con el alcohol. Es lo fácil. No me gustan las cosas fáciles. La cantante ha tenido, perdón, tuvo, la mala suerte de encontrarse en unas circunstancias que yo apenas conozco, y quién sabe, quizá yo en su lugar hubiera durado menos en el mundo. Tampoco pretendo justificarla, pero no la voy a juzgar más que musicalmente y desde mi propio gusto:
No me gusta su voz, no me gusta su música, no me gusta su estilo, hay algo que se me revuelve por dentro cuando la ponen en un lugar en el que estoy, algo me dice que escucharla no es lo correcto, y hasta hoy, no me ha supuesto ningún esfuerzo evitarla (a ella o a su música).
A los que tampoco puedo juzgar es a los buitres que se han lanzado a criticarla después de muerta sin haber dicho nada mientras estaba en vida, porque a mí mismo me resulta difícil no lanzarme depredadoramente a por ellos desde el anonimato internético.
Con todo, me gustaría hacer una mínima reflexión sobre algunos de esos ataques, en los que dicen que "nunca será un mito", "estaba ya muerta antes de morir", "la olvidarán en breve" y demás. Frases contundentísimas, a mi parecer. Que ya la ha visto todo el mundo beber y caer y vomitar y convertirse en ruina por arte de este birlibirloque nuestro de las redes sociales.
Claro que también hay Otolios por el mundo que no habían visto un vídeo de esta señora jamás. Hasta hoy. Porque la muerte atrae y yo no soy una excepción. Cierto es que el primer vídeo lo vi por un motivo que nada tenía que ver con la Winehouse; y que los tres siguientes los vi por un segundo motivo que tampoco tenía nada que ver con la Winehouse ni con su muerte; pero como eso ya no se lo va a creer nadie, porque nadie me cree cuando me presento como diferente, pues tampoco pienso hablar de mis motivos. Seguramente tengan razón los que digan que inconscientemente me atraía por muerta. Po vale.
Pero los vídeos (excepción hecha de la parte musical) me han gustado bastante. Y ella tiene imán en los ojos (no sólo). Se ve que ha desaprovechado su vida y que muchos, no sólo ella, han desaprovechado su potencial: de estrella, de camaleón, de cantante, de mujer.
Personalmente, en los vídeos he visto a una cantante y a una persona muy diferente de como la imaginaba por lo que oía hablar de ella y por las canciones que me puso un día de música de ambiente mi amiga y antigua compañera de trabajo Jana B. He confirmado algunas impresiones que eran distintas de las que me vendían detractores y admiradores por igual, y que me han reafirmado en no volver a buscar este género, a esta intérprete, en una buena temporada. Algo muy diferente de lo que me pasó en cierta ocasión en que (esta vez intencionadamente) me tragué un especial sobre Britney Spears... y me enamoré. Me pareció fantástica, y si tuviera tiempo para ver DVD's de música en casa, ya me había comprado dos o tres de ella.
Pero volviendo con E. W., no puedo evitar pensar en que, igual quevimos vieron a Elvis explotar a barbitúricos y llevando pañales; igual que, ahora sí, vimos desaparecer a Michael Jackson en vida; igual que sucederá en otras ocasiones con muchos otros, esta vez tenemos a otra cantante muerta (y sí, en los fatídicos 27), y nos van a poner sus discos en todas partes: autobuses, supermercados, tenderetes, casas de amigos, fiestas, radios, TV y otros componentes del smog musical europeo (y quizá de otros lugares). Las razones no son difíciles de dilucidar: el morbo que apuntaba anteriormente se une al interés, siempre avizor, de los que pueden sacar tajada de un personaje recién difunto. Ahora, por fin, tendrán con quién alternar a Michael Jackson y a Abba por una temporada.
Quizá me equivoque yo, y tengan razón los que le vaticinan un olvido raudo. Quizá no vayamos a tener Amy Winehouse para rato.
Quizá.
Descanse en paz.
No pienso criticarla por su problema con el alcohol. Es lo fácil. No me gustan las cosas fáciles. La cantante ha tenido, perdón, tuvo, la mala suerte de encontrarse en unas circunstancias que yo apenas conozco, y quién sabe, quizá yo en su lugar hubiera durado menos en el mundo. Tampoco pretendo justificarla, pero no la voy a juzgar más que musicalmente y desde mi propio gusto:
No me gusta su voz, no me gusta su música, no me gusta su estilo, hay algo que se me revuelve por dentro cuando la ponen en un lugar en el que estoy, algo me dice que escucharla no es lo correcto, y hasta hoy, no me ha supuesto ningún esfuerzo evitarla (a ella o a su música).
A los que tampoco puedo juzgar es a los buitres que se han lanzado a criticarla después de muerta sin haber dicho nada mientras estaba en vida, porque a mí mismo me resulta difícil no lanzarme depredadoramente a por ellos desde el anonimato internético.
Con todo, me gustaría hacer una mínima reflexión sobre algunos de esos ataques, en los que dicen que "nunca será un mito", "estaba ya muerta antes de morir", "la olvidarán en breve" y demás. Frases contundentísimas, a mi parecer. Que ya la ha visto todo el mundo beber y caer y vomitar y convertirse en ruina por arte de este birlibirloque nuestro de las redes sociales.
Claro que también hay Otolios por el mundo que no habían visto un vídeo de esta señora jamás. Hasta hoy. Porque la muerte atrae y yo no soy una excepción. Cierto es que el primer vídeo lo vi por un motivo que nada tenía que ver con la Winehouse; y que los tres siguientes los vi por un segundo motivo que tampoco tenía nada que ver con la Winehouse ni con su muerte; pero como eso ya no se lo va a creer nadie, porque nadie me cree cuando me presento como diferente, pues tampoco pienso hablar de mis motivos. Seguramente tengan razón los que digan que inconscientemente me atraía por muerta. Po vale.
Pero los vídeos (excepción hecha de la parte musical) me han gustado bastante. Y ella tiene imán en los ojos (no sólo). Se ve que ha desaprovechado su vida y que muchos, no sólo ella, han desaprovechado su potencial: de estrella, de camaleón, de cantante, de mujer.
Personalmente, en los vídeos he visto a una cantante y a una persona muy diferente de como la imaginaba por lo que oía hablar de ella y por las canciones que me puso un día de música de ambiente mi amiga y antigua compañera de trabajo Jana B. He confirmado algunas impresiones que eran distintas de las que me vendían detractores y admiradores por igual, y que me han reafirmado en no volver a buscar este género, a esta intérprete, en una buena temporada. Algo muy diferente de lo que me pasó en cierta ocasión en que (esta vez intencionadamente) me tragué un especial sobre Britney Spears... y me enamoré. Me pareció fantástica, y si tuviera tiempo para ver DVD's de música en casa, ya me había comprado dos o tres de ella.
Pero volviendo con E. W., no puedo evitar pensar en que, igual que
Quizá me equivoque yo, y tengan razón los que le vaticinan un olvido raudo. Quizá no vayamos a tener Amy Winehouse para rato.
Quizá.
Descanse en paz.
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