lunes, 13 de junio de 2016

Pensamiento rápido sobre Orlando.

Me iba a haber puesto una bandera en las redes sociales, pero entonces se me ocurrió que...

No sé por qué me hace sentir incómodo el uso de la bandera del arco iris con relación a la matanza de Orlando. No se trata de si han muerto homosexuales, heterosexuales o quién, yo siento que han muerto personas y algo dentro de mí rechaza ponerles una etiqueta. Podéis pensar "Jorge, bien que te pusiste la torre Eiffel cuando lo de París"... Sí, también lo he pensado. En fin, vaya esto sólo como otra reflexión de los millones que habrá estos días sobre el asunto...

martes, 7 de junio de 2016

Actos incomprensibles

Hay actos que nos parece que no nos pertenecen. Los juzguemos en otros o no, simplemente a nosotros no nos sale "cometerlos". Cada cual que piense en el suyo: tirar un papel al suelo, orinar en público, robar, gritar, pegar un azote a un niño...

Y sí, somos muchos a los que no nos gusta orinar en lugares "al descubierto", por así decir; pero si nos vienen las ganas bien apretadas, la necesidad se antepone a la vergüenza.

También somos muchos los que creemos que no se debe robar, y empezamos por no hacerlo nosotros. Sin llegar hasta tener hambre de la buena, a uno le puede pasar que se encuentra estudiando un programa de estudios donde cada clase está hasta a dos o tres kilómetros de la anterior, por no mencionar el comedor; y siendo un gran aficionado al ciclismo, se descubre mirando las bicis ajenas con ojos golositos... y sabe que, o se agencia una de segunda mano en el bazar más próximo, o se agenciará el biciclo del prójimo a la primera oportunité, caballé del al plumé.

Y todo esto me viene a la cabeza porque siempre tiro el chicle a la papelera. Pero hoy me puse un chicle en la boca justo después (feliz idea, manda portales) de haberme comido un puñado de cacahuetes. El chicle se me deshacía en la boca mientras iba en bicicleta a toda prisa. Sentí la náusea cernirse sobre mí. Sin pensar, escupí el chicle. Sobre la hierba. Sí. Debajo de la ventana del bloque de al lado (donde vive un montón de conocidos). Y el chicle, deshaciéndose como estaba, se quedó pegado al vuelo a un tallo herboso, alto, adornando el sendero y la vista desde las ventanas de mis conocidos, como un monumento al japo inocultable que yo estaba seguro se vería relumbrar día y noche como un grafiti fluorescente y tridimensional que anunciara que hoy pasó por allí el Jorge haciendo el chon como nunca, qué vergüenza, estos españoles, ya me parecía a mí un tío raro, te dije que cualquier día hacía una así, ¡linchémoslo!

Supongo que cosas de ésas, donde el instinto y los apetitos desaforados toman el control de nuestros actos, nos pasan a todos desde los planos más inocentes a los más serios. Yo ya tengo mi reflexión de hoy... o una de ellas. El resto irán a otro lugar.

Como el chicle.