Mostrando entradas con la etiqueta tu pareja te impide. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tu pareja te impide. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Tu pareja te impide... escribir

En realidad, todos los impedimentos están en la cabeza de uno... pero a veces te "apoyan" en impedirte.

Bendita sea la falta de interés. Cuando a tu pareja no le interesa lo que haces, nada te impide seguir haciéndolo (relativamente - si quieres tener una vida en común, habrá ocasiones en que haya que hacer de vísceras corazón, pero eso todavía entra dentro de lo aceptable).

Lo peor no es que a la persona que amas no le interese, que no busque, no indague, no te pregunte, no lea de su mano mayor nada de lo que escribes. ¿O quizá sí? Quizá ese sea un veneno más efectivo, de esos que te matan poco a poco y tú luego no sabes por qué dejaste de escribir...

A corto plazo, sin embargo, es más efectivo el que te acerques con toooda tu ilusión, porque sabes que has escrito algo bueno, o por lo menos algo que merece la pena ser leído, algo que nadie se arrepentirá de haberle dedicado cinco minutos... y a la primera palabra (¡a la primera!) te corte y te diga "No me gusta". ¿Perdón? Creo haberte entendido mal. No, me has entendido perfectamente, no quiero que me leas más.

Y flipas.

O esa otra ocasión en la que te dice, con estudiada y remarcada vocalización, lo suficientemente des·pa·cio para que sufras y lo sufic. v'loz para que no se note lo que lo disfruta, que e·so·es·u·na·cho·rra·da. Y tú vas sólo por el segundo párrafo del cuento.

Entiendo, es un peñazo oír a los escritores leer lo que han escrito. Pero no se trata del cuento en sí, sino de estudiar las ideas, de comunicarse, de que te apoyen en lo que te gusta igual que tú apoyas a tu media naranja en lo que le gusta a ella, siempre, en todo. Y tienes tantas cosas escritas que la otra parte no hace nada por leer...

Después de unas cuantas más, llega el día en que avisas, que no vas a hacerla partícipe ya de nada, y que luego no se mosquee si no le cuentas lo que haces. Te mira con cara de cordero degollado y que le interesa mucho, pero que está reventada, y que sejustificasejustificasejustifica.

Es demasiado tarde.

Pero algún día de resolterizarás y, tras un periodo de crisis, un día las letras empezarán a salir de tus manos sin que tú las busques. Tu cabeza se llenará de historias. Tus amigos (los de A mayúscula), tu familia, te recordarán y te harán sentir que les encanta lo que haces (siempre lo siguieron haciendo, pero ahora te das cuenta).

Y ¿quién se lo va a perder? Quizá nadie. Porque tanta justificación significa que no le interesaba. Y tú sólo tienes que olvidar el amor que sentiste (así de fácil, ja, ja), y que una nube de tu memoria... ¿de quién hablamos? ¿Qué estaba diciendo? Creo que necesito echarme una siestezuca...

lunes, 23 de diciembre de 2013

Tu pareja te impide... ir a conciertos

Es que no aprendemos. Y claro, vas y le dices a tu media naranja que sin ella no te apetece ir a ese concierto (o esa fiesta, o función de teatro, o lo que sea). Como lo sabe, tiene un gran arma en su poder.

Tú aún no lo sabes, pero tu pareja lo va a utilizar para limitarte. Cuando vaya a tu ciudad 4Tet (como me pasó a mí) o cualquier otra cosa que te apasione especialmente y vayas y le digas que pagas tú, que eso no te lo pierdes, tu pareja sabrá que te lo vas a perder porque no piensa acompañarte y tú no iras sin tu amorcillo, porque eres así de idiota, y tu amorcillo es así de indeseable, y además porque te pone cara de cordero degollao y que lo siente mucho, pero que concretamente a ese grupo no lo soporta.

Negativa tras negativa, te acostumbras a quedarte en casa, porque cuando hay tiempo en común no hay nada a lo que ir, y cuando estás solo... no te apetece.

Te apuntas a unos estudios a distancia, para cuya consecución debes ir a conciertos. Entonces te dice que la pena que le da, no poder ir a conciertos, que lo que más le gustaría en el mundo es poder acompañarte. Tú aún no sabes que es un intento de chantaje emocional para que no vayas tampoco - pero aunque no lo sabes, no sucumbes, porque has pagado una matrícula muy cara y tienes que acabar los estudios aunque tu pareja se deprima (que no va a ser el caso).

Y luego rompéis y te enteras de que a los quince días ha ido al concierto de ese 4Tet que tanto odiaba. Porque no lo odiaba. Lo que sentía era pasión por fastidiarte. E igualmente, está yendo al teatro, y a musicales, y a toda la oferta cultural del país, porque ya no tiene que sacrificar sus gustos en aras de sacrificar los tuyos (manda webs), y lo que tiene que hacer ahora es pasarte por los morros su pasión por la cultura, a ver si así tienes miedo de que os encontréis y dejas de ir.

Esa encarnación de la indeseabilidad, esta vez, no se ha salido con la suya más que con 4Tet. Y como tampoco tengo tiempo de ir a verlos, pues ni me apena.

Tu pareja te impide... nadar

Lo tenía hace años en mi lista de buenos propósitos. Fue el primer año que no cumplí mis buenos propósitos para el año nuevo. Claro que fue la primera vez que alguien me exigió que los cumpliera (porque, que yo sepa, fue la primera vez que alguien tuvo la falta de decoro de leerse mi lista de principio a fin y encima permitirse juzgarla). Así que no aprendí a nadar.

Ya, claro, ya oigo algunos: "¿De Santander y no sabes nadar? ¡Qué vergüenza!". Espero que no se le ocurra a nadie de España que no sepa lidiar un toro, bailar flamenco y tocar la guitarra, por mencionar algunos tópicos. Aunque si alguien es así de listo o así de tonto, supongo que no lo iba a captar.

Pues nuevamente son los comentarios paternalistas, y que hay que nadar cuando a tu pareja le sale de la axila y no cuando tú te sientes sirenito, y que qué mal nadas, y que yo nadaba profesionalmente, y que, sí, estoy tocándote el escroto en sentido figurado porque quiero que te sientas frustrado de no saber nadar.

Los obstáculos para hacer algo están siempre en nuestra mente, es cierto. Sí, si tenemos una voluntad de hierro, somos capaces de mover montañas. Pero cuando hemos entregado toda nuestra confianza a alguien que, con la mayor de las sutilezas, nos va minando gradualmente la confianza que teníamos en nosotros mismos, llega un momento en el que uno no encuentra su propia voluntad y no sabe dónde la tiene ni dónde empezar a buscar. Y cuando pide ayuda a aquella persona en quien más confía, esta harpía lo utilizará para hundirlo un poquito más, sin brusquedad, no sea que se dé cuenta de quién le está pisando la cabeza.

Y un día te resolterizas, y ¡aaaayyyyyyyyyyyyy! El placer de meterse al agua. Si está fría, porque refresca, si está caliente, porque te desentumece entero, si está templada porque te sientes flotando en el aire, el caso es que siempre está perfecta para un cole y unas brazadas, para probar todos los estilos, y descubres que tienes tiempo, ganas y capacidad para ir a menudo, para quedar con amigos en la pisci, para quedar con amigos tras la pisci, para hacer ejercicio antes y después, para nadar por la mañana, o al mediodía, o por la tarde, para hacerte socio de la municipal, de repente las señoras de la taquilla, que hasta ahora te miraban de un serio que daban miedo, te sonríen, se alegran de verte, y tienes un pique de cloro que no sabes cómo has podido vivir sin ello todos estos años.

Las parejas, a veces, te impiden mantenerte en forma. Y no sólo en cuanto a natación se refiere. Pero eso ya lo iremos viendo.

Tu pareja te impide... cantar

Que si cantas mal, que si me duele la cabeza, que si hoy no me siento con ganas de cante, que si hoy no, cariño, que si :(, que si :'( o incluso peor D': o qué se yo... Por no hablar de comentarios sarcásticos, paternalistas, victimistas, o las bromas delante de los amigos, o "es que quiero ver las noticias, que son importantes" (las p*s noticias, ya volveré a arremeter contra ellas), o "estoy viendo una película" o "mañana, ¿vale?". Etcétera, etcétera, etecétera.

Y luego te quedas solo y no cantas porque no te apetece, porque a tu chica/o no le gusta que cantes y entonces no lo haces ni cuando puedes, no sea que entre por la puerta y se lleve un morrocotudo.

Más adelante llega el día en que cantas ya por fastidiar, por revancha, por "ahora me toca a mí", y descubres que las notas de música tienen un sabor amargo en la boca y un deje de desentone en el oído por la falta de costumbre y la falta de ganas.

Pero, ¡ayyyyyyyyyyy ese día que te resolterizas! ¡Qué placer encuentra uno en el canto! ¡Cuántos Bravos y cuántos Ninos y cuánto sol cuando amanece... yo soy líííííbre!

Como el mar. Eau d'eté.

Y lo disfruto más que un "plumeroparael...". Desafino, por la falta de costumbre. ME DA IGUAL. Canto por la mañana, por la tarde, por la noche, y aunque los vecinos no se han quejado, estoy seguro de que canto hasta en sueños. Y de repente mis sueños dejan de ser repetitivos, sueño con paisajes nuevos, con caras nuevas, con situaciones que no conocía (ni en sueños, fíjense qué cosas). Que llevaba lustros de sueños repetidos y San Seacabó de los Acaboses. Ahora sólo sueño con sitios que visito a las pocas semanas. Asusta un poco, pero...

... Contras, ya me perdí otra vez. Lo siento. El único consuelo que me queda es que esta entrada iba sobre el canto y aquí estoy, dando el cante con mis divagaciones. Feliz Navidad a todos los que se la merezcan. Al resto ya se lo desearé cuando me confirme, si llegare el día.