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viernes, 11 de septiembre de 2015

La oportunidad se escapa

A las naciones de Europa.

La oportunidad se escapa. Muy pronto, esa ocasión única de participar en un hecho histórico y de estar del lado correcto habrá pasado de largo. ¿De qué lado estarán Ustedes?

Últimamente me pregunta mucha gente qué pienso de inmigrantes, refugiados, trasladados, etc. ¿Qué se supone que debo pensar, si yo mismo emigré a otro país ya hace veinte años? Por ese motivo, nadie puede esperar que yo vaya a hablar en contra de una migración. Puedo hablar en contra de algunos comportamientos de individuos concretos, sin entrar en detalles como de dónde son o dónde viven.

Mucha gente de nuestro pasado familiar, nacional, europeo o, simplemente, humano, ha necesitado ayuda en algún momento. ¿Saben quiénes fueron Sir Nicholas Winton o Irena Sendlerová? (Para ver unos enlaces en español en wikipedia, pinchen aquí para el señor Winton y aquí para la señora Sendler). Léanse la historia de sus vidas y díganme que no los admiran. Si no los admiran, quizá envidien al menos la admiración que despertaban y que siguen despertando. En caso de que pasen de la admiración ajena (me podría identificar) y tampoco quieran una vida interesante (yo eso sí lo quiero), están en su derecho. Después de todo, estas cosas no se hacen para conseguir nada, sino antes bien, porque sabemos que es lo que hay que hacer, lo correcto. Y ¿podría tener consecuencias nefastas? Quizá mañana, quizá un día o nunca - sólo sé que yo quiero dormir con la conciencia tranquila. Hoy, alguien necesita ayuda (muchos álguienes), y yo puedo ayudar u observar. Lo que no debo hacer es ponerles la zancadilla cuando intentan cruzar mares embravecidos y desiertos ardientes en busca de un lugar seguro (y no, no lo digo por la László, a quien atacan ahora muchos de un modo que los pone a la altura de la imagen que ella ha dado, con independencia de los motivos que ella tuviera).

Pues sí, estoy convencido de que los inmigrantes vienen en busca de un lugar más seguro. ¿Habrá caballos de Troya? Puede ser. También entre nuestros vecinos algunos presentan la dimisión porque cobran más del paro y tienen tiempo libre, y encima se nos jactan en las narices (¿aún no les ha pasado? a mí sí); también entre nosotros están los chupópteros que nos roban dinero y oportunidades. Pero los que vienen, realmente, ¿creen ustedes que arriesgarían sus vidas sólo para tener una vida "más fácil" o "regalada", así, sin más? ¿Quién arriesgaría un lugar seguro, o parcialmente seguro, para saltar a lo desconocido con sus hijos, sus familias enteras y todas sus pertenencias en una mochila, de haber alguna? Quienes dicen que tranquilamente arriesgarían su vida como una aventura, permítanme que no les crea: los aventureros siempre tienen un lugar seguro al que volver, cosa de la que carece la mayoría de los que ahora vienen. Los aventureros no se juegan la vida, sino el entretenimiento, porque de lo que huyen no es del peligro, sino del aburrimiento y la rutina.

¿Tengo algún tipo de miedo? Más que miedo, tengo ciertos temores, que ya he esbozado anteriormente. Esos los tenemos todos cuando alguien echa mano a nuestra zona cómoda y a nuestro estado de dormido bienestar: tenemos que abandonar una cama calentita para ir al colegio o al trabajo, igual que hay que abandonar el seno materno para poder vivir una vida plena. Y es que a veces cierta incomodidad y cierto estrés nos pueden hacer llegar mucho más lejos. De un modo inimaginable. Y sí, a veces me asusta este momento histórico, no lo puedo negar; pero cuando pienso a qué temo más, si a un ataque islámico en mi ciudad o a ser injusto (en la medida que se nos presenta ahora), vitalmente tengo más miedo a esto que a aquello. Alguien me podría decir que no percibo la bomba como un peligro real o inmediato. Podría ser. ¿Han tenido ustedes en las manos a la víctima de un ataque terrorista? El día que un kalashnikov apunte a mi sien, puede que considere las cosas de un modo distinto. Pero ahora no apunta.

Sí, tengo temores. También tengo esperanza e ilusión. Esa oportunidad que otros vienen a buscar a nuestra Europa es también la nuestra: la de aprender, la de demostrar quiénes somos en realidad, la de ser mejores personas y quizá un poquito más sabios... En ese sentido, me alegra mucho ver que cada vez hay más iniciativas ciudadanas para poner granitos de arena en medio de esta crisis. Y cada vez se une más gente. Igual un día descubro que me he equivocado, y se confirman mis temores en lugar de mis sueños, pero entre tanto prefiero vivir con ilusión y, lo reconozco, con la conciencia tranquila. Creeré en la Europa solidaria y en la universalidad de nuestros valores, y de forma cándida o justificada, seré un poco más feliz. Mientras no quede claro de forma definitiva si Europa debía abrirse o cerrarse, yo me siento más inclinado a apoyar los proyectos que me parezcan más humanos.

En mi ciudad, una iniciativa estudiantil se ha visto desbordada, literalmente, con la ayuda que ha prestado la gente. En nuestro centro de trabajo ha sucedido lo mismo. La gente quiere ser buena. Y lo va a ser.

Para aquéllos a quienes todo esto no les baste, observemos ahora algunos datos estadísticos para intentar ver el lado práctico del asunto. Que también lo tiene. Sí, lo mismo Europa se nos va al garete, que es lo que nos dicen nuestros miedos y prejuicios. Para tranquilizar esos miedos a un hundimiento económico, que es lo que vaticinan algunos pelagatos, les he preparado dos fotos con tablas que he encontrado en internet. Comparemos los datos presentados. En la primera podemos ver el producto interior bruto de países de todo el mundo, ordenados de mayor a menor; en la segunda, vemos el número bruto de inmigrantes por países, también de mayor a menor. He seleccionado en ambos casos los 14 primeros.

 Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_%28nominal%29


Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_immigrant_population

Supongo que a pocos se les escapará que muchas banderas coinciden. Los países más aventajados económicamente parecen ser también aquéllos que, en la historia reciente, han recibido a un número mayor de inmigrantes. ¿O me equivoco?

Entre los diez primeros en ambas tablas tenemos cinco coincidencias: EE.UU, Rusia, Alemania, Reino Unido y Francia. Si observamos los catorce primeros, las coincidencias se elevan a diez, sumándose a los anteriores Canadá, Australia, España (¡sí!), Italia e India. Esto supone 10 de 14, es decir, algo más de un 70%. Pueden usteden pinchar en los enlaces y observar lo que pasa si seguimos hasta los 20 primeros, aunque a partir del número 15 la correlación parece difuminarse... para volver a aparecer de forma clara en las últimas posiciones de las tablas. Curioso.

¿No es bastante? ¿No se lo creen? ¿Necesitan saber más? Como sabemos por los medios, hace ya años que hay una huída constante de cerebros y de personal cualificado a otros países. Así, luego parece que no hay suficientes trabajadores en determinados campos, los que no se han podido o querido ir están descontentos, ello se traduce a veces en un trato negativo con sus clientes... Pasa en muchos campos y es, por supuesto, algo muy personal. Por ejemplo, entre los profesores (que es mi profesión), los hay que querrían irse a otro país; los hay que ya están en otro país; los hay que están felices donde están; y entre los descontentos, unos se lo guardan, otros lo comentan en el bar y otros descargan su mal humor en una enseñanza deplorable. Cada persona es un mundo. Sí, claro que más competencia para un puesto de trabajo significa que uno tendrá que esforzarse más - un argumento contra la inmigración perfecto para los miopes mentales.

Supongo que iré actualizando esta bitácora. Entre medias, pueden ustedes escribirme a los comentarios, de forma positiva o negativa. También me pueden eliminar de su lista de amigos en las redes sociales.

Claro, algo me dice que tiene que haber un límite a la cantidad de personas que podemos recibir. Pero tal vez este límite aceptable no sea más que fruto de esos temores y prejuicios que antes mencionaba. O tal vez sea improcedente con una normativa adecuada y correctamente aplicada. Australia y Canadá tienen un porcentaje de población inmigrante de 27,7% y 20,7%, respectivamente. El tercer país del grupo de cabeza, EE.UU, está muy por detrás, con un 14,3% (salvo que consideremos que son todos inmigrantes excepto por los indios americanos originales y los hawaianos, que forman el 1,4% del total - léase, que la población inmigrante de los EE.UU es un 98,6%). En fin, que hay que pensar un poco en todo, aunque sólo sea para volver a la tesis inicial, como hacía a veces don José.

Hoy por hoy, envidio a las ciudades que están recibiendo una mayor afluencia de refugiados, por un montón de motivos. Cierto: requeriría todo esto tener un poco más de organización desde arriba, para ayudarles a integrarse en esta Europa en la que creo, para que no se formen guetos, para que todos salgamos enriquecidos con la experiencia (y tengo en mente el enriquecimiento mental, no el económico, porque ése se quedará en las altas esferas de todos modos y como siempre). Este proceso requiere de infraestructuras y de una protección de esta Europa que todos buscamos. Sería lo ideal. Y sin embargo, en el pasado nadie estaba preparado para la inmigración, y ésta produjo beneficios a las sociedades receptoras, tanto como perjuicios a las sociedades que decidieron echar de su territorio a culturas enteras. Por eso, permitan que me repita: la oportunidad se escapa. Muy pronto, esa ocasión única de participar en un hecho histórico y de estar del lado correcto habrá pasado de largo. ¿De qué lado estarán Ustedes?

lunes, 26 de agosto de 2013

Los gigantes de mi circo

Algunos de mis lectores recordarán, quizá, una entrada de bitácora que escribí el verano pasado, acerca de mis dificultades para poder comenzar mis estudios de música. Tal vez, incluso, recuerden otros comentarios posteriores sobre lo mismo.

Y lo peor no es que siga la tendencia, con cosas tan casualitosas como el que tenga que dejar de tocar el clarinete porque no encajan las piezas debido a la humedad santanderina (y en este momento, el clarinete está en reparación), el que se confundan en la escuela y me manden los materiales a España estando yo de vuelta en Bohemia (con el consiguiente retraso - y el tiempo de estudio, corriendo, claro) o que cuando por fin me llega el nuevo arco para el violín y abro el paquete, el arco está quebrado e inutilizable, y por el tipo de envío me dicen que no lo puedo reclamar. Fantástico. Estos dos últimos eventos, a fecha de hoy.

Lo peor no es tampoco el que estas levedades, pues no son más que eso, estén lloviendo sobre mojado, ni que empiece a cansarme el luchar contra la adversidad, contra cualquier adversidad relacionada con mi música.

Lo peor, de todo ello, tampoco es ver la chispa en los ojos de algunos que se llaman amigos y a quienes divierte que me frustre todo esto. El saber que los amigos de verdad están demasiado lejos. El saberme solo en el mundo de la música, porque una gran mayoría de músicos parece estar compuesta de seres endiosados que sólo quieren ser escuchados y no están dispuestos a dedicar ni un minuto de su tiempo a la música del prójimo, especialmente menos cuanto más cercano sea este prójimo. Sí, utilizo la tercera persona, no me incluyo en los músicos endiosados, porque he seguido dedicando mi tiempo a muchos de esos, que son amigos para hacerme el chantaje emocional que me lleve a sus conciertos de dos horas, pero no lo son cuando les pido una breve crítica constructiva o diez minutos de su atención.

Así que ya me habréis oído decir que un amigo músico es, con harta frecuencia, una contradicción. No siempre es así, claro; y las excepciones son tremendamente honrosas, especialmente por ser tan excepcionales. Entre las personas músicas a quienes considero amigas están Héctor, Bea, Itzíar y unos pocos más.

Pero ése no es el tema.

Por supuesto que luego tengo unos pocos muy, muy buenos amigos, muy cercanos, que sé que me quieren y me desean todo lo mejor y yo a ellos. Sabéis quiénes sois. Os he enviado por correo-e en algún momento mis composiciones del último año. Me habéis contestado. Las últimas seis palabras de esta bitácora son vuestras.

Pero ése tampoco es el tema.

El tema es que me estoy volviendo paranoico. Y eso es aún peor que la desilusión, que la desgana, que la falta de motivación, que la soledad. El ver enemigos que la razón te dice que no pueden estar ahí y que el corazón y el hemisferio derecho te dicen que al lorito, Jorgito, es algo que me está quemando antes de empezar a correr. Porque, claro, no hay nada de malo en que alguien te pregunte, tras cinco años de relación con alguien, "Y ¿qué tal con tu pareja?". Hasta ahí, perfecto. Incluso demuestra un interés sano. Supongo que cuando preguntan "¿Seguís juntos?" una y otra vez, tampoco habrá nada de malo, pero mi mente paranoica lo interpreta de tal modo que me dan ganas de responder "A ver, ñordo, ¿por qué no habríamos de seguir juntos? Que no nos conocimos la semana pasada". Así que luego te separas y a los de semejantes preguntas les mientes, porque no te apetece darles la alegría de tu fracaso.

Ya digo, paranoico total. En la música, en la escritura, en la vida personal.

Probablemente, si estás leyendo esto, pertenezcas a la categoría de amigos (músicos o no) o a la de desconocidos. Habrá amigos auténticos que no sepan que el texto existe, y esos no lo leerán por falta de oportunidad. Los falsos amigos no leerán esto por absoluta falta de interés. Como mucho, harán un escaneo del texto para encontrar motivos a una condescendencia absurda, cruel e injustificable. Si te lo has leído todo hasta aquí, probablemente nada de lo negativo se refiera a ti. Probablemente sea a ti a quien necesitaba contarle todo esto. Probablemente, recibiré noticias tuyas, de un modo u otro, si tienes tiempo, si tienes la oportunidad, si lo consideras necesario. Y si no, tendrás buenos motivos para ello. Lo sé.

Yo sé que existes, con varios nombres; y será por ti que siga luchando.