martes, 28 de octubre de 2014

Pragmatismo frente a sueños

Pues sí, estoy estudiando. Ya estoy acostumbrado a que gente que presume de ser amiga mía, incluso muy buena amiga mía, no muestre el menor signo de alegría cuando se enteran de que, por fin, estoy estudiando una de las dos cosas que quería hacer. Entiendo que ver a alguien que va tras sus sueños puede ser muy puñetero, porque te recuerda que tú no vas tras los tuyos. En realidad, ése es sólo un motivo de los cientos, si no miles, que hay para no alegrarse de que a otro le vaya bien (siendo ese otro alguien por quien se dice que se siente afecto sincero, puro, auténtico y demás blablás). Las envidias (buena y mala) son sólo otros dos motivos.

Como digo, esa costumbre hace que no suela hablar de ello. Para qué. Es mi vida, y lo mismo que no le contamos a nadie nada del polvo tan fabuloso que echamos la noche anterior, hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo. Así que luego me pasa que son unos conocidos los que les dicen a otros los cambios que hay en mi vida, y esos otros se sorprenden y preguntan y a mí no me sorprende que enterarse les alegre menos que una pausa publicitaria en el clímax de una buena peli.

Empiezan las preguntas o ničem, inútiles, vacías. La gente se cree super-original cuando te repiten las mismas preguntas que ya has contestado a todos los curiosos anteriores (porque lo que sienten no es interés por ti, sino curiosidad que dista mucho de ser la de un amigo). Entre todos los puntos de la entrevista, hay uno que, de por sí, no esconde malicia alguna, sólo ignorancia, y que parece ser la favorita de los pragmáticos, a saber:

- Y cuando acabes, ¿qué es lo que vas a conseguir?

Sí, es una pregunta que también hago a veces; es una pregunta que te hace también gente que te quiere bien, gente con interés por ti. Pero el lenguaje no es inocente. Las personas, a veces, sí son inocentes y no se dan cuenta. Cuando respondo, se distingue al inocente cariñoso del gilipollas por su reacción.

- Ya lo estoy consiguiendo. Ya he conseguido mucho. No hago esto por un título.

El inocente, el que me quiere bien de verdad, sin paripés, sonríe, se interesa, a veces incluso me pide que le muestre algo de lo que voy haciendo. El "otro" pone cara de fastidio y cambia de tema sin dejarme terminar la frase.

Y sí, yo entiendo que cada uno tiene sus historias personales, sus problemas, sus complejos, sus necesidades y sus etcéteras. Lo entiendo y lo comprendo, porque estoy seguro de que todos nosotros nos encontramos, en un momento u otro, del lado de los cariñosos o del de los pragmáticos, dependiendo del pie con el que nos hayamos levantado, de la persona que nos hable y del asunto de que se trate. Esto no es una crítica a un comentario puntual, ni a una forma de hablar. Ni es una crítica a ese pragmatismo equivocado en el que, de seguro, todos caemos, como digo. Ni siquiera intenta ser esto una crítica, aunque suene como tal. Y si crítica, que figure sólo para llegar al meollo dando un rodeo, en una adaptación personal mía de los rodeos de Ortega y Gasset.

Esto que estoy escribiendo es mi forma particular de informar.

Llevo ya unos cuantos meses de reciclado personal, de redescubrimiento, de introspección. Pongo nombre concreto a las "cosas" que me hacen sentir bien, que prolongan mi vida, que me ponen una sonrisa que no se me quita ni cuando se me cae la tortilla al darle la vuelta. No sé si será posible tener demasiadas de esas "cosas" que te hacen sentir bien. Sé que aún no tengo suficientes. Sé que aún tengo demasiada rémora a mi alrededor, demasiada gente poniendo peros aun a mi forma de respirar.

Yo sueño por soñar, disfruto soñando. No necesito un porqué ni un para qué. No necesito descubrir los mecanismos de la magia, porque entonces ya no es magia. No necesito destripar a la gallina de los huevos de oro para saber que no habrá más huevos si lo hago.

Hay huevos. Y los seguirá habiendo.

Entiéndase lo que sigue como impregnado de abundante reciprocidad.

A mi alrededor, hoy por hoy, sólo hago sitio a gente que me ayude a progresar. Que me apoye. Que se alegre por mí y sepa demostrarlo. Gente que me sirva de modelo, de ejemplo. Gente que piense en el futuro, que haga planes, que piense en términos de proyectos, que dé pasos en el camino del crecimiento personal. Gente con ganas auténticas de ser feliz, y de ver felices al resto. Gente que sepa que el sueño no se consigue durmiendo, sino viviéndolo en vigilia. Que el sueño ya ha empezado, y es su opción transformarlo en pesadilla o en ligerilla. Que el viaje a la felicidad no lleva a la felicidad, sino a la insatisfacción y el descontento; mientras que el viaje por la felicidad es una meta satisfactoria en sí.
 Si todo, todito lo que digo en el párrafo anterior te suena a chino, probablemente hoy no pintes nada en mi vida. Ni yo en la tuya.

Como canta Rosana, "no sé mañana, sé de hoy". Y hoy es el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario