lunes, 28 de febrero de 2011

Incógnitos

Cognoscere = conocer
In = no.
Incógnito = desconocido.

Creo que lo he escrito bien. Al grano: conozco bastantes personas que afirman no conocer a nadie que vea fantasmas, ni a homosexuales, ni a creyentes tolerantes, ni a mujeres maltratadas, ni a un depresivo, ni a un parado con ganas de trabajar. Supongo que tampoco crean en la existencia del Tercer Mundo, las cajeras de supermercado, la infancia o sus propios calcetines, porque parece que no han salido jamás de las cuencas de sus ojos. No obstante, esos colectivos, señoras y señores, EXISTEN, están por todos lados, nos rodean, SON LEGIÓN, y si ustedes no pertenecen a ninguno de esos colectivos ni pertenece a ellos nadie muy, muy cercano a ustedes, entonces ustedes NO SON NORMALES. Y punto.

Todos estos ciudadanos, que son frecuentes e incluso normales (la mujer maltratada puede ser normal, aunque no lo sea su situación), existen, como digo, pero no van con un cartel ni con un tatuaje fosforito en su frente. No necesitan contarle su vida a nadie. Y, en mi experiencia, evitan contársela a aquéllos que no se han ganado sabérsela. Si alguien se ríe de estos colectivos, o los teme, o los ataca, probablemente tenga algo en su aura o en su sobaco que sus conciudadanos detecten y les avise de que el individuo no es de fiar. Y como estos infiables son también legión (para qué nos vamos a engañar) y también van de incógnito como pueden, como buenos depredadores, pues las posibles víctimas recurren al mismo incógnito que hace al final creer a otros que no existen. Sólo porque son desconocidos - o, mejor dicho quizá, voluntaria o involuntariamente ignorados. Y, gracias a eso también, sobreviven.

Desconocido no equivale a inexistente, sino a ignorado. Y ahora, ¿qué pasa con los vampiros? ¿Quién no conoce a alguno? Nadie se ríe de éstos, ni los ataca, y pocos los temen, porque su incógnito es de los más poderosos que hay. Lo peor es que existen. Y también son legión. Esto no es una metáfora. La metáfora de la sangre aparece a veces en literatura, cuando en realidad no la necesitan. Cuando dicen que un vampiro te bebe la vida, algunos piensan que esa vida es una metáfora de la sangre. No lo es. Es la sangre la que es metáfora de la vida. Un vampiro te bebe la vida a grandes tragos. Y sí, en el momento en el que se lo permites. Y sí, el ajo ayuda. Y sí, hay grandes verdades en el Drácula de Bram Stoker, disfrazadas de exageración de novela gótica.

Cuidado. Son legión.

(original del lunes, 28 de febrero, 15:43)

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