lunes, 25 de enero de 2016

Mentiras y confianza

A algunos puede resultarles difícil de creer, pero el sentimiento de halago cuando nos dicen que somos dignos de confianza no es universal. Están, claro, los que se sienten abrumados porque no entienden qué ven los demás en ellos para considerarlos tan dignos de confianza. Y también están los que lo ven como un triunfo... diferente.

Hay gente para la que la mentira es una forma de vivir, de divertirse, de jugar – y sí, están jugando con personas, pero se diría que les da igual. Cuando pierden la confianza de una persona, no se sienten apenados en el sentido que entendemos normalmente de que "parece que el otro me quiere menos", sino, antes bien, en el de "miércoles, he perdido un pardillo al que podérsela colar". No han perdido un amigo, un amante, un cónyuge, sino una víctima.

Podríamos entrar en conjeturas de por qué esta gente es así y si tiene algún remedio. Yo no conozco el remedio. Tampoco sé si son más felices o menos que los que se alegran de merecer la confianza ajena, porque ésta conlleva una responsabilidad que puede ser un poco pesada a veces (en el sentido de sobrecarga, no en el de ser cargante) y que puede suponer cierto estrés en determinadas circunstancias... que el engañador "nato" no conoce.

Todo paso encaminado a ganarse la confianza de una persona supone, para estos engañadores, una montaña rusa un poco más alta... y otro metro... y otro más... y cuanto más suben, mayor es la adrenalina y el sentimiento de excitación e ilusión, inconscientes de cualquier riesgo. La vida es sólo un parque de atracciones. El hecho de que no haya un hogar de verdad ni amistades profundas no importa, porque el día que no les dejen subir a esa montaña rusa, se subirán a otra atracción. Hay muchas.

Yo sigo dando oportunidades a mucha gente a la que veo venir. Soy así de crédulo, inocente, cándido, confiado, optimista. Hasta un punto. A partir de ese punto, a lo máximo, juego a que la creo, al estilo de la canción de Luz Casal. O saco a esa gente de mi vida, porque, llamadme sibarita, a mi alrededor sólo quiero, cada vez más, personas auténticas.

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