¿Saben aquel que diu... de una familia que va con un burro, y prueban todas las combinaciones posibles (subirse el hombre, subirse la mujer, subirse el niño, subirse tres, bajarse los tres) y, se crucen con quien se crucen, les critican? Que si el burro va poco cargado, que si va muy cargado, que qué mala mujer, dejando al niño que ande, que qué mal hijo, que sus padres tienen que caminar, que qué machista el tío que va solo en el burro.
Hoy he visitado a un amigo. Salió el tema de un conocido común. Este conocido común hace algo artístico. Lo hace muy bien. No es que tenga un gran potencial, sino que ha hecho y sigue haciendo cosas dignas o muy dignas de mención. Mencioné varios aspectos positivos en los que no coincidí con mi interlocutor, a quien no le gustaban. Mi interlocutor mencionó a una mujer que "sobreactuaba". Yo no mencioné que nuestro conocido común también sobreactúa, incluso para ser teatro. De hecho, creo que el 90% de lo que dije acerca de él o de lo que hace fue positivo o muy positivo.
Sin embargo, se me ocurrió mencionar un fracaso de este conocido nuestro, atenuándolo, diciendo que todos nos equivocábamos. Algo que mi interlocutor no conocía Insisto, por activa y por pasiva dije que era lo único que había visto que no me gustara. Tonto de mí, lo agravé al decir que no estoy interesado en cuentacuentos, en general (lo cual es cierto, he visto muchos, me encantaron una temporada de mi vida, pero hace ya años que los evito). Como cabía esperar, inmediatamente el atacado fui yo, que claro, mis
opiniones estaban sesgadas por esa antipatía que yo sentía hacia el
otro, antipatía que cuando se siente no se puede dejar nunca de lado.
Evidentemente, semejante afirmación tiene otros intereses que evidenciar algo en mí: o no me ha escuchado antes lo que he dicho, o quiere provocarme, o, como dice Don Miguel Ruiz, tiene sus propios problemas y se los ventila conmigo porque soy el que está más cerca. Yo no soy tan importante.
Que conste, Señor Ruiz, que estoy de acuerdo con usted. Y estoy seguro de que no soy el único al que, injustamente, tachan de parcial cuando intenta no serlo. Para qué nos vamos a engañar, creo que mi amigo tenía razón, y que no puedo evitar que me resulte antipático un individuo que, pese a todas sus cualidades técnicas, escribe y utiliza sus obras de teatro para poner en evidencia las faltas ajenas (especialmente las de sus compañeros de escena) y aliviarse así sus complejos de inferioridad; alguien a quien he oído repetidas veces reírse de los demás (y no incluyo en estas veces aquéllas en las que la víctima era yo); alguien que ha traicionado la confianza que deposité en él varias veces; alguien que no es capaz de ver más allá de su ombligo; alguien con quien aprendí la diferencia entre el egoísmo y el egocentrismo, porque era capaz de actuar con cada uno por separado, tan delimitada como excelentemente; alguien con más ganas de protagonismo que yo puntos en una escala abierta de autoconcepto cuando me pega el rato maniaco. No puedo evitar que me caiga mal alguien que va de maravilloso, alguien artero y calculador, pesetero, manipulador; alguien que respeta legalmente los derechos de autor, pero no así las ideas ajenas, y que "vende" sus obras sólo gracias a cierta limitación cultural de la mayor parte de su público, amén de ser otros forofos más o menos ciegos de este emperador desnudo. Desde pequeño he encontrado difícil encontrar simpático a alguien que hace todo lo posible a mis ojos por no serlo - dicho todo ello, eso sí, de forma totalmente parcial, porque también sé ser parcial, y porque estoy harto de actuar de forma hipócrita con respecto a mí mismo, de callarme esto que he dicho y muchas otras cosas que podría decir, porque veo que callármelas sirve tan poco como decirlas, pero así, al menos, descargo de una vez y para siempre.
No entiendo que la gente guarde lealtad a alguien que no me ha demostrado estar dispuesto a guardarla. Pero supongo que todos escogemos a nuestros amigos por motivos que ni nosotros mismos conocemos. Y que todos tenemos nuestros propios intereses. Entre los míos está el no servir de bufón a nadie. Ni cobrando en azafrán del bueno. Y puesto que mucha gente me va a criticar igual, voy a ser yo mismo, y al que no le guste, peor para él. Que tengo el mismo derecho a decir lo que pienso que aquéllos que están buscando la brizna en mis niñas. Dicho con toda la seguridad de que caerá en saco roto, con todo el rebote, pero también con todo el cariño. Sinceramente.
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