Hace poco, un compañero de trabajo se quejaba de que en Český Krumlov no haya más que tiendas para turistas. Yo le respondí que, a veces, uno no veía más que lo que quería ver, porque, desde mi punto de vista, también hay multitud de tiendas "comunes" (como carnicerías o librerías de barrio) y "únicas" (como la que probablemente sea la mejor tienda de música de todo el país) en su turistiquísimo centro. A esto, mi optimistérrimo y positivuá compañero contestó que era imposible ver lo que no existía.
Dejemos, pues, que los inopitas sigan viviendo en la Inopia que ellos mismos se crean a diario; y ofrezcamos a un tiempo a aquellos que quieren ver los barrotes de sus jaulas una descripción del brillo del metal con el que están hechas. O, cuando menos, ofrezcámosles otro punto de vista, quizá sólo tan equivocado como el resto.
En fin, ¿qué es una boda? De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, tiene dos acepciones:
1. f. Casamiento y fiesta con que se solemniza. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing.
2. f. Gozo, alegría, fiesta.
A estas acepciones hay que añadir que procede del latín vota, plural de votum, que significa voto o promesa.
En cuanto a casamiento, tres de sus acepciones son:
1. Acción y efecto de casar
2. Ceremonia nupcial
3. En Derecho, contrato por el que un hombre y una mujer se comprometen a vivir en matrimonio (en España, esta acepción está obsoleta a raíz de la aprobación de determinadas leyes, que hacen que se defina como contrato entre dos personas).
A continuación, busco nupcial, que es relativo o referente a las nupcias, que a su vez son sinónimo de boda o casamiento. Y ya he cerrado el círculo.
Matrimonio, por otro lado, tiene una acepción portorriqueña de plato de arroz blanco y habichuelas guisadas; también la de unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales; y continúan otras asociaciones, como matrimonio rato, clandestino y otros.
A partir de ahí, fórmese uno la idea que quiera de la definición correcta. En mi opinión, podríamos parafrasear la definición de boda como los "festejos en torno a una unión entre dos personas cerrada por unas promesas". Añadan si quieren los ritos y las formalidades, que NO VIENEN ESPECIFICADAS en el diccionario. Y no se especifican, a mi entender con buen juicio, ya que varían de un país a otro y de una cultura a otra, hasta el punto de que determinados matrimonios o formas de contraerlos (como la poligamia) no son admitidos en otros países o culturas.
Pero no confundamos la velocidad con el tocino, el culo con las témporas o, yendo más allá, la eyaculación con el orgasmo. El hecho de que dos cosas se produzcan a la vez no significa que sean lo mismo. Si yo no quiero a una persona, por mucho papel que tenga, no voy a considerar mi matrimonio ni mi boda como auténticos. Si mi familia no lo aprueba, pensaré que me falta algo. Y no digamos ya si no lo consumo, en cuyo caso ni las autoridades lo darán por válido.
¿Es el sexo, en última instancia, lo que hace válido al matrimonio, entonces? ¿Es la boda un festejo por adelantado del sexo que va a haber, y sólo eso?
Pues no. Para mí, al menos, no.
Para mí, una boda (y siempre lo he creído así) es la ocasión en que dos personas deciden comunicar a las personas más allegadas y queridas que han decidido no sólo vivir juntos, ni tener un proyecto vital común, sino que además se comprometen a tratar al otro con respeto, tolerancia, reciprocidad, cariño, comprensión, compartición de unas responsabilidades y reparto de otras... y, dependiendo del acuerdo que tengan y de las posibilidades físicas, se puede extender al sexo en común, a la monogamia y a las propiedades comunes (cuenta bancaria, piso). Entre las responsabilidades está, entre otras, la eventual educación de los hijos.
Todo esto son pensamientos quizá demasiado inconexos. Para unos, una boda por lo civil no es válida. Para otros, no lo es si los contrayentes no tienen el beneplácito de sus padres (como en la India). Pero en realidad, hay demasiadas bodas juntas en el mismo día: la civil, la religiosa, la familiar, la de la pareja y la sexual, y no todas tienen que producirse en el mismo día ni en absoluto para que la boda sea considerada como válida por unas u otras personas.
Entonces, ¿cuál es mi opinión? Pues que una boda de verdad es aquella que los contrayentes consideran como tal. Y el resto pueden opinar lo que les dé la gana, que sólo tendrán razón si piensan lo mismo que los contrayentes. Con papeles, familia, tradiciones, religiosos, hijos o con lo que se quiera, no tenemos derecho a juzgar por qué la gente actúa de una forma u otra o cuán legítimas son sus actitudes y sus promesas.
Mi matrimonio lo será al margen de la ley, como lo fue la boda de mi madre cuando se casó por segunda vez. No será ilegal, ni ilegítima, ni clandestina: será alegal, legítima y privada. Y será asunto nuestro, no de nadie más.
Y los impuestos y el papeleo, me los ahorro, lo que me hará aún más feliz hasta que la muerte nos separe.
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