lunes, 9 de enero de 2012

Diciembre

Vuelta al proceso laboral. Ya, ya sé que es enero (incluso tan tarde como un nueve). Y no, no quiero sonar resignado ni pesimista. Me encanta volver al trabajo.

Y me encanta volver al trabajo por multitud de razones. Para mí, la rutina es un salvavidas en el mar de las tendencias autodestructivas, y también una fuente de inspiración para mis ratos de ocio, no sólo por todos esos sueños y aspiraciones de los que me lleno para "el día que tenga tiempo", sino porque uno ve a personas y sus reacciones, situaciones, noticias, preocupaciones, que no tienen cabida en la burbuja del "pasamitiempo", del "migocio" (como opuesto al ne(g)ocio).

Pero es que ayer noche aún pensaba que mis vacaciones de Navidad tan sólo habían sido sobrevividas sin grandes penas ni lágrimas; y me bastó un viaje de 26 minutos en autobús hasta el trabajo para darme cuenta de que no ha sido así, que han sido unas vacaciones especiales en muchos sentidos:
  1. He desconectado y he descansado (no me pasa en todas las vacaciones, como muchos sabéis).
  2. He acudido al médico, que me hacía falta (y no voy siempre que me hace falta).
  3. He escrito, he compuesto, he ordenado papeles, he limpiado la casa, he practicado piano y guitarra, he grabado un par de canciones, en definitiva, he aprovechado el tiempo (lo cual, teniendo en cuenta el punto uno, tiene especial mérito, reconocedlo); y ello tanto para cosas necesarias como para mis proyectos particulares.
  4. He hecho una gran variedad de trabajos manuales: marquetería, cestería, costura, pirograbado... lo cual me ha ayudado a ordenar muchos pensamientos y, cómo no, a sorprender gratamente a algunas personas.
  5. He paseado y he visitado a parientes y amigos.
  6. He leído (cómic, novela, bitácoras, noticias) y he escuchado música (clásica, romántica, moderna), mucho más que normalmente, de gran variedad de autores.
  7. He peleado con el mastodonte burocrático dos veces y he salido victorioso en al menos la primera ocasión (espero que la segunda también).
  8. Una amiga que cometió suicidio resultó, al día siguiente, que la consiguieron reanimar y está vivita y coleando, aunque tardará en recuperarse, claro (y eso es para varias entradas de bitácora por sí solo).
  9. He visto a mis sobrinas andando. A las dos. Y familia, amigos y yo nos hemos visto por la cámara web. Ya no hay distancias físicas, sólo personales.
  10. He descubierto una bitácora en inglés tremenda, de la que he leído y leído durante las vacaciones, que me ha abierto los ojos sobre muchas cosas que hago bien y muchas que sigo haciendo mal. Lo siento por quien le pese, pero una buena autocrítica necesariamente debe incluir reconocer lo que se hace bien. Todos hacemos cosas bien. Y reconocerlas en voz alta no es necesariamente presumir, sino principalmente enseñar a otros el camino, con presunción o sin ella. Si alguien está acomplejado o es egoísta, es su problemaÑ yo no quiero caer en ninguna de esas dos categorías. En cuanto a la bitácora en cuestión, podéis acceder a ella pinchando aquí.
Éstos son algunos ejemplos. Han pasado más cosas, algunas demasiado privadas para compartirlas con la nube (en persona, por teléfono o por emilio ya es otra cosa). Teniendo en cuenta todo lo que he dormido y todo el tiempo que he perdido... creo que han sido unas vacaciones tremendamente intensas.

Eso sí, ojalá tenga muchas tan intensas y relajantes como éstas. Vacaciones que merezca la pena haber vivido. Vacaciones que me hagan trabajar mejor. Vacaciones que me enseñen el camino para ser alguien mejor que antes, siga dicho camino o no. Vacaciones con tiempo para los demás y para mí mismo. Vacaciones sin aburrimiento.

Vacaciones que me hagan soñar con las próximas.

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