domingo, 9 de junio de 2013

Las oportunidades perdidas

Me decía ayer un amigo que, cuando alguien pone los cuernos a otra persona y ésta es fiel, le están bien empleados los cuernos, más o menos. Y que igual al fiel un día le pesaban las oportunidades perdidas. Que a este amigo le habían puesto los cuernos y ahora él se los ponía a su pareja. En secreto, claro, que si no pierde la gracia.

Sé que mucha gente lo ve así. Yo no he perdido ninguna oportunidad. Muy resumido: en repetidas ocasiones, se me ha ofrecido la posibilidad de practicar el autocontrol, de disfrutar del uso del poder más difícil que existe: sobre uno mismo. He tenido muchas oportunidades en esta vida de vivir de forma auténtica, de decir la verdad, de crecer como persona y vencer a los instintos para conocer otras realidades, otras formas de pensar. Que a los instintos también me he sometido, claro, y lo he disfrutado; eso sí, sin dejar que me dominen. No en vano, mi órgano sensitivo número uno es el cerebro, y no hay mayor placer que excitarlo con nuevos conocimientos, con nuevos retos, con nuevas perspectivas.

Claro que a veces me dejo llevar. Como todos. Claro que a veces mandan otros órganos. Ni soy perfecto ni lo quiero ser. Otra cosa es que me gusta ser cada día una versión un poco mejor de mí mismo. No me gusta la venganza. No voy a ponerle cuernos a nadie porque a mí me los hayan puesto. No voy a hacerle pagar el pato a quien aún no me ha hecho nada, que yo sepa. Quiero poder confiar en la gente aunque a veces me lleve el castañazo.

Claro que a veces no soy auténtico - aunque eso sí que me gustaría serlo.

Me alegra haber sabido aprovechar algunas oportunidades. De las de mi gusto, claro. Y cada cual que disfrute las suyas como quiera.

Ya terminaré esto otro día, que viene tormenta (atmosférica, vamos).

Posibles reacciones a un divorcio

Quizá alguno haya leído ya un poema mío con preguntas y respuestas a la muerte de un cercano, en el que juego con las preguntas que oímos o que hacemos y que, en muchos casos, son inoportunas, inadecuadas y con poco tacto. El poema en cuestión no era autobiográfico, sino que surgió a raíz de que falleciera alguien cercano a un compañero. Las preguntas que la gente hacía eran odiosas. En la misma línea de reflexión van las líneas siguientes (su formulación podría haber sido diferente, quedémonos con las ideas generales). Las circunstancias de este texto son diferentes.
  • Pero, ¿estabas casado?
  • Ya me imaginaba que no duraríais mucho...
  • ¿Qué le hiciste?
  • La culpa siempre es de los dos
  • Es que cualquiera te aguanta
  • ¿Y qué va a ser de ti ahora?
  • Tú eres mi amigo, pero con tu ex me llevo super bien, lo siento
  • Te está bien empleado, por tonto
  • Entonces, ¿ya estás libre? ¿Cuándo quedamos?
  • Que le den.
  • Estás de broma, ¿no? Si hacíais una pareja perfecta
  • (silencio - ni una llamada, ni un mensaje, CERO)
Y tantas otras posibles. Que Dios nos pille confesados a todos. Si un día uno se divorcia, descubre que el mundo estaba en su contra, esperando a la oportunidad de atacar. Con un poco de suerte, tendrá amigos y familiares incondicionales. Con menos suerte, saltará por la ventana. Algunas posibles respuestas son de agradecer. Otras son para meterle un puño a alguien.

Fin de semana de no parar

Horas de clarinete, de piano, de guitarra, de canto.
La cocina, desengrasada, todo limpio y en su sitio.
El suelo de toda la casa, barrido, aspirado y fregado.
El baño y el aseo, pasados el polvo, limpios, desinfectados.
Comidas y cenas preparadas, comidas y digeridas.
Toooda la ropa (incluida la de cama) lavada, tendida y después guardada.
Las manchas de la alfombra, DESAPARECIDAS.
Los espejos, como una patena.
El salón, de exposición o de revista.
La jaula de la cotorra, sin una cagalita.
El trastero organizado.
Las plantas, regadas, podadas y recolocadas.
Los plásticos, vidrios, papeles y cartones, reciclados.
El aluminio y los tapones, enjaretados.
Si no hubiera hecho fotos del antes y el después, no me creería que no han pasado ni cuarenta horas.

Para la próxima me quedan las ventanas, cambiar algunas plantas de tiesto, el otro cuarto, el otro trastero, el garaje y la nevera. Y poner la bici y el ánimo a punto. Pero me temo que éste último me va a llevar más tiempo...