sábado, 18 de agosto de 2012

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Tras unos cuantos años de lucha, consigo encontrar una escuela de composición que me va, que me gusta lo que ofrece, que es compatible con mi trabajo, que me puedo permitir. Quiero apuntarme. Entonces, me llegan unos apuros económicos inesperados, causados sólo en parte por un fallo de cálculo, en parte por unos pagos inesperados, en parte por un ataque de caridad en el peor momento, en parte por una bajada de sueldo, y en parte por dos tres atrasos en sendos otros tantos cobros.

Consigo apuntarme a la escuela, por fin, tras otras peripecias varias, entre otras, que mi banco no quería enviar la matrícula en un solo pago (pese a ser una tercera parte de otros pagos que sí me dejó realizar en su día). Y empieza la aventura.

La aventura de la composición iba a ser más accidentada de lo que yo pensaba. De hecho, lo sigue siendo. Hay que tener un programa (con lo que yo ya contaba) y acceso a Spotify (también contaba con ello). Sólo que en la Rep. Checa no hay acceso a Spotify. Bien, aprovecharé el verano para ello. Pues no: sice tenía acceso a Spotify (que por arte de birlibirloque sigue siendo accesible desde mi ordenador de vuelta a la Rep. Checa -!!!!- ), pero ni las fuerzas, ni las energías,... Fui haciendo pequeños progresos. Intenté comprarme el programa. Problema: la compañía no acepta que se haga el envío a un país diferente de aquél en el que está registrada la tarjeta de crédito. Vale. Intento comprarlo en una tienda física. En la tienda rehúsan darme precios por teléfono, que mande un correo electrónico. Aún estoy esperando la respuesta.

Me harto, compro el programa para que me lo envíen a mi casa, con fecha de entrega el 8 de agosto. Lo entregan el 6, yo en España, pero bueno, al final tuve el programa. Entretanto, había estado escribiendo la música con otros programas (uno diferente y una versión anterior del recién comprado), mientras intentaba contactar con el profesor, pero los emilios se me rebotaban, acusados de ser correo basura por un seleccionador automático.

¡No hay forma de instalar el programa! Resulta que hay que tener Windows Vista Platform Update, que me volví loco para saber lo que era, pero bien: DOS DÍAS actualizando el ordenador, y ni así. Ya me harto, pincho en el icono del punto-exe y me voy. Vuelvo a las tres horas. Sí, ahora me deja instalarlo. Instalado.

Instalado... y funciona. No me lo puedo creer. Ni debería creérmelo demasiado. Acabo el proyecto 3, y para el proyecto 4, simplemente, se niega a funcionar. Léase: se niega a funcionar como debería hacerlo. Los instrumentos que selecciono suenan diferente. Intento diferentes combinaciones, apagar, encender, me niego a pasarme una semana desinstalando y reinstalando, tiene que haber otra manera.

(Ni que decir tiene que después de pelearme unas cuantas horas con el chip, no tengo ni las fuerzas ni el humor para intentar escribir nada, y así van pasando los puñeteros días y mis ideas están sólo en el papel. Y todo esto, que debería hacerme reír, es tan sólo la punta del iceberg).

Intento contactar con la compañía. Aunque tengo derecho a 90 días de apoyo técnico, no tengo ningún código que me permita pasar del contestador automático a un ser de carne y hueso. No me lo han mandado. ¿O lo he perdido? "Introduzca su dirección de correo electrónico y se lo reenviamos". Introducida. "No existe ningún código asociado con esta dirección". ¿Por qué me sorprende? No hay forma de llamar ni de escribir. Tras horas (repito, horas) de navegación por la página web de la compañía, encuentro un lugar en el que puedo enviar una consulta. La envío. Me informan, automáticamente, de que en media hora me llegará un correo electrónico confirmando la recepción de mi consulta. Han pasado 50 medias horas y no he recibido tal confirmación. Y que en 1-2 días laborables, se pondrá en contacto conmigo un ser humano.

Soy impaciente por naturaleza. Tengo una versión antigua del programa, ¿no? Pues a por ella. Otro ordenador, otro SOdW otra versión de Windows (XP en vez de Vista), otra versión del programa, ganas renovadas y una determinación a no dejarme avasallar por las dificultades como pocas veces. Ponme un obstáculo delante y te enseñaré cómo salto.

Por primera vez en todos estos años que lo llevo utilizando, los instrumentos del programa en su versión antigua han empezado a hacer las mismas locuras que me hacen en la versión nueva. Creí que era una pesadilla. No lo era. Y ya no pude evitar llorar.

Si las dificultades nos hacen crecer, peazo de compositor que voy a ser. Y recuerdo: aquí sólo escribo una parte, la más anecdótica. Alguien que me quiere muy mal tiene que estar riéndose mucho en algún lugar de algún universo o alguna dimensión. Que le aproveche. Y que rece.

sábado, 11 de agosto de 2012

Un posible ABC de la ciencia

Parafraseando a mi amigo T., las opiniones son como las posaderas: todo el mundo tiene un par. En mi posadérica opinión, un posible ABC de la ciencia podría ser el siguiente:

A de Adelanto, de Avance, de Ayuda, de Ánimo. Sí, claro, la ciencia se compone de avances, pero ¿nos ayudan a todos? ¿Nos hacen avanzar a todos? Los científicos, ¿animan al resto a que mejoren, o los miran por encima del hombro porque ellos "no entienden"? Conozco científicos que se preocupan de que los demás sepan, de que aprendan, de que entiendan, de que avancen. Son minoría: conozco muchos más que se enfadan cuando les pregunto algo y no saben contestar. Pero en fin, a lo que vamos: A de algo que nos ayuda a avanzar a todos.

B de Bienhacer, de Bienestar, que podríamos combinar con la A de Altruista. No se trata sólo de avanzar, sino de hacerlo hacia algo mejor.

C de Colaboración, de Construcción, de Conjunto, de, por y para la Humanidad y el planeta.

Claro que podríamos hacer un alfabeto entero, con estas posibilidades o con otras. Permítanme ahora un pequeño reduccionismo, y quedémonos con una letra tres veces. Porque, a mis jovencísimos 40 años, me voy volviendo ligeramente excéptico, y muchas veces parece que a la ciencia la mueven las tres P:

PODER: te doy dinero para tus experimentos si con ellos consigues que dominemos el planeta. También es posible empezar con el vecino más débil, o con el adversario más odiado por el resto, o por quien tenga más petróleo o más oro. Quiero ser Dios en la Tierra.

PRESTIGIO: claro, claro que te haré el más poderoso sobre la Tierra; pero quiero que me lo reconozcas y me pongas mi nombre con letras de oro en todos los libros de Historia; y si hace falta, ya le robaré el invento a otro, o impediré que el suyo salga adelante, aunque sea más barato, de mejor calidad y más bonito.

PASTA: o plata, o pelas, o poderoso caballero; para qué nos vamos a engañar, quédate con mi nombre y mi invento, pero cúbreme de oro.

Ya, ya sé que estoy llevando las cosas al extremo, como siempre. Al extremo opuesto del de algunos que están en el extremo opuesto al mío, no sé si me explico. Repito: conozco científicos a los que podría nombrar, que se merecen todo mi respeto y más, y que no se merecen que yo escriba esta bitácora. ¿Por qué lo hago, entonces?

¿Por qué lo hago? Por Marte. Por la NASA. Por el Curiosity (curiosidad). Porque no puedo considerar la llegada a Marte de un montón de hierros un progreso de la Humanidad, de una Humanidad que consigue poner una bandera yanqui a millones de kilómetros, pero no consigue llevar pan ni agua potable a unos miles de kilómetros, a veces ni siquiera al otro lado de la esquina; que no consigue poner a políticos corruptos en la cárcel; que no consigue devolver a los papúes esa media isla que les robaron en los años 60 (y donde hoy en día están extrayendo oro esos mismos yanquis que han llegado a Marte... hm... ¿he dicho oro? ¿tendrá algo que ver?). Escribo esta bitácora porque en el mundo siguen aumentando los casos de sida y de malaria, y la gente muere de cáncer y de diabetes y de alzheimer y de un largo etcétera, sólo porque no hay gónadas masculinas para ponerse de acuerdo, concentrar esfuerzos y avanzar, aunque sea de forma anónima (el Puto Prestigio). Lo escribo porque hay científicos que usan la ciencia para justificar la muerte de seres inocentes, sólo por ser de otro genotipo (por ejemplo). Escribo esto porque me deja cierto sabor amargo el que la gente se llene la cabeza de "éxito científico" mientras seguimos inmersos en catástrofes humanitarias inacabables, en medio de las cuales incluso las guerras del coltán son un večerníček. La llegada a Marte de un cachivache es sólo una curiosidad mars más de un sector de la ciencia al que, hoy en día, no encuentro motivos para respetar. Entre otras cosas, porque tengo todo mi respeto concentrado en quien me ha demostrado merecerlo más que los constructores de curiosidades.

Una vacuna contra la malaria, el cáncer, el sida, y ya puestos contra la codicia, la maldad o la envidia, sería un progreso más significativo, la verdad. El que no lo vea es gilipollas.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Soy responsable

Soy responsable. Culpable. De problemas ecológicos. De problemas sociales. De crímenes contra la Humanidad. Me gusta vivir cómodamente. Cuando algo me va mal, culpo a los demás en lugar de ver qué puedo hacer yo por cambiar el mundo, por cambiar mi mundo. Cuando Eva me da la manzana, es su culpa si yo la muerdo, o la de Dios por darme hambre, o la del árbol por dar fruto, o de la serpiente por no tener patas. Así, no soluciono la vida de otros, ni la mía. Son consciente de ello. Sólo este momento. No quiero vivir con complejo de culpa, porque así no se puede vivir. Yo seré bueno, y el resto serán malos. No cambiaré, ni mi vida ni a mí mismo, que más vale malo conocido. Y cuando me digas que estás mal porque estás enfermo, compararé mi situación con la tuya porque han dejado de emitir mi serie favorita. Así ha funcionado el mundo desde siempre, y así es como tiene que funcionar. No quiero salir de esta Segunda Edad Media de oscurantismos disfrazados de siglos de después del de las Luces (los siglos traslúcidos). Se vive muy bien imaginando lo que producirá las sombras sobre el cristal iluminado. No estamos en una caverna, sino en una jaula de cristal, se vive mejor, con más luz. Aquí no llueve, no hace frío, y aunque me queje, nadie puede sacarme de aquí.

Hasta el día que alguien coja una piedra y nos despierte a todos por la fuerza.