martes, 29 de marzo de 2011

De halos y auras

Hace ya muchos años, cuando estudiaba en la Universidad de Bohemia Sur, descubrí, yendo en bici una noche de luna llena, que la sombra de mi cabeza estaba rodeada de un halo blanquecino. Mi primera reacción fue de susto, seguida casi inmediatamente por una de extrañeza, pues sabido es que de santo tengo bastante poco; y luego, me lo tomé simplemente como un juego de luces o efecto óptico curioso.

No hace mucho tiempo, sin embargo, se me ocurrió ver si se podía registrar en una foto. Al ver que parecía ser así, intenté grabarlo en vídeo, para ver si el halo, tal y como parecía, seguía mi cabeza. Y sí, es así.

Claro que esta mañana, por fortuna o infortunio, he dado con una explicación lógica, racional, física... Y de repente, ese aura que me acompañaba ha perdido toda su magia. Su brillo blanquecino ha perdido resplandor. No es más que un matiz en la hierba.

Era más bonita cuando era zahadou. Equivalía a misterio. Era mágica.

Hoy... no es más que ciencia.

lunes, 28 de marzo de 2011

Otolismo

Otolismo es el nombre de una nueva fe. La fe de fes.

Los otolistas, como biólogos, creen que no existe una única especie humana, sino varias, compatibles entre sí biológicamente (léase combinables genéticamente, tj. sexo), pero de características tales que les supone increíblemente difícil vivir juntos, no digamos ya llevar estilos de vida similares (comer lo mismo, levantarse a la misma hora, visitar al mismo psiquiatra, etc.), porque lo que a uno le salva la vida, a otro lo mata.

Además, los otolistas, como filósofos, creen que el hombre se crea un Dios a la medida de sus necesidades, complejos, traumas y un largo etcétera de circunstancias que son únicas para cada individuo.

Por ende, cada persona tiene unas creencias ligera o radicalmente diferentes.

Como teólogos, los otolistas creen que Dios tiene algo diferente para cada ser humano. Para unos tiene el Catolicismo, para otros el Islam, para otros el Budismo, para otros religiones radicales como el Ateísmo, para otros distintas combinaciones de fes y filosofías, etcétera etcétera.

Sabiendo eso, un otolista auténtico es aquél que respeta cualquier creencia de los demás que sea respetuosa con las demás. La única verdad absoluta es que nadie se toma un café con Dios para discutir temas de religión, y que cualquier información proveniente de Dios o supuestamente divina estará probablemente filtrada por un cerebro humano. Cada persona es quien debe decidir en qué creer, sea en Dios, en el Universo, en la Gente, en el Gobierno, en Satanás o en Nada.

La fe otólica admite la religión y el ateísmo. No admite imposiciones. No admite generalizaciones. No hay una fe verdadera si es impuesta. Las únicas fes que valen son aquellas que parten del interior del individuo, quedándose algunas en él y compartiéndose otras, o compartiéndose a veces.

Según el otolismo, cualquiera que crea que hay una única fe válida para la Humanidad entera y no deje espacio a otras posibilidades no impositivas, muy probablemente esté equivocado.

Ni que decir tiene que es posible tener creencias católicas, judías, musulmanas, bahai, budistas o ateas y ser otolista al mismo tiempo. Sólo hace falta apertura mental, respeto y tolerancia.

Continuará.

martes, 15 de marzo de 2011

La luna y el terremoto

Sobre el siguiente artículo de yahoo:

http://es.noticias.yahoo.com/blogs/ciencia_cultura/la-superluna-y-el-terremoto-en-japn-p11944.html

Estoy de acuerdo con lo dicho por el periodista. Punto.

Personalmente, la astrología me resulta curiosa, pero no es ley, ni para las mentes, ni para los destinos, ni tampoco para los movimientos de placas tectónicas. Habiendo dicho eso, los pescadores de costa, y no sólo ellos, saben que las mareas están influidas por la luna, de modo que las mareas vivas (con mayor coeficiente, léase, cuando más diferencia de altura hay entre marea alta y marea baja) coinciden con la luna nueva y la luna llena, mientras que las mareas muertas (las menos intensas) coinciden con los cuartos. Basta consultar una tabla de mareas para comprobarlo, y por si nos quedan dudas, bajar a la playa (yo lo he hecho muchas veces - bajen y juzguen por sí mismos, no me crean sólo por leerme). Además, las mareas más vivas del año coinciden con las lunas llenas o nuevas más próximas a los equinoccios (21 de marzo y 21 de septiembre).

Léase, que de provocar la luna un efecto sobre las mareas, las del mar o las del manto terrestre, debería de provocarlo en luna llena o nueva, y no en cuarto creciente, como estaba el 11 de marzo.

Otra cosa diferente es el efecto que produzca, teóricamente, sobre las mentes de las personas. No he encontrado ninguna información fiable en literatura acerca de esto, ni en psicología, ni el leyes, ni en medicina. Sin embargo, conozco varios sonámbulos, cuyas crisis vienen siempre con luna llena; y como profesor, veo que influye a algunos adolescentes (a ALGUNOS, no a todos y ¡sólo a una minoría! eso sí, normalmente chicos, y no chicas), que están más alterados, más provocadores, algunos más agresivos, en los días más cercanos a una luna llena. Si será porque lo miran en el calendario, si será inconscientemente, si será percepción de algunos docentes, si será, en definitiva, por la luna, o por otra "casualidad" que se repita siempre con un ciclo igual al de la luna, eso ya les dejo a otros que lo decidan... Por cierto, que esto lo he observado también en clases donde no había chicas, así que no busquen una explicación olfativo-hormonal (aunque quién sabe).

En definitiva, que quizá tan sólo algunas personas estén alterándose por anticipado pensando en la llegada de otro, y nada más que otro, plenilunio en perigeo. Y eso no se llama luna, sino autosugestión.

viernes, 11 de marzo de 2011

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Que alguien me explique cómo funcionan... Por favor...

El consumo energético

Seguimos viviendo en la inopia energética del siglo XX. La solución no está en encontrar fuentes de energía más eficaces, sino en reducir el consumo.

No hay fuentes de energía limpias. Todas contaminan, de un modo o de otro, antes o después, o también de todos modos y en todo momento. Nos guste o no, ésta es una realidad que hay que afrontar.

La naturaleza no es democrática. La naturaleza no entiende frases como "puedo tener todo lo que quiera" o "todo tiene que estar al alcance de todos". La imaginación humana parece carecer de los límites de la naturaleza. Sólo que esos límites existen. No entro a discutir si ya los estamos forzando o todavía no, no me interesan esos debates, en este momento. Lo que hay que pensar es que la huella ecológica del habitante medio del planeta se está disparando, al tiempo que el número de habitantes sigue creciendo. En breve, decir que hay cinco habitantes por kilómetro cuadrado equivaldrá en la cabeza de muchos a decir que hay cinco pisos, cinco casas con jardín, cinco coches de buen tamaño, más el alojamiento cerca de la playa, todo ello con su equipamiento, que incluye la bicicleta que no se usa, tres o cuatro televisiones, el ordenador de mesa, el portátil de trabajo, el portátil de ocio, tres o cuatro teléfonos móviles (se usen o no), dos o tres videoconsolas y-un-largo-etcétera.

A todo esto hay que añadirle el espacio que estas cinco personas necesitan para alimentarse (léase producir comida: cultivos, mataderos, destilerías, etc.) y trabajar. Hay que darles cinco puestos de trabajo, hay que tender cables (al menos los de la luz), alcantarillado, quizá gas, buenas carreteras autopistas, puerto, aeropuerto, helipuerto, cuatriciclarking, y el espacio de ocio, con pista de padel, gimnasio, piscina, sauna, pista de esquí y bosque tropical POR LO MENOS.

Señores, despierten. Ya les haré el cálculo de lo que eso ocupa en metros cuadrados, que van a ser unos cuantos. Y no hablo de huella ecológica, todavía, ni de huella de CO2. Lo que no cabe duda es que, para llevar a cabo todas esas obras y producir esos bienes, además de espacio y materiales, se necesita energía. Sí, y mano de obra, claro, oh, Jorge, qué malvado, queriendo eliminar puestos de trabajo. Pues no. La solución a eso también existe, pero de ese tema hablaré otro día. Hoy quería hablar de la energía y ya me he disparado hablando de otros temas.

Me decía hoy un estudiante que un coche por hidrógeno es un coche limpio. Claro. Como que producir hidrógeno no supone ningún gasto de energía, ¿verdad? Y eso ¿desde cuándo? Hay lugares del mundo, como Islandia, que gracias a la energía geotérmica se pueden permitir producir hidrógeno sin quemar uranio ni combustibles fósiles, pero esos lugares son excepciones. Quizá la energía maremotriz sea de las más limpias... pero necesitas construir la central, lo mismo que con las hidroeléctricas (supongo) y las eólicas (nueva suposición) -- todas éstas tienen impacto paisajístico, cuando menos. La energía solar, amén de su impacto paisajístico cuando se produce en "centrales", no es una energía limpia, sino tan sólo "más limpia que otras" como la nuclear o la basada en combustión fósil (carbón, gas, petróleo y derivados).

La energía limpia y sin impacto ambiental es una quimera. Y si queremos de verdad ensuciar lo menos posible, lo que hay que hacer es consumir menos energía. Y PUNTO. Ya lo publiqué en su día (en papel) con ejemplos prácticos de cómo reducirla, y ya publicaré algunos más.

Sigo creyendo que, un día, nos obligarán a reducir el consumo. No será ningún sistema político, sino la propia naturaleza. Ese día, quienes estén acostumbrados a vivir con poco, seguirán igual que estaban hasta entonces, sin echar nada en falta, y seguirán siendo felices; o, si tuvieran que reducir en extremo, la diferencia sería menor que para aquellos empeñados en no ver esta verdad incómoda.

Los que escojan, serán libres. Los que no escojan, se verán esclavizados por su propia ceguera. Seguid planchando. Seguid encendiendo una televisión que nadie ve. Seguid abusando de calefacción y aire acondicionado, como si no nos costara más que la factura de la luz.

En lo único que confío es en que no se demuestre que tengo razón en mucho, mucho tiempo. Quizá porque haya gente suficiente que me crea y, con su estilo de vida consciente y libre, ayude a frenar el proceso.

La esperanza es lo último que se pierde...