jueves, 12 de agosto de 2010

Me han robado el móvil.

Me han robado el móvil. En la playa. Como al 90% de los descuidados de este verano de crisis de valores. Porque si fuera para comer, bendito sea Dios; y si era por capricho o por droga, podría decir "mala lepra se le coma los dedos", pero... no puedo.


Y no puedo evitar de ver lo positivo en todo esto: se me había olvidado la cámara de fotos en casa, se llevaron el móvil nuevo pero no el bueno, todo el material de Prop. Int. que tenía allí está ya registrado a mi nombre, y lo único que no lo está, está lo suficientemente escondido en mis "Hlavolamy II" - y además, me motiva a escribir para sacarlo antes a la luz. Mi sexto sentido me avisó y no hice caso - he recibido una prueba más de que mi sexto sentido es infalible (jódanse bien jodidos aquellos que llevan mal su infalibilidad). No me robaron la tarjeta de crédito, imprescindible para subir a bordo de los 13 (!!!) vuelos que tengo pagados con ella (uno de ellos pasado mañana). Descubrir mi bolsa abierta hizo que se me pasaran esos calambres en el estómago que me empezaron al salir de cuentas mi hermana.


En definitiva, HOY HA SIDO UN GRAN DÍA. Le pese a quien le pese. Y al ladrón, gracias y que le aproveche. El verano que viene se encontrará con un cepo para osos dentro de la bolsa.


Réquiem por unos deditos caprichositos.

martes, 10 de agosto de 2010

Puestas de sol



Un atardecer con nubes en la costa cántabra.

Por qué no quiero mi AVE a Madrid por Bilbao y sí por Palencia

Soy de Santander, Cantabria. El señor ministro Blanco dice que no entiende el "empecinamiento" que tenemos los montañeses con un tren AVE por Palencia en lugar de por Bilbao. No sé de dónde será este señor ni con qué parte de su anatomía hará cálculos matemáticos, que los hará mejor que yo y más inteligentemente, pero permítanme hacer la cuenta de la vieja desde un punto de vista diferente al de los intereses presupuestarios del Gobierno (el actual o el que fuere). Pensemos con el bolsillo, pero con uno diferente, a ver si así nos comprenden.

De Santander a Madrid hay 393 kilómetros. De Bilbao a Madrid, 395. De Santander a Bilbao, 108. Un AVE Madrid-Santander por Palencia son 240 + 201 = 451 kilómetros. Un AVE M-S por Bilbao, 503 Km (véase http://www.altc.info/distancias.html para las distancias). Son "sólo" 52 kilómetros más - que en ida y vuelta se transforman en 104. Supóngome yo que un trayecto más largo lleve aparejados costes más elevados, tanto en transporte de personas como en el de mercancías. Si yo fuera un empresario y quisiera enviar unas mercancías a un puerto del norte, ¿a cuál lo voy a enviar? A aquel que me suponga unos costes menores. Palencia no tiene puerto: si quiero mandarlo a un puerto y tengo que decidir entre Santander o Bilbao, ¿cuál voy a escoger? Dependerá de las tasas portuarias, desde luego. Y de los kilómetros (con el tiempo y el dinero que conllevan) para llegar a uno u otro.

Desde luego, no estoy en contra de que haya comunicación AVE con Bilbao. Lo que no veo es cómo puede beneficiarnos a los montañeses (= cántabros) tener exclusivamente conexiones con Bilbao. Si hay AVE por Palencia, la diferencia de kilómetros es de los mencionados 52. De no haberlo, para enviar mercancías a Santander, sube a 108. La competitividad del puerto de Santander, ¿se reduciría? Este sistema de colocación de infraestructuras, ¿se repetirá, por ejemplo, poniendo un AVE Valencia-Madrid por Segovia? ¿Desviarán el Madrid-Zaragoza por Toledo y Huesca? ¿Nos pondrán a nosotros alguna subvención estatal especial (sic), como a otros compañeros de península?

Las subvenciones llegan y se van. Las infraestructuras quedan. Cuestan mucho dinero, pero son una inversión segura: una mayor red de infraestructuras dota de mayor competitividad y comunica mejor a las regiones (a todas) con el mundo. Queremos infraestructuras. No queremos ser inferiores al resto, queremos los mismos derechos, queremos el mismo trato de favor. Ni más ni menos. Si al señor Blanco le gusta que le hagan de menos, está en su derecho. Nosotros no somos así. Somos normales. Y por eso, nos empecinamos en que nos traten igual de bien que al resto.

Porque, además, lo valemos.